Pues sí, arresulta que acá vengo otra vez. No rápido vine, sino que ya tardé ya, sí. Así es de por sí.
Pero es que a veces debemos los muertos venir a hablar y contar de los pequeños pedacitos del corazón de nadie.
Porque ya no los tenemos, porque nos hacen falta.
Yo me llamo Elías Contreras. Bueno, no así me llamo. Que sea que es un mi nombre de lucha porque yo soy zapatista. Y ahora vengo a hablarles de una compañera.
Una vez lo leí un libro de uno que se llama Quijote. No acuerdo si así se llama o así se apedilla o de repente es un su nombre de lucha. Bueno, pues arresulta que este Quijote se pasó la vida luchando por los débiles y pues no bien le va sino que mal porque mucho lo maltratan y lo burlan.
Pero arresulta que él no se desmaya, sino que sigue. Bueno, pues el libro ése termina que el señor ése Quijote, cuando ya va a morir ya, dice que se equivocó, que estaba loco. Pero no eso queda en la cabeza de uno, o una, según. Que sea que uno, o una, según, no se acuerda que ese señor al morir se arrepintió. Sino que uno, o una, según, se recuerda todo el tiempo que luchó y uno, o una, según, se ríe así nomás, quedito, como no queriendo. Y uno, o una, según, no se ríe porque muchas chistosadas le pasan, sino porque sabe que de por sí eso es lo que cuenta: luchar en la vida.
Y entonces como que uno, o una, según, entiende que la muerte necesita tener su tamaño.
Y sólo lo tiene cuando se pone al lado de una vida.
Una vida no es una muerte.
Sin hacer bulla, sencilla y decidida, como de por sí es la gente en las grandes decisiones, la Olga vivió de nuestro lado. Se dice fácil, pero no lo fue.
Nosotr@s de por sí acá estamos, no tenemos para dónde hacernos.
Sólo nos queda morir una y otra vez… para vivir.
Pero hay quienes sí pueden escoger.
Y acá una vida vale por esa elección.
Porque hay quien elige estar con l@s de abajo pudiendo elegir estar arriba.
A saber por qué hacen así. Tal vez lo traen ya en la sangre, que sea de familia, tal vez lo aprenden, tal vez algo pasa en su camino que l@s hace escoger este lado, escogernos.
No fue por debilidad ni por egoísmo que se fue, sino que se enfermó nomás.
Pero no es el último momento lo que define a una persona, lo que la marca, sino que, como quien dice, es lo que eligió hacer con su vida.
Una muerte no es sólo una muerte, eso es una mentira que venden allá arriba. Y pues a veces uno, o una, según, compra esa muerte con dolor, con llanto, con desesperación. Y entonces la muerte es grande, pesada, oscura. Y uno, una, según, no halla dónde ponerla. Es tanto lo que hace falta, lo que se necesita, que se olvida que hubo y hay una vida. Y si tenemos la memoria como abandonada por la pena, pues más se nos olvida.
Por eso vine nomás. No tardo.
Sólo un poco estoy para recordarles, para que no olviden.
Que sea que hoy vengo a decir aquí, a decirles, a recordarles que este pedacito de nuestro corazón que hoy nos falta, fue y es también una vida.
Una vida que, pudiendo estar en el lado opuesto y arriba, eligió estar con l@s más débiles, l@s más pequeñ@s, l@s arrinconad@s por la historia: nosotr@s.
Bueno, pues ya tardé hablando.
Ya me voy ya.
Sólo vine a ayudarles a recordar y a ponerle una flor a este pedacito del grande corazón de nadie.
Elías Contreras.
Comisión de Investigación del EZLN.
En nuestro país que se llama México
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