El nombre y empleo de este artefacto explosivo, reconoce su origen en la Guerra de Invierno (aunque también se utilizó primero en la Guerra del Chaco, Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial). En aquella época Viacheslav Mólotov (Comisario del Pueblo para los Asuntos Exteriores de la Unión Soviética), comunicó por radio a la población finlandesa durante la guerra, que el ejército ruso no estaba bombardeando sino enviando alimentos. Sarcásticamente, los fineses empezaron a llamar a las bombas rusas «canastas de comida Molotov». El ejército finlandés declaró que si «Molotov ponía la comida, ellos pondrían los cócteles».
En los modelos clásicos, un trapo o pedazo de tela en la boca de la botella sirve como mecha. Se inflama la mecha y se lanza. Al romperse el cristal, el contenido se esparce a la vez que entra en contacto con la llama y se incendia. El aceite de motor hace que la gasolina se adhiera a cualquier superficie.
En los cócteles de impacto, en lugar de mecha, se utiliza ácido sulfúrico e hidróxido de potasio. Al lanzarse la bomba, el cristal se rompe y el ácido entra en contacto con la potasa generando una fuerte reacción exotérmica (aumento brusco de la temperatura), que hace inflamar el combustible. Además de los daños por el fuego, se añade el daño corrosivo del ácido. Otra característica de la bomba de ácido es que en los enfrentamientos nocturnos no revela la posición del lanzador.
Se ha empleado principalmente en los conflictos urbanos, dada su fácil elaboración y bajo costo.
También se usa en la manifestaciones violentas o motines en varios países contra la policía antidisturbios. Tuvo gran éxito como arma antitanque, usándose inicialmente durante la Guerra Civil Española por parte de los sublevados, además de su efecto terrorífico para la moral de las tropas enemigas.
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