sábado, 29 de septiembre de 2012

Me estás matando dulcemente con tu capitalismo

Desde luego que partimos, en el título, de Killing me softly with his song, canción de Roberta Flack, y el programa radiofónico en la Ke Huelga Me estás matando suavemente con tu capitalismo. Que el capitalismo mata no es un dogma, es un axioma. Pero que pueda matar suave o dulcemente… es cosa de una exploración de la cotidianidad.

Los peligros de comer en el capitalismo es un libro coordinado por Jorge Veraza y publicado por Itaca en 2007, hace ya cinco años, con textos del coordinador y de Ricardo Aldana, Karina Atayde, Andrés Barreda, Rolando Espinosa, Silvia Espinosa, Gonzalo Flores, Fabiola Lara, Juan Vicente Martínez, David Moreno y Mónica Vázquez.

Los temas que aborda son el sistema alimentario capitalista (azúcar refinado y carne, también incluye la harina refinada pero no la trata aparte), el subsistema alimentario capitalista, que enmascara los problemas del sistema y lo hace aparecer como una pluralidad de opciones: comida rápida (para regresar pronto a la línea de producción) y comida chatarra. Las drogas legales: café, tabaco, alcohol y metanfetaminas. Los organismos transgénicos, los sucedáneos del azúcar refinado como el aspartame y otros edulcorantes. El sometimiento capitalista del agua, que podría dar título a los demás: el sometimiento capitalista del ser humano, el sometimiento capitalista de los alimentos, el sometimiento capitalista del medio ambiente. Y las consecuencias deletéreas, sifilíticas (en un sentido amplio, no restringido a la lúes) de ello: diabetes, obesidad, cáncer, enfermedades degenerativas y los medicamentos, como negocio alopático complementario al sistema de alimentación capitalista.

La importancia del libro es su rigor analítico y teórico, lo cual lo mantiene vigente, no solamente reúne información dispersa en muchas fuentes y la divulga, sino que la explica desde una perspectiva anticapitalista, marxista, como un continuado girar de la tuerca con la que el capitalismo somete, subsume, primero al asalariado (subsunción formal) pero luego (subsunción real) a toda la sociedad, y a nivel planetario, hasta abarcar no sólo la fábrica o el lugar de la producción, sino la ciudad, el campo, la alimentación, la reproducción de la vida de cada persona y la de la sociedad por medio de los alimentos, el agua, las medicinas y drogas controlados todos por el capital, incluso el medio ambiente.

Las alimentaciones basadas en los cereales, maíz, arroz, trigo y otros pocos productos, como la papa, son sustituidas (colonizadas y casi arrasadas, por lo menos desplazadas) por el capitalismo. En su lugar pone al azúcar refinado, esclavista desde su cultivo, desprovisto de vitaminas, minerales y de todo nutriente hasta aportar solamente calorías vacías: energía pura, de manera que una bebida dulce (como la Coca Cola) es energía para mantener hiperactivo al trabajador y funcionando para producir valor para el capital: aunque en ello le va la vida al consumidor, porque le destruye desde los dientes hasta el páncreas, el hígado, lo descalcifica, lo hace obeso, le da diabetes, glaucoma y así. El azúcar blanco no es atacado por insectos, porque ninguno lo considera alimento, no satisfaces sus necesidades de nutrición. No fermenta, es puro y abstracto como el dinero, es el dinero del sistema de alimentación capitalista, energía pura para producir valor abstracto capitalista.

Pero el cuerpo humano, tratado como máquina de producir, no necesita solamente calorías sino proteínas, y la manera más directa para reproducir masa corporal es la carne. Al principio vista como un progreso de la clase trabajadora, porque antes comían mucho menos carne los pobres, pero luego fuente de todo tipo de males, en conjunto con el azúcar y las harinas refinadas.

Además producir carne destruye el planeta, para producir vacas, cerdos, pollos y peces, cada vez más mediante procesos industriales (aunque los métodos extensivos también son ecocidas), se desplazan biomasa, ecosistemas, flora y fauna, se sobreexplotan y contaminan la tierra y el agua, se producen más polución y enfermedades. Granjas Carroll en Puebla y Perote como ejemplo cercano.

Ante los males que ha generado, el capitalismo responde buscando sucedáneos, como la sacarina, el aspartame, la fructosa y otros edulcorantes sintéticos o transgénicos, pero producen más cáncer, enfermedades nerviosas y otras. De suyo el azúcar (molécula muy parecida a la cocaína) produce adicción, y un ciclo de euforia y depresión que genera dependencia, adicción al azúcar. Además engancha a los adictos desde niños en sus dulces redes. Las drogas legales son las funcionales al productivismo capitalista: los estimulantes como café, tabaco y metanfetaminas, que permiten retardar el cansancio, el hambre y el sueño, y generar hiperactividad y euforia. (Los energetizantes para aguantar la fiesta toda la noche y levantarse por la mañana tipo RedBull). Ponerse como la ardilla de Vecinos invasores. Y el relajante alcohol que permite aflojar los nudos, hacer vida social y evita que los obreros linchen al patrón cualquier lunes.

El agua, atacada por el capitalismo bajo la forma de su contaminación (sobre todo por el petróleo y derivados) por los procesos de industrialización y urbanización, destruido su ciclo por la sobreexplotación, los embalses, la pavimentación que impide recargar mantos freáticos, y los procesos de tratamiento, privatización, venta embotellada, toda una tecnología que prometiendo acabar la crisis la profundiza, igual que la vieja revolución verde y la nueva contaminación transgénica, pero con el agua se especula sacarla de los lugares más remotos o profundos, desalinizar el mar, tratarla física y químicamente, profundizando su privatización y su sometimiento al capital. Incluidos los pagos por servicios ambientales que la meten al mercado, donde las empresas la quieren.

De la medicina ya para qué hablamos: Subordinada a los daños que causa el sistema de alimentación capitalista, administra enfermedades, síntomas, incapaz de morder la mano del amo que sigue vendiendo comida chatarra súper endulzada y súperengordante. Los autores intentan divulgar, hacer asequible la información. Incluso ponen ejemplos con películas conocidas y accesibles que el público puede ver o recordar como Superengórdame (buen documental y excelente complemento del libro), Pollitos en fuga (sobre el sacrificio de los pollos al dios capital, una de dibujos animados), El smoking (la comicidad de Jackie Chan y el tema del agua que provoca más sed para dar más ganancia al emporio).

El capitalismo genera un círculo vicioso, con alimentos que dañan, de sabores, texturas, formas y colores diseñados para causar adicción no sólo física sino psicosexual, y hasta tanática, sino hay que ver la cajetilla de los cigarros. Como el cantinero que da botanas saladas y picosas para que el cliente pida más cervezas. En tiempos de poco dinero, en las tiendas no se dejan de vender refrescos y cigarros.

Pero el libro no deja de mencionar las alternativas, desde quienes impulsan procesos alternativos para comer sano, producir alimentos orgánicos o artesanalmente cuidados, luchar contra las megaempresas con boicots como los que han enfrentado Coca cola y McDonalds, las luchas por el agua y el medio ambiente, sea contra su contaminación, contra su privatización o contra su embalse, desvío y el despojo a comunidades. 

