jueves, 7 de febrero de 2013

ELLOS Y NOSOTROS. VI.- Las Miradas.

ELLOS Y NOSOTROS. 
VI.- Las Miradas. 

1.- Mirar para imponer o mirar para escuchar.

“Por una vez podré decir 
Sin que haya nadie que me contradiga 
Que no es lo mismo el que desea 
Que el que codicia algo 
Como no son las mismas las palabras 
Dichas para escuchadas 
Que dichas para obedecidas 
Ni tampoco es el mismo el que me habla 
Para decirme algo 
Que el que me habla para que me calle“.
Tomás Segovia. 
“Cuarto Rastreo” en “Rastreos y Otros Poemas” 
de la editorial que tiene el buen gusto de llamarse “Sin Nombre”. 
Gracias y un abrazo a María Luisa Capella, a Inés y Francisco 
(bien haya la digna sangre que en sus corazones late) 
por los libros y las letras-guía. 

Mirar es una forma de preguntar, decimos nosotros, nosotras las zapatistas.

O de buscar…

Cuando se mira en el calendario y en la geografía, por muy lejos que estén la una y el otro, se pregunta, se interroga.

Y es en el mirar donde el otro, la otra, lo otro aparece. Y es en la mirada donde eso otro existe, donde se dibuja su perfil como extraño, como ajeno, como enigma, como víctima, como juez y verdugo, como enemigo… o como compañer@.

Es en la mirada donde el miedo anida, pero también donde puede nacer el respeto.

Si no aprendemos a mirar el mirarse del otro, ¿qué sentido tiene nuestra mirada, nuestras preguntas?

¿Quién eres?

                      ¿Cuál es tu historia?

                                                       ¿Dónde tus dolores?

                                                                                          ¿Cuándo tus esperanzas?

Pero no sólo importa qué o a quién se mira. También, y sobre todo, importa desde dónde se mira.

Y elegir a dónde mirar es también elegir desde dónde.

¿O es lo mismo mirar desde arriba el dolor de quienes pierden a l@s que quieren y necesitan, por la muerte absurda, inexplicable, definitiva, que mirarlo desde abajo?

Cuando alguien de arriba mira a los de abajo y se pregunta “¿cuántos son?”, en realidad está preguntando “¿cuánto valen?”

Y si no valen, ¿qué importa cuántos son? Para obviar ese inoportuno número están los grandes medios de comunicación de paga, los ejércitos, las policías, los jueces, las cárceles, los cementerios.

Y para el mirar nuestro, las respuestas nunca son sencillas.

Al mirarnos mirar lo que miramos, nos damos una identidad que tiene que ver con dolores y luchas, con nuestros calendarios y nuestra geografía.

Nuestra fuerza, si es que alguna tenemos, está en este reconocimiento: somos quienes somos, y hay otr@s que son quienes son, y hay otro para quien todavía no tenemos palabra para nombrarlo y, sin embargo, es quien es. Cuando decimos “nosotros” no estamos absorbiendo, y así subordinando, identidades, sino resaltando los puentes que hay entre los diferentes dolores y las distintas rebeldías. Somos iguales porque somos diferentes.

En la Sexta, las zapatistas, los zapatistas, reiteramos nuestro rechazo a todo intento de hegemonía, es decir, a todo vanguardismo, sea que nos toque en la delantera o que nos alineen, como a los largo de estos siglos, en la retaguardia.

Si con la Sexta buscamos a nuestros semejantes en dolores y luchas, sin importar los calendarios y las geografías que nos distancien, es porque sabemos bien que al Mandón no se le vence con un solo pensamiento, una sola fuerza, una sola directiva (por muy revolucionaria, consecuente, radical, ingeniosa, numerosa, poderosa y demás osas que esa directiva sea).

Es enseñanza de nuestros muertos, que la diversidad y la diferencia no son debilidad para el abajo, sino fuerza para parir, sobre las cenizas del viejo, el mundo nuevo que queremos, que necesitamos, que merecemos.

Sabemos bien que ese mundo no es sólo imaginado por nosotr@s. Pero en nuestro sueño, ese mundo no es uno, sino muchos, diferentes, diversos. Y es en su diversidad donde tiene su riqueza.

Los reiterados intentos de imponer la unanimidad, son los responsables de que la máquina haya enloquecido y acerque, cada minuto, el minuto final de la civilización como es conocida hasta ahora.

En la etapa actual de la globalización neoliberal, la homogeneidad no es sino la mediocridad impuesta como uniforme universal. Y si en algo se diferencia de la locura hitleriana, no es en su objetivo, sino en la modernidad de los medios para conseguirlo.