Subrayan la necesidad de comprender que es un proceso sistémico cuyos componentes se complementan y entre todos profundizan las crisis en distintos grados de desarrollo, latentes, álgidas, quizá algún día resolutivas, si las luchas se unen y juntas potencian su fuerza contra el monstruo de muchas cabezas que nos mata suave y dulcemente.

Animados por el ejemplo de estos autores, podemos recomendar, además de las ya mencionadas, otras películas que tratan el tema de la crisis del agua en dibujos animados y pueden complementar la información y el diálogo, el debate y la organización: Animales al ataque (United Animals) y Rango.

Javier Hernández Alpízar.

Comandante Abel

El gobierno de Chiapas, encabezado por Juan Sabines, utiliza a una parte de las autoridades de las comunidades de San Patricio y Unión Hidalgo, para desmentir las recientes incursiones y agresiones de la policía y de los paramilitares en contra de las bases de apoyo zapatistas del nuevo poblado Comandante Abel, quienes desde hace 20 días se encuentran refugiadas en San Marcos y en Zaquitel Ojo de Agua.

En una agresión doble, pues intenta descalificar a las comunidades del EZLN y al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, el gobierno de Chiapas difunde supuestas declaraciones de autoridades comunitarias (de las que no se proporciona nombre ni apellido), señalando que no están agrediendo ni disparando contra la comunidad zapatista.

Recientes testimonios, audios y un video difundido este viernes por los colectivos y centros de derechos humanos que realizaron una caravana de observación y documentación a Comandante Abel, confirman la veracidad de las agresiones realizadas por el grupo paramilitar Paz y Justicia y el hostigamiento de la Policía Estatal Preventiva (PEP). Nada ha inventado el Frayba, que es sólo una más de las organizaciones que han difundido las denuncias.

No es la primera vez que el gobierno de Sabines habla a nombre de supuestas autoridades comunitarias y difunde desmentidos. Ésta ha sido su política durante seis años de gobierno, advierte Víctor Hugo López, director del Frayba.

La caravana de observación, que entregó su informe el pasado 25 de septiembre, confirma la construcción de casas dentro de territorio zapatista. No sólo son testimonios y voces en audio, sino un video que demuestra las agresiones. Estas imágenes no pueden desmentirse.

Un hecho importante de la información del gobierno estatal es que confirman lo denunciado por el Frayba y los integrantes de la caravana de observación, incluyendo la red de medios libres de Chiapas, en cuanto al campamento de policías que instalaron en la comunidad.

Sabines se esfuerza en promover la imagen de "defensor de derechos humanos" y desmiente los disparos de armas de fuego en contra de los zapatistas, pero todo está perfectamente documentado. Están las imágenes de los agujeros que dejaron las balas y los testimonios de los zapatistas refugiados.

"No queremos confrontaciones ni provocar, porque es la misma raza indígena como nosotros, aunque sean de otros partidos. Sólo que ellos están vendidos con el mal gobierno", explican los zapatistas que resisten en Comandante Abel.

La situación es alarmante. Los paramilitares amenazan a los zapatistas, las condiciones del refugio son precarias y continúan los ataques a los defensores de derechos humanos.

Gloria Munoz Ramírez

jueves, 27 de septiembre de 2012

Los videojuegos.

Confieso. He matado, atropellado, traficado, robado coches. Me he enfrentado a la policía con armas de guerra. He bombardeado, manejado VANT (Vehículo Aéreo No Tripulado), cañoneado y usado napalm. Pero también he combatido con la resistencia vietnamita, con La Nueve en Paris y he colocado la bandera roja en el Reichstag... y todo sin salir de casa, a través del ratón y el teclado o del mando de la videoconsola.

Sí, soy un jugón, desde que me alzaba de puntillas para llegar a los mandos de las famosas máquinas mata marcianos hasta que los ordenadores y las videoconsolas se abarataron y pudimos disfrutar en nuestras casas de las emociones virtuales sin gastarnos la paga de los domingos.

Por contra, no he cometido ninguno de esos actos delictivos, ni he participado en esas acciones heróicas contra el fascismo o el imperialismo, pero tampoco dejé de jugar al futbolín o al escondite ni de devorar todos los libros que caían en mis manos.

En el debate sobre los videojuegos hay muchos mitos, montones de mentiras y un mar de prejuicios. No niego que haya aspectos negativos: pueden desvirtuar la realidad, crear adicción y hasta ser detonante de trastornos. Pero no más que muchas otras cosas. No más que el fútbol, las películas, los programas de realidad sensacionalista o, incluso, un cuchillo en manos de una persona con una enfermedad mental agresiva.

Reducir todo a pontificar desde la simplicidad lleva a prohibir la herramienta sin solucionar los problemas, que no son de la herramienta, sino de las personas. Y el mal uso de esta herramienta de realidad virtual, por ejemplo, en manos de los adolescentes manifiesta una negligente actuación por parte de sus educadores, incapaces de contener o de hacer entender la necesidad del control sobre las pulsiones humanas.

Pero lo que me preocupa sobremanera es el uso de estos juegos para la transmisión del pensamiento dominante, tanto del hedonista como del que difunde los valores de la mafia o del imperialismo estadounidense. Ideales en la órbita de un mundo capitalista que desde el neoliberalismo busca una remozada vuelta al antiguo feudalismo.

La mayoría de las veces creemos que el secuestro de la información, por parte de las transnacionales y el poder financiero, son lo que determina y mantiene la hegemonía de éstos. Yo no pienso así. Creo que la mayor parte del control proviene de lo que en el mundo anglosajón se llama “entertainment”, el ocio o entretenimiento. La poderosa industria cultural estadounidense perfeccionada en el marco de la guerra fría y que junto con la carrera de armamentos acabó siendo determinante para derrotar al campo socialista.

Me estoy refiriendo a la Industria Cultural con mayúsculas, esa que produce música, literatura, cine y televisión que, además de entretener, es capaz de crear modelos sociales para imitar y que se introducen hasta en nuestros sueños, en nuestros más íntimos anhelos.

A toda esa poderosa arma de crear modos de vida se suma la gigante industria de los videojuegos, tan grande e importante, que hoy mueve más dinero que el cine y la televisión juntas.

Tanto por negocio, como por penetración, supone una poderosa arma creada para modelar y persuadir, sobre todo cuando la mayoría de los destinatarios son personas jóvenes con la personalidad a medio construir.

Cuando nos detenemos en la temática de los juegos populares, vemos que algunos se centran en el puro pasar el tiempo, los más en asumir diferentes roles (cantante, jugador de futbol, piloto, gangster, guerrero, habitante de mundos virtuales,... ), unos pocos en la inteligencia o la cultura y a partir de la llegada de los sensores de movimiento, también en la práctica de la gimnasia o el deporte virtual. Pero donde se pone más énfasis a nivel ideológico es en los videojuegos de pura acción bélica, sea táctica, estratégica o solamente de “moverse y disparar”.

Los armazones sobre las que se construyen estas superproducciones virtuales, son tan actuales que llegan a basarse en los supuestos estratégicos que maneja el Pentágono y que por alguna razón se deciden a difundir, supongo que para testar.

Yo he jugado combatiendo con fuerzas especiales estadounidenses en un México desestabilizado por un “villano” que pretendía soberanía, en una Cuba “democrática” contra la amenaza de una vuelta al socialismo, contra la reconstrucción de los soviets en naciones de la extinta URSS, en Líbano y Palestina contra sus resistencias, en Asia contra lo que vendría a ser la Organización de Cooperación de Shangai, en Venezuela contra el proyecto revolucionario o en un área no definida de Sudamérica contra la futura organización de defensa del ALBA.

No solo son, como decía antes, supuestos tácticos conocidos, son supuestos estratégicos a futuro que se hacen con la intención de que los jóvenes de hoy vayan asumiendo quienes son los “malos” y quienes los “buenos”. Por supuesto los “malos” somos quienes queremos un mundo multipolar donde naciones soberanas puedan hacer uso de sus recursos y/o los que creemos en un justo reparto de la riqueza y los “buenos” son los que restauran el orden contra los “locos populistas dictadores” que pretenden acabar con la “democracia”.

Me queda fuera de toda duda que esas ideas permanecen en el subconsciente y que son semillas que germinarán en el marco de las guerras democratizadoras, con el abono de los grandes medios de información y el aderezo del barniz humanitario de sus oenegés.

Por eso me extraña que en el ámbito de las naciones que pelean por su soberanía y la verdadera independencia, como las que integran el ALBA, no exista un proyecto que asuma los videojuegos como parte del contraataque cultural. Al contrario que la resistencia libanesa que, con sus precarios medios, creó un juego donde se asumía el rol de guerrillero antisionista, no entiendo como los jóvenes de la América Latina emergente no pueden jugar a defender Girón, emular a Bolívar en su batalla por la independencia, combatir a Batista en Sierra Maestra, pilotar un Mig-23 contra los racistas de Pretoria en Cuito Cuanavale, participar en la insurrección popular sandinista contra Somoza, resistir la invasión gringa en Dominicana o alzarse junto a Tupac Amaru contra el colonialismo.

Que se deje en manos de los enemigos estas poderosas herramientas de ocio, formación y propaganda es una absoluta irresponsabilidad producto de un puritanismo forjado en base a miopes prejuicios morales. 

Javier Couso.

[España] Querido policía

Querido policía, déjame felicitarte por lo de ayer [martes]. Te portaste como un hombre, te ganaste a base de porrazos la paga extra que te habían quitado y cumpliste a la perfección el encargo de apalear al pueblo.

Es cierto que para otras cosas, la verdad, no vales, por ejemplo, eres incapaz de distinguir un hueso de pollo de un hueso de niño, con lo cual una simple investigación por asesinato acaba transformándose en un circo mediático y un pobre paleto te chulea durante meses, pero es que tú no estás para eso, querido policía, a ti no te pagan para pensar ni para sumar dos y dos siquiera. Lo tuyo es intimidar, montar follón, colarte dentro de una pacífica multitud y caldear los ánimos, manejar la porra y pegar hostias. Y lo cierto es que para eso no tienes precio, aunque el despliegue militar de ayer (con casi 1.500 efectivos, carretadas de lecheras, helicópteros, caballos, vallas, pelotas de goma) le haya salido por un pico al contribuyente. Con lo que te pagaron ayer a ti y a tus colegas por acojonar y romper huesos, se podía haber construido un colegio.

Da la casualidad de que ayer pasé frente al Congreso, no por Neptuno, sino por la Carrera de San Jerónimo, y vi la tremenda multitud a la que tenías que hacer frente: muchos jubilados, algunos con bastón, una señora armada de un silbato, otra con una camiseta contra los recortes, un montón de jóvenes de ambos sexos, unos cuantos fotógrafos, e incluso una pareja de ciegos que paseaba de arriba abajo tentando el aire. Aunque para ciego tú, querido policía, ciego y sordo, blindado de arriba abajo, envuelto en tu escudo y tu casco pretoriano para demostrar una vez más que no estás ahí para defender al pueblo sino para todo lo contrario. Al verte, tan chulo, tan orgulloso de tu fuerza, recordé a aquel anti-disturbios que me tropecé ventitantos años atrás, en una manifestación universitaria, un tipo grande como una montaña al que oí gruñir mientras acariciaba la porra: “Qué ganas tengo de repartir hostias”.

Querido policía, sigues siendo la misma bestia sin ojos y sin alma de toda la vida, la misma máquina de golpear de hace veinte años y de hace cincuenta años. Te conocemos ya porque te hemos visto antes, te hemos visto muchas veces, vestido con ese o con otro uniforme, el perro de presa del dinero, el esbirro imprescindible de todo poder y toda época: el mismo cosaco a caballo que golpeó al pueblo hambriento hasta la muerte en la Plaza Roja, el policía gordo que apaleaba negros en Mississipi, el tanquista ruso que entró a sangre y fuego en las calles de Praga.

Querido policía, debes de sentirte muy hombre sabiendo que enfrente sólo tienes manos desnudas y palabras, debes de sentirte justificado en tu violencia cuando hasta tú te tragas tus propias mentiras y acabas por creer que estabas haciendo frente a tácticas de guerrilla urbana cuando allí sólo había gente que no venía ni a tomar el Congreso ni a secuestrar diputados sino a expresar su rabia, a gritar que ya están hartos de tanta mentira y tanto expolio. El Congreso ya está tomado por una banda de cuatreros que ha incumplido todas sus promesas, unos sicarios del poder financiero al que sirven con la misma devoción que vosotros a ellos. Ya sé que lo tuyo no es pensar, pero piensa por un momento que si la muchedumbre de ayer hubiera ido con ganas de bronca, probablemente no habrías salido tan bien parado. A veces me pregunto cómo será eso de llegar a casa con el deber cumplido cuando tu deber consiste en agarrar del cuello a una mujer, en abrirle la cabeza a un señor indefenso, en reventar a palos a un joven tirado en el suelo. Ya sé que te pagan a tanto por hostia y a doble por cabeza abierta, pero te advierto que la gente se está empezando a hartar de que la traten como a ganado, de que la ordeñen cada cuatro años y la aporreen siempre que les apetezca. 

Que duermas bien, machote.

David Torres

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mujeres que torturan

Frente a nuestra celda en el subterráneo tenebroso de la CNI de la calle Borgoño, estaba encerrada una mujer. Sus gritos se confundieron con los nuestros cuando nos dieron la primera brutal andanada de golpes, tras bajar los trece peldaños hacia el subterráneo.

Las instalaciones estaban llenas. Pocos días antes, un grupo de patriotas intentó el tiranicidio y las detenciones y razias arreciaban. En venganza habían sido asesinados cuatro personas. Una estela de terror cruzaba el territorio. Las celdas del cuartel de Borgoño eran amarillas y medían cinco pasos cortos de largo y de ancho, a lo más un metro veinte. Una puerta de fierro, una ventanilla y un camastro de concreto.

A la mujer de la celda de enfrente la torturaban mucho. Le preguntaban por el desembarco de armas de Carrizal [fallida operación llevada a cabo por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez a mediados de 1986, donde se introdujeron en Chile más de 60 toneladas de armas y municiones] y sus gritos aumentaban nuestro miedo en esos pasadizos monstruosos. La televisión era subida de volumen y se oía la voz inconfundible de Enrique Maluenda. Por los gritos que llegaban a pesar de la televisión, era posible saber que el trato dado a la mujer era mucho más terrible que el reservado a los hombres. Al que estaba a cargo de la tortura lo reconocíamos por el ruido que hacía con una cadena y por su silbido, cuando iba por alguien a las celdas. Entonces, comenzábamos a tiritar.

A la prisionera de la celda de enfrente era una mujer la que la llevaba a la sala de tortura. La sacaba en medio de amenazas, golpes, ofensas, humillaciones, sin importarle su llanto aterrado ni sus súplicas. Y luego, desde nuestras celdas, podíamos escuchar, a pesar del Show de la una, cómo la torturaban. Al rato, era devuelta a su celda, llorando de una forma desgarradora, mientras la mujer a cargo de su vigilancia le propinaba un trato brutal de golpes, insultos y amenazas.

La voz de esa mujer torturadora causaba un miedo adicional en esos pasillos del terror, pero era la de una mujer común. No tenía una carraspera adjudicable a una loca, ni la ronquera de una poseída, ni el balbuceo de una alcohólica. Parecía ser la de una oficinista, una dueña de casa, una vendedora. No tenía voz de torturadora. Pero lo era.

De vez en cuando, en la noche, la mujer de la celda de enfrente se ponía a gritar. Serían sus pesadillas, sus dolores, su terror. Entonces aparecía la mujer que la custodiaba, abría la celda y la golpeaba e insultaba de una manera mucho más brutal, cruel y agresiva a como lo hacían los hombres, sus colegas y jefes de la CNI.

Una mujer aterrorizaba a otra mujer indefensa, rendida, torturada, en el límite de sus fuerzas, presa de la desesperación y del miedo más profundo.

Estos recuerdos aparecen en el momento en que se ve al contingente de carabineras que fue encargado de sacar a las muchachas del Liceo Carmela Carvajal, quienes mantenían tomado su colegio en una muestra soberbia de dignidad y solidaridad. Fueron detenidas y golpeadas de una manera insana.

No hay entre las muchachas dos opiniones respecto de esas mujeres policías en su rol indigno de carceleras. Maltrataron, humillaron, golpearon con ferocidad, con un lenguaje grosero y una brutalidad que el sentido común cree propio de los hombres y no de las mujeres. Las niñas coinciden que esas mujeres vestidas de verde fueron mucho más agresivas y malas que sus colegas hombres: “Son más perras”, dijeron a coro. 

Varias preguntas quedan en el aire: ¿Qué proceso traumático debe sufrir una mujer para llegar a ese límite grotesco y horrible, qué agresión temprana, qué zurra paterna habrá dejado esa huella cobarde que se demuestra en toda su magnitud trágica en esas mujeres policías? ¿Qué formación reciben en sus escuelas matrices que las hace actuar como poseídas del odio más feroz contra muchachas de primero medio?

Nada bueno se puede estar incubando en esa tropa de mujeres policías, que decidieron seguir una carrera atraídas por un futuro estable. De una manera lastimosa terminaron en conductas que no aparecen en los folletos promocionales de la institución.

Conocido fue el caso de la mujer policía que durante la dictadura fue capaz de adiestrar perros para violar a detenidas. Y otras, a las que se les probó su paso por las brigadas de la Dina, que secuestraron, torturaron, asesinaron e hicieron desaparecer a personas.

Estas mujeres, a cambio de un sueldo y las posibilidades de una carrera, se someten en conciencia a la vileza de castigar sin asomo de sentimientos a una niña de escasos catorce o quince años, como parte de su currículum, de su formación integral de policía, como condición de valer militar para el ascenso. Son utilizadas por los mandos para inocular una dosis extra de miedo en las estudiantes. Son lanzadas al ataque no para hacer más blando el castigo, considerando la rudeza extrema de los subordinados varones, sino para hacerlo más perverso.

Las imágenes muestran a mujeres policías enfundadas en uniformes verdes, peinadas correctamente, usando aritos de perlas y arrastrando sin misericordia a niñas que podrían ser sus hijas. Pero que no lo serán jamás.

Ricardo Candia Cares

martes, 25 de septiembre de 2012

Los Otros, que no son Ellos, ni nosotros

El extraordinario texto de Pablo González Casanova, Luis Villoro y Gilberto López y Rivas muestra la trascendencia de la experiencia autonómica de las comunidades mayas zapatistas y la necesidad imperiosa de que se detenga la embestida contra las mismas. La exigencia está clara, como la solidaridad expresada, lo que tenemos que plantearnos es como imponer a los Otros el respeto a Ellos y a nosotros.

A estas alturas la afectación a todos los pueblos indígenas del país es una evidencia contundente del rumbo que los Otros han impreso a la nación: el Estado, aliado del capital nacional y transnacional, opera de manera cotidiana las estrategias de contrainsurgencia a través de grupos paramilitares, criminalización de movimientos y liderazgos, tácticas de divisionismo y o cooptación. También debemos preguntarnos si la fuerza lograda por el zapatismo, que en su momento contribuyó a visibilizar a los pueblos del mundo, hoy puede volcarse en justa reciprocidad solo hacia ellos o si debería pensarse en promover la unión con quienes son parte de Ellos, pues los Otros, se llamen como se llamen, sea cual fuere el partido político que los postuló, utilizan la misma estrategia localmente para desarticular globalmente las autonomías.

El enorme simbolismo de la experiencia autonómica de las comunidades mayas zapatistas puede servir de ancla para que su defensa lo sea conjuntamente con el resto de pueblos indígenas bajo el asedio de los Otros. Sólo recordemos la férrea negativa zapatista al intento gubernamental de chiapanizar lo que serían los acuerdos de San Andrés. Ya conocemos el resultado: si bien se impuso al Estado una agenda nacional, éste sigue operando regionalmente a través de gobernadores, para favorecer la confrontación social y mostrar el consabido argumento de los conflictos intracomunitarios. La masiva exigencia de la sociedad por la paz con justicia y dignidad que se expresó en 1994, en solidaridad con los mayas zapatistas, hoy parece diluirse ante el cúmulo de frentes de resistencia ante las agresiones de los Otros. La emergencia nacional es amplia, indígena, campesina, obrera, estudiantil, magisterial, entre otros sectores, como también lo es la de Chiapas, donde las agresiones no solo están dirigidas a las juntas de buen gobierno de Morelia, La Realidad y Roberto Barrios, contra la comunidad autónoma zapatista Comandante Abel, del municipio autónomo La Dignidad; también están los presos políticos Francisco Santiz López o Alberto Patishtán Gómez. Los días recientes también el Centro Indígena de Capacitación Integral-Universidad de la Tierra (Cideci-Unitierra), en San Cristóbal de las Casas, ha sido hostigado por una patrulla militar, y en el municipio de Chicomuselo se realizó el intento de despojo de 300 hectáreas que miembros de la Organización Campesina Emiliano Zapata-Democrática Independiente dirigieron en perjuicio de la Organización Proletaria Emiliano Zapata-MLN, hechos que ha denunciado la Plataforma Chiapas por la Paz con Justicia y Dignidad. Por otra parte, en Guerrero, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) se enfrenta a conflictos cada vez más complejos, con actores que sirven directamente o indirectamente a los Otros; ni qué decir de Michoacán, con la experiencia autonómica de Cherán o la resistencia en Ostula; los wirrárikas también se defienden frente a los embates de las mineras que son parte consustancial a los Otros. O las comunidades rarámuris, que los próximos días realizarán su tercer encuentro para afinar estrategias de defensa territorial. Los Otros no se detendrán si la fuerza de Ellos y Nosotros no es suficiente para imponerles la paz, si el resto de la sociedad avasallada no asume, como lo hizo en 1994, que luchar con Ellos tenía sentido para la dignidad de todas y todos. Los Otros se sienten seguros: la imposición es un hecho; no importan los valores, no es su juego, menos si esos valores son profundos y no convertibles a monedas de cambio retórico; el interés está puesto en profundizar el proyecto neoliberal a toda costa, por todos los medios. No es casual que en este sexenio, en su final, el ocupante de Los Pinos rompió sus votos de silencio respecto al zapatismo y los pueblos indígenas para hablar de un libro de quien ha sido emblemático para el panismo e incluso, décadas atrás, para la lucha democrática y ahora pretende serlo para los pueblos indígenas, ostentando una labor dirigida a restar fuerza a las comunidades zapatistas.

En marzo de 2001, en el histórico cierre en el Zócalo de la Marcha por el Color de la Tierra, los representantes rarámuris regresaron a sus comunidades a contar que Ellos son muchos, que ya el subcomandante Marcos los nombró a todos y ésa era una noticia que les daba esperanza. ¿Por qué no retomarla justamente cuando los Otros se preparan para cerrar el paso a las aspiraciones y proyectos autonómicos?

Magdalena Gómez

domingo, 23 de septiembre de 2012

Ellos son nosotros

El movimiento de los mayas zapatistas encabezado por el EZLN se ha convertido en un referente nacional y mundial por sus logros en la construcción de procesos autonómicos que se fundamentan en los principios de una democracia participativa en la que se manda obedeciendo los acuerdos de las comunidades, en la que el gobierno se concibe como un servicio en el que todos y todas tienen responsabilidades que cumplir, en la que el bien de la colectividad es su objetivo y razón de ser y en el que se respetan todas las creencias religiosas.

A partir de una dignidad recobrada, que se refrenda diariamente, las juntas de buen gobierno y los gobiernos autónomos municipales han logrado avanzar de manera notable en rubros importante como la salud, la educación, la producción y comercialización de productos comunitarios, bajo una perspectiva autosustentable y redistributiva. En un contexto de emergencia nacional causada por el mal gobierno al servicio del capital y el imperialismo mundial encabezado por Estados Unidos, las experiencias zapatistas y las de otros pueblos indígenas que en la geografía del país optaron por la autonomía, constituyen el otro polo equidistante a los saldos de miseria, muerte, entreguismo y represión que deja el sexenio que termina y los malos augurios del que inicia por medio del fraude y la imposición.

Esta otra forma de ejercer el poder, practicar la política y asumir formas de convivencia social solidarias se ha desarrollado a pesar del acoso permanente de una estrategia de Estado basada en la recolonización de los territorios para apoderarse de sus recursos, en la contrainsurgencia, el cerco de penetración militar y policial, los intentos sistemáticos de cooptación, infiltración y provocación, y si todo esto no funciona, la acción directa de grupos paramilitares que golpean a mansalva a las comunidades, que invaden sus tierras liberadas, queman y destruyen casas, escuelas, clínicas, cosechas y enseres, que provocan el desplazamiento de sus poblaciones y que se arrogan, en suma y gozando de impunidad, el papel del martillo clandestino estatal sobre el yunque del Ejército, siempre omnipresente, y la gestión facciosa del Poder Judicial, presto para criminalizar a zapatistas y a integrantes de sus bases de apoyo. Conocemos de los ataques y hostigamientos a partir de las denuncias de las juntas de buen gobierno de Morelia (en especial el ejido Moisés Gandhi), La Realidad y Roberto Barrios, y en particular, las acciones de contrainsurgencia contra la comunidad autónoma zapatista Comandante Abel, del municipio autónomo La Dignidad, que se encuentra sitiada por paramilitares y policía estatal, en un modus operandi que muestra la complicidad y vinculación directa entre paramilitarismo y las fuerzas represivas del Estado.

Esta agresión a las comunidades mayas zapatistas ya ha sido denunciada en los ámbitos nacionales e internacionales por diversos colectivos, gremios y organizaciones que consideran como propios los alcances civilizatorios de sus procesos autonómicos y de sus propuestas para el rescate-reconstrucción de una nación donde quepamos todos y todas y de una lucha anticapitalista basada en la participación colectiva y protagónica de los explotados, discriminados y oprimidos que abajo y a la izquierda resisten el control y la dominación de los trabajadores, que se suman a la lucha de los pueblos contra la ocupación integral de sus territorios y recursos, que denuncian el vaciamiento y el descrédito de una democracia tutelada por la dictadura mediática, los poderes fácticos y el crimen organizado dentro y fuera del mal gobierno.

Estos colectivos que acompañan a los mayas zapatistas y a su Ejército Zapatista de Liberación Nacional sienten también en carne propia la acometida del Estado mexicano por medio de sus fuerzas armadas y sus paramilitares en contra de los municipios autónomos, en el entendido que ellos son nosotros, que no han estado ni están solos, que si tocan a uno nos tocan a todos.

No hacer caso de las palabras de indignación de quienes en la nación y en el mundo entero nos solidarizamos con nuestros hermanos zapatistas y reclamamos el cese inmediato de la embestida criminal es un acto más de violencia suprema contra México y contra la humanidad.

Pablo González Casanova, Luis Villoro y Gilberto López y Rivas

sábado, 22 de septiembre de 2012

Ratas, cáncer y políticas transgénicas

Nuevas evidencias científicas de investigadores en Francia muestran que el maíz transgénico produce cáncer en ratas, mientras que el glifosato, el herbicida más usado en los transgénicos, es causante de deformaciones en fetos humanos, estudios realizados por el doctor Andrés Carrasco y científicos en Argentina.

Aunque informes sobre el glifosato y estudios anteriores sobre transgénicos mostraban evidencias de problemas serios a la salud y al ambiente, el gobierno mexicano autorizó en 2012 más de mil 800 hectáreas de plantaciones a campo abierto de maíz manipulado genéticamente, la mayoría con el mismo gen de Monsanto (603) que provocó cáncer en ratas en los experimentos franceses.

En el estudio realizado por CRIIGEN (Comité de investigación y de información independiente sobre genética, por sus siglas en francés), Universidad de Caen, Francia, se alimentaron durante dos años a 200 ratas, dividas en 10 grupos, con diferentes raciones. Unas con maíz transgénico NK603, resistente a glifosato pero sin aplicarlo, otras con el mismo maíz transgénico con glifosato, y otras con glifosato disuelto en el agua que bebieron, además de un grupo de control que no recibió ninguno de los elementos anteriores. Las ratas alimentadas con maíz transgénico murieron prematuramente y tuvieron una frecuencia de tumores de 60-70 por ciento contra 20-30 por ciento en el grupo de control.

Gilles Eric Seralini, director de CRIIGEN, señaló que es un estudio único en el mundo, porque todas las pruebas que han conducido las empresas no superan los tres meses, mientras que este experimento abarcó todo el periodo de vida esperado de las ratas. Justamente, un elemento significativo es que la mayoría de los problemas aparecieron a partir del cuarto mes, por lo que Seralini afirmó que el tiempo elegido para otros experimentos fue intencionalmente corto para evitar la mayoría de los síntomas.

Varios "científicos" que funcionan como cobertura de la industria de los transgénicos –vinculados o financiados directa o indirectamente por ésta– atacan los estudios del CRIIGEN, señalando supuestas inconsistencias, como que también el grupo de control desarrolló tumores. Pero esto es lógico, porque se usaron ratas que tienen tendencia a expresar tumores y nunca se permite que vivan tanto tiempo. El dato significativo es la enorme diferencia de porcentajes. Además de tumores, los grupos de ratas expuestas a transgénicos y glifosato presentaron problemas serios renales y en el hígado.

El gobierno francés, frente a los resultados de los experimentos, decidió abrir un periodo de verificación de los estudios. De confirmarse su toxicidad podrían definir que se prohibiera cualquier importación y su uso incluso como forraje. Plantar maíz transgénico no está permitido en ese país, justamente por estudios anteriores sobre la posible toxicidad e impactos ambientales del maíz NK603 y Mon810 de Monsanto. En lugar del apuro con que algunos biotecnólogos –incluso en México– tratan de defenestrar los experimentos, la actitud coherente y responsable sería verificar este estudio y realizar otros, ya que los transgénicos que están en el mercado se aprobaron basados casi al 100 por ciento en datos entregados por las propias empresas que los venden.

Siendo México centro de origen del maíz y además el país con mayor consumo humano de maíz en el mundo, lo lógico sería que primara el principio de precaución estrictamente, tanto por los riesgos a la salud humana como por los impactos sobre la biodiversidad y los múltiples significados que el maíz tiene en México para sus culturas y su población.

Sin embargo, pese a que la comisión de bioseguridad en México (CIBIOGEM) ha recibido numerosos, extensos y sólidos argumentos científicos y técnicos para no permitir la siembra –ni experimental, ni piloto y mucho menos comercial– de maíz transgénico, los ha ignorado todos intencionalmente, colocando en riesgo los intereses de la población para favorecer exclusivamente los de Monsanto, la trasnacional que controla más de 85 por ciento de las semillas transgénicas en el mundo.

El acuerdo para asegurarle a Monsanto sus intereses contra la población de México y contra su principal patrimonio genético alimentario, lo aseguró Bruno Ferrari, actualmente secretario de Economía, pero antes funcionario de Monsanto. En 2009, Ferrari, entonces director de ProMéxico, concertó una reunión entre Felipe Calderón y el director ejecutivo de Monsanto, en el Foro Económico Mundial de Davos. Volviendo de esa reunión, el gobierno anunció que rompería la moratoria que existía desde 1999 contra la plantación de maíz transgénico, aunque ninguna de las razones que los expertos expusieron para fundamentar y decretar la moratoria hubiesen cambiado. Al contrario, con el paso de los años, empeoraron las condicionantes de riesgo que fundamentaron la moratoria contra la siembra de maíz transgénico en 1999.

Los transgénicos usan muchos más tóxicos y producen menos que las semillas híbridas, además de la multitud de riesgos e impactos a la salud y al ambiente que crecen todo el tiempo, ya que las plantas se vuelven resistentes y hay que usar compuestos cada vez más tóxicos.

Hay 10 mil años de trabajo campesino y décadas de investigación agrícola pública en semillas no transgénicas que enorgullecen y sobradamente bastan para cubrir las necesidades de toda la población en México. Permitir la liberación de transgénicos en el país es un acto de extrema irresponsabilidad y un crimen histórico.

Silvia Ribeiro 
*investigadora del Grupo ETC

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La criminalización de la protesta en las universidades públicas

"¿Usted sabe cómo hacen los chinos para matar a los gorriones? No los dejan posar en las ramas de los árboles. Los hostigan con palos y no los dejan posar, hasta que se mueren en el aire; les revienta el corazón y caen al suelo. Los traidores (y los mediocres de medio pelo), tienen vuelo de gorrión. Alcanza con hostigarlos, con no dejarlos descansar, para que terminen yéndose al suelo. No… para la lucha hay que tener vuelo de águila. El águila vigila paciente mientras planea sin mover las alas. Aprovecha el viento y deja que los demás aleteen". 
(Eduardo Galeano, Días y noches de amor y de guerra. 1978) 

¿Dónde, cómo y porqué se criminaliza y se reprime a la protesta, a la disidencia, al pensamiento crítico? No vayamos tan lejos. ¿Dónde, cómo y porqué se criminaliza tan sólo un esbozo que difiere del que ejerce el poder? Es decir: ¿Cuál es el estado que guarda nuestro país? No haremos aquí un diagnóstico general de la situación nacional, lo cual es indispensable. Pero sí es necesario proponer una síntesis mínima en la que todos coincidamos.

Suponemos que se criminaliza en las universidades públicas o como consecuencia de la lucha en ellas. Pero hay que tener presente que lo que ocurre en las instituciones de educación superior tan sólo es un reflejo de lo que ocurre en el país y, guardando las proporciones, lo que pasa aquí también tiene su expresión nacional.

Con esto quiero decir, a riesgo de parecer simplista, que la estrategia represiva y de criminalización, que el régimen político actual aplica, es la misma para aplastar cualquier inconformidad, movilización o movimiento de la magnitud que sea y en el lugar que sea. No importa si se trata de demandas inmediatas y a corto plazo o si es un movimiento social de largo alcance. Las diferencias son mínimas y las podemos observar si atendemos dos aspectos que van unidos:

Primero, el tipo de demandas o propuestas que se realizan y, segundo, a quiénes las hacen.

Casi todas estas diferencias se encuentran en el modo en que se tratan al los conflictos en un principio. Sólo por mencionar algunos ejemplos: si es el caso de un sindicato, el conflicto se administra con negociaciones burocráticas sin salida y retorciendo las leyes laborales. Si son campesinos que defienden su tierra se intenta cooptarlos, engañarlos o sencillamente se les despoja. Si es un problema magisterial, los medios de comunicación los ridiculizan. Si son indígenas, se les desprecia de muchos modos. Si hablamos de estudiantes, se nos ignora. Si son defensores de derechos humanos, se les hostiga. Si son mujeres reivindicando sus derechos se les estigmatiza. Si el conflicto persiste y la organización se fortalece, las diferencias desaparecen y la represión se agudiza. El orden de estas respuestas primarias del régimen puede cambiar y ninguna excluye a otra. En algún momento, trátese de quien se trate, a todos les ocurre lo mismo. Depende del grado de peligro que el régimen evalúe.

La estrategia de la que hablamos parte de una única fuente: “La doctrina de Seguridad Nacional” anglosajona y europea adoptada plenamente por casi todos los gobiernos de América Latina. Esta doctrina usa términos ya agresivos como “El enemigo interno”, “Estado de excepción”, “Bajas colaterales”, “Falsos positivos”, “Guerra de baja intensidad”. Además, otros presentes desde hace tiempo en nuestro Código Penal, como “ sedición, motín, rebelión, terrorismo, sabotaje y conspiración”. La doctrina de Seguridad Nacional según Carlos Fazio, reconocido especialista y crítico de ella, es:

“… una doctrina militar. Contiene una rigidez completamente militar. Fue concebida en el marco de la guerra de espectro total contra el comunismo y el terrorismo. Su esencia es contrarrevolucionaria, antisubversiva. Entre los elementos de esa doctrina figuran los objetivos nacionales.”

Según esa doctrina “…Toda oposición supone anarquía, subversión.” ¿Pero qué tiene que ver esto con las Instituciones de Educación Superior? Pues que en el Manual de Seguridad recientemente aprobado por la ANUIES en el contexto de la guerra contra el narcotráfico, para ser aplicado en las universidades del país ,se usan más palabras de la nomenclatura militar, entre ellas: “control de la población flotante o permanente” o “actos tumultuosos”. Peor aún, este manual fue revisado y corregido por Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública Federal.

¿Qué hace este señor de la guerra, responsable de innumerables violaciones a los derechos humanos imponiéndoles este tipo de medidas a las universidades autónomas? ¿Qué no se supone que las universidades tienen la capacidad de autogobernarse y de elaborar sus normas? ¿Quién con sensatez pensaría que la seguridad dentro de un plantel escolar se debe tratar con los mismo criterios con los que se aborda la fracasada y criminal guerra contra el narcotráfico?

Más aún, en la UAM-Iztapalapa, hace poco se aprobó por sus órganos colegiados, un manualito de “seguridad interna” que se autodenomina “Manual Técnico-policiaco de seguridad”.

Ahora bien, decíamos que a todos se les aplica la misma estrategia en términos generales, independientemente del tipo de movimiento o movilización, lo cual se puede observar en el uso de tácticas iguales. Como actores colectivos, al trabajador, al campesino, al ejidatario, al indígena, al estudiante, al profesor o a cualquiera que proteste –no necesariamente en el siguiente orden y dependiendo de hasta cuando decida detenerse- se le exhibe, se ataca su credibilidad, se le ignora, desprecia, ridiculiza, despoja, estigmatiza, persigue, hostiga… A quien no sea indiferente ante cualquier acto injusto, se le prejuzga, insulta, intimida, amenaza, se le expulsa o se le despide… Si persiste, se le violenta su existencia física o psicológicamente, se le encarcela, asesina o desaparece… Es decir, se les reprime y criminaliza como sujetos políticos, no como a individuos, aunque sea en momentos distintos y aunque las consecuencias directas sean particulares. ¿Para qué hacer todo esto? ¿Para qué el régimen por medio del aparato del Estado se ocupa en gastar recursos en esto? Para castigar, intimidar, atemorizar, desmovilizar y controlar. 

¿Esto ocurre en las universidades públicas? Más concreto y para comprobar la hipótesis que tiene como título este foro: ¿En las universidades públicas se ejerce la criminalización de la protesta social? Para responder a estas preguntas cito algunos casos recientes y de algún modo cercanos:

En octubre de 2009, los funcionarios de la UAM expulsan a tres estudiantes de este por sus actividades políticas montando una farsa que ni ellos mismos creyeron. Este acto se detuvo temporalmente mediante un amparo, el cual fue resuelto negativamente en diciembre pasado, ratificando la expulsión definitiva. Lo cual significa que la “justicia” federal validó las mentiras, trampas y estupideces que los abogados de la universidad presentaron como argumentos “jurídicos” ante los tribunales y que, una y otra vez fueron rechazadas hasta que, al final del proceso jurídico, fueron extrañamente consideradas como elementos “contundentes” de prueba.

También se sancionó con exceso de severidad y de forma sumaria a trabajadores sindicalizados por defender sus derechos contractuales. Aquí podemos ver el recurso represivo del despido y la expulsión.

En marzo de 2011, funcionarios de la UAM-Iztapalapa, responden con burlas y agresiones a estudiantes a peticiones formales que hicimos para resolver problemas urgentes. Primero ocupan por la noche un espacio público de reunión y convivencia cotidiana. Luego, los estudiantes pedimos diálogo y el rector mediante su cuerpo de seguridad, nos opone su voluntad agrediendo a compañeras con patadas, empujones y gas pimienta. Al siguiente día, con acuerdo tácito con el gobierno del Distrito Federal, enviaron a los granaderos a reprimirnos cuando protestábamos por estos hechos en las inmediaciones de la universidad. Aquí se ejemplifica la táctica de la violencia.

En abril de 2011 en un desplegado en los principales diarios de circulación nacional, la rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México insulta a sus trabajadores, estudiantes y profesores, asegurando, entre otras cosas, que esa institución es un fraude. Ante esta aseveración rectores, funcionarios e investigadores de otras universidades se regocijan junto con los repetidores de mentiras e idioteces de la televisión que la invitan a dar entrevistas, en las que la señora Orozco exhibe más el tamaño de su perversión. Aquí se muestran los aspectos represivos de la exhibición, el desprecio, la ridiculización y la estigmatización.

La comunidad de dicha universidad exige su renuncia inmediata debido a que se comprueban actos de corrupción, nepotismo y persecución política contra quien disiente públicamente de ella. Ante el tamaño de la estupidez cometida, la señora Orozco es de inmediato respaldada por el grupo de poder que la instaló allí: el gobierno del D. F. En otros grandes desplegados periodísticos, algunos funcionarios de otras universidades como el ex rector de la UAM Iztapalapa, Óscar Monroy Hermosillo y el actual rector de esta misma institución, Javier Velázquez Moctezuma. ¿Coincidencia? (Ver desplegado impreso en La Jornada y Reforma del 13 de abril de 2011).

En los meses subsecuentes son hostigados, perseguidos e insultados estudiantes, trabajadores y profesores que habían sido los primeros en criticar a la actual rectora, denunciado sus atropellos y que habían exigido su revocación por su evidente ineptitud para el cargo. Finalmente, son destituidos por la contraloría (acá se le llama así, al Santo Oficio de las universidades, en la UAM se le denomina Comisión de Faltas y en la UNAM, Tribunal Universitario) de la institución varios profesores y trabajadores, mediante procedimientos igual de irregulares que los actos de la rectora. Aquí se exhibe el método del insulto y el despido laboral.