-*- 

Y sí, no sólo nosotras, nosotros, buscamos el cómo, el cuándo, el dónde, el qué.

Ustedes, por ejemplo, no son Ellos. Bueno, aunque no parecen tener ningún problema en aliarse con Ellos para… ¿engañarlos y derrotarlos desde dentro? ¿para ser como Ellos pero no tan Ellos? ¿para menguar la velocidad de la máquina, limar los colmillos de la bestia, humanizar a la salvaje?

Sí, lo sabemos. Hay una montaña de argumentos para darle sustento a eso. Incluso hasta podrían forzar algunos ejemplos.

Pero…

Ustedes nos dicen que somos iguales, que estamos en lo mismo, que es la misma lucha, el mismo enemigo… Mmh… no, no dicen “enemigo“, dicen “adversario“. De acuerdo, eso también depende de la ocurrencia en turno.

Ustedes nos dicen que hay que unirnos tod@s porque no hay otro camino: o las elecciones o las armas. Y ustedes, que en ese argumento falaz sostienen su proyecto de invalidar todo lo que no se supedite al reiterado espectáculo de la política de arriba, nos emplazan: muéranse o ríndanse. Y hasta nos ofrecen la coartada, porque, argumentan, como se trata de tomar el Poder, sólo hay esos dos caminos.

¡Ah!, y nosotros tan desobedientes: ni nos morimos, ni nos rendimos. Y, como quedó demostrado el día del fin del mundo: ni lucha electoral ni lucha armada.

¿Y si no se trata de tomar el Poder? Mejor aún: ¿y si el Poder ya no reside en ese Estado Nación, ese Estado Zombi poblado de una clase política parásita que practica la rapiña sobre los restos de las naciones? 

¿Y si los electores que tanto los obsesionan a ustedes (por eso su embeleso con las multitudes), no hacen sino votar por alguien que otros ya eligieron, como vuelta tras vuelta les demuestran Ellos mientras se divierten con cada nuevo truco que hacen?

Sí, claro, ustedes se esconden detrás de sus prejuicios: ¿los que no votan? “es por apatía, por desinterés, por falta de educación, le hacen el juego a la derecha“… su aliada de ustedes en tantas geografías, en no pocos calendarios. ¿Votan pero no por ustedes? “es por ser de derechas, por ignorantes, por vendidos, por traidores, por muertos de hambre, ¡por zombis!”

Nota de Marquitos Spoil: Sí, nosotr@s simpatizamos con los zombis. No sólo por nuestra semejanza física (ni maquillaje necesitamos y aún así arrasaríamos en los casting de “The Walking Dead”). También y sobre todo porque pensamos, junto con George A. Romero, que, en un apocalipsis zombi, la brutalidad más enloquecida sería obra de la civilización sobreviviente, no de los muertos que caminan. Y si algún vestigio de humanidad quedara, brillaría en los parias de siempre, los muertos vivientes para los que el apocalipsis empieza al nacer y nunca termina. Como ahora mismo sucede en cualquier rincón de cualquiera de los mundos que existen. Y no hay película, ni comic, ni serie televisiva que dé cuenta de ello.

Su mirada de ustedes está marcada por el desprecio cuando hacia abajo miran (aunque sea al espejo), y de suspiros de envidia cuando miran hacia arriba.

No se pueden imaginar siquiera que alguien no tenga otro interés en mirar ese “arriba”, que no sea el de ver cómo quitárselo de encima.

-*- 

Mirar. Hacia dónde y desde dónde. Ahí está lo que nos separa.

Ustedes creen que son los únicos, nosotros sabemos que somos uno más.

Ustedes miran arriba, nosotros abajo.

Ustedes miran cómo se acomodan, nosotros cómo servimos.

Ustedes miran cómo dirigir, nosotros como acompañar.

Ustedes miran cuánto se gana, nosotros cuánto se pierde.

Ustedes miran lo que es, nosotros lo que puede ser.

Ustedes miran números, nosotros personas.

Ustedes calculan estadísticas, nosotros historias.

Ustedes hablan, nosotros escuchamos.

Ustedes miran cómo se ven, nosotros miramos la mirada.

Ustedes nos miran y nos reclaman dónde estábamos cuando su calendario marcaba sus urgencias “históricas”. Nosotros los miramos y no les preguntamos dónde han estado durante estos más de 500 años de historia.

Ustedes miran cómo aprovechar la coyuntura, nosotros como crearla.