En diciembre pasado, un estudiante de la UAM es forzado a bajar de su auto con violencia y es golpeado con patadas en la cabeza y rostro por alrededor de ocho sujetos, quienes al mismo tiempo que lo agreden, lo amenazan aludiendo a sus actividades políticas. Aquí vemos amenazas y violencia física.

En octubre de 2011 es asesinado con nueve balazos el estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Carlos Sinuhé Cuevas. Semanas antes había recibido amenazas mediante su teléfono celular y su correo electrónico. Cabe destacar el conocido activismo político del compañero tanto en la UNAM como en otros ámbitos como la lucha contra la militarización y la guerra del titular del ejecutivo federal. Sin prueba alguna la Procuraduría General de Justicia del D. F., por medio de su titular, Miguel Ángel Mancera (ahora candidato del PRD a Jefe de Gobierno), se apresura a declarar que el móvil del homicidio fue “pasional”. Días después es asesinado, también a balazos otro estudiante de la misma universidad sin que hasta la fecha se sepan las causas y los nombres de los autores. En este ejemplo observamos la táctica de la amenaza, la persecución y el asesinato.

Como ustedes saben, el 12 de diciembre de 2011 son asesinados a balazos otros dos estudiantes y detenidos y golpeados otros 20, de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos en Ayotzinapa, durante un brutal acto de represión efectuado por la policía ministerial de Guerrero y por la Policía Federal. Asesinato, violencia física y cárcel.

Los ejemplos son vastos, no nos permiten exagerar. Si los contextualizamos en el momento actual del país y después realizamos un sencilla relación entre ellos, podemos concluir que no se trata de coincidencias, sino de la puesta en marcha de un plan sistemático de criminalización y represión.

¿Cómo responder a esta situación de represión y criminalización que cada vez se agudiza más, pero al mismo tiempo se normaliza? ¿Cómo seguir actuando si estos ejemplos y muchos otros más nos recuerdan que el régimen político, no olvida, que siempre tiene presente a todo tipo de disidentes, a sus palabras y sus actos? ¿Qué hacer si la pinza de esta estrategia se cierra en las universidades públicas y si el aparato del Estado cuenta con todos los recursos, para afinar, actualizar e introducir sus métodos en nuestras escuelas, mientras que los movimientos y organizaciones seguimos cayendo en la ingenuidad excesiva o en la paranoia política? En tanto que todas las instituciones de impartición de justicia y corporaciones encargadas de ejecutar la represión reorganizan y ajustan sus métodos e intensifican su vigilancia en nuestros centros de estudios, muchas veces, a los activistas sociales –estudiantes, profesores o administrativos- nos rebasa el exceso de confianza. En nuestras protestas y en nuestras formas de organizarnos, además de considerar el modo de resolver las diferencias político ideológicas y de métodos, es imprescindible solventar, de forma simultánea, los puntos antes señalados. También, cuando se nos reprime, en cualquiera de sus modalidades, orientamos las acciones hacia la defensa de las víctimas, lo cual es necesario, pero insuficiente, porque perdemos de vista el objetivo inicial. Esto nos coloca en una posición defensiva que invade hasta nuestro lenguaje o, desde un inicio, ya nos ubicamos en ese lugar. Vasta revisar las consignas o peticiones y revisar cuántas veces decimos “en defensa de esto” o “por la defensa de esto otro”. La defensa de nuestras universidades públicas es fundamental, pero también lo es avanzar.

Javier Saldaña.

martes, 18 de septiembre de 2012

Elecciones y democracia a la moda de la casa

Dos acontecimientos marcan la reciente coyuntura electoral: la calificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de la elección presidencial el 31 de agosto de 2012 —que le otorgó el carácter de presidente electo al candidato del PRI al haber obtenido la mayoría de los votos— junto con la derrota del candidato de las llamadas "izquierdas" y la "renuncia" y "separación" de éste de los partidos que lo postularon para darse a la tarea de construir un "nuevo" partido acorde con sus intereses personales y electorales.

En efecto, como se esperaba, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación proclamó vencedor de la contienda presidencial a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI, y fue reconocido como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos. Los resultados oficiales de la votación dados a conocer fueron los siguientes: PRI: 19 millones 158 mil 592 votos; PRD: 15 millones 848 mil 827; PAN: 12 millones 732 mil 630; PANAL: 1 millón 146 mil 085. Votos nulos: 1 millón 236 mil 857 y no registrados: 20 mil 625. Total: 50 millones 143 mil 616. Sin embargo, el índice de abstencionismo fue de 39% del total de la lista nominal (establecida en 79 millones 454 mil 802 personas).

Ante lo que de antemano se consideró como crónica de un "fraude" electoral anunciado, en artículo anterior comentamos que para el movimiento de las autodenominadas "izquierdas" —que fueron quienes impugnaron solamente la elección presidencial, pero no así la de diputados, senadores y gobernadores (lo que resultó contradictorio)— sus "opciones" en el contexto del régimen político mexicano y de la coyuntura electoral se reducían solamente a dos: actuar dentro de dicho orden institucional, lo que tarde o temprano, aunque fuera a regañadientes, lo llevaría a aceptar el dictamen oficial de los magistrados del tribunal que es inapelable o, cuestión muy lejana, recurrir a la insurrección popular —"desobediencia civil" le llaman— para, en los hechos, impedir el reconocimiento del candidato del PRI y, en su lugar, imponer el suyo propio, que fue ciertamente el que obtuvo el segundo lugar en la contienda.

La protesta y movilización del candidato del "movimiento progresista" ante la designación oficial del triunfador de las elecciones presidenciales, en virtud de que presuntamente operó un "fraude electoral" —muy similar al de 2006 que, por cierto nunca se demostró— y la solicitud a las autoridades de la invalidez solamente de la elección presidencial, no se concretaron en movilizaciones en las calles, en la toma de carreteras y casetas de cobro, paralización de actividades productivas y gubernamentales y en otras acciones y medidas de presión por parte de fuerzas y organizaciones (sindicales, estudiantiles o magisteriales) afines a ese movimiento (como el colectivo #YoSoy132). En la práctica más bien, implícitamente, asumieron la resolución oficial tal cual, y el dictamen del TEPJF que avala el Estado a través de sus instituciones burocráticas como los tribunales electorales; todo ello, dentro de las normativas y vicisitudes jurídico legales que marca el Estado mexicano y que corresponden a los gobiernos fielmente estructurados dentro de las políticas neoliberales y mercantilistas.

El no hacerlo, es decir, desoír y desacatar las resoluciones supremas de los tribunales hubiera colocado al movimiento encabezado por AMLO frente a tres escenarios: a) resignarse; b) proclamarse, como en 2006, "presidente legítimo" y volver a incursionar en el 2018 en las elecciones presidenciales o bien, finalmente, c) desencadenar la "desobediencia civil" y rebasar los límites de la democracia burguesa en su vertiente de gobernable, viable y restringida.

Como era de esperarse se optó por la opción a) acompañada del anuncio de su "renuncia" al PRD para participar en las próximas