Ustedes se preocupan por los vidrios rotos, nosotros por la rabia que los rompe.

Ustedes miran los muchos, nosotros los pocos. 

Ustedes miran muros infranqueables, nosotros grietas.

Ustedes miran posibilidades, nosotros lo que es imposible sólo hasta la víspera.

Ustedes buscan espejos, nosotros cristales.

Ustedes y nosotros no somos lo mismo.

-*- 

Ustedes miran el calendario de arriba y a él supeditan la primavera de las movilizaciones, las masas, la fiesta, la rebeldía multitudinaria, las calles desbordando cantos y colores, consignas, desafíos, los que ya son muchos más que sólo ciento treinta y tantos, las plazas llenas, las urnas ansiosas por llenarse de votos, y ustedes corren presurosos porque es-claro-que les – falta – una – dirección – revolucionaria-partidaria-una-política-de-alianzas-amplia-flexible-porque-lo-electoral-es-su- destino-natural-pero-están-muy-chavit@s-son-fresas-pequebus-”niñ@s bien”- / -luego – lumpen – barrio – banda – prole – número-de-votantes – potenciales-ignorantes-inexpertos-ingenuos – torpes – necios, sobre todo necios. Y ven en cada acto masivo la culminación de los tiempos. Y después, cuando ya no hay muchedumbres ansiosas de un líder, ni urnas, ni fiestas, deciden que se acabó, que no más, que a ver si para otra ocasión, que hay que esperar 6 años, 6 siglos, que hay que mirar para otro lado, pero siempre para el calendario de arriba: el registro, las alianzas, los puestos.

Y nosotros, siempre con la mirada chueca, remontamos el calendario, buscamos el invierno, nadamos río arriba, pasamos por el arroyo, llegamos al manantial. Ahí vemos a quienes comienzan, a los que son pocos, a los menos. No los hablamos, no los saludamos, no les decimos qué hacer, no les decimos qué no hacer. En cambio los escuchamos, los vemos con respeto, con admiración. Y ellas, ellos, tal vez nunca reparen en esa pequeña flor roja, tan parecida a una estrella, tan pequeña que apenas es una piedrita, y que nuestra mano deja abajo, cerca de su pie izquierdo. No porque queramos decirles así que la flor-roca era nuestra, de las zapatistas, de los zapatistas. No para que esa piedrita la tomen y la arrojen contra algo, contra alguien, aunque no falten ganas ni motivos. Sino tal vez porque es nuestro modo de decirles, a ell@s y a tod@s nuestr@s compas de la Sexta, que las casas y los mundos empiezan a construirse con pequeños guijarros y luego se crecen y casi nadie se acuerda de esos pedruscos que empiezan, tan pequeños, tan poca cosa, tan inútiles, tan solos, y entonces viene una zapatista, un zapatista, y la ve a la piedrita y la saluda y se sienta a su lado y no hablan, porque las pequeñas rocas, como los zapatistas, no hablan… hasta que hablan, y luego el caso, o cosa, según, es que se callen. Y no, no se callan nunca, lo que pasa es que luego no hay quien escuche. O tal vez porque vimos más lejos en el calendario y sabíamos, antes, que esta noche llegaría. O tal vez porque así les decimos, aunque no lo sepan, pero lo sabemos nosotros, que no están sol@s. Porque es con l@s poc@s que las cosas inician y reinician.

-*- 

Ustedes no nos vieron antes… y siguen sin mirarnos.

Y, sobre todo, no nos vieron mirarlos.

No nos miraron viéndolos en su soberbia, estúpidamente destruyendo los puentes, socavando los caminos, aliándose con nuestros perseguidores, despreciándonos. Convenciéndose de que lo que no existe en los medios simplemente no es.

No nos vieron mirándolos decir y decirse que así quedaban en tierra firme, que lo posible es el terreno sólido, que cortaban amarras de ese absurdo barco de absurdos e imposibles, y que eran estos locos (nosotros) quienes quedábamos a la deriva, aislados, solos, sin rumbo, pagando con nuestra existencia el ser consecuentes.

Pudieron ver el resurgimiento como parte de sus victorias, y ahora lo rumian como una más de sus derrotas. 

Va, sigan su camino.

No nos escuchen, no nos miren.

Porque con la Sexta y con l@s zapatistas no se puede mirar ni escuchar impunemente. Y ésa es nuestra virtud o nuestra maldición, depende hacia dónde se mire y, sobre todo, desde dónde se enciende la mirada. 

(continuará…)

Desde cualquier rincón, en cualquiera de los mundos.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Febrero del 2013.

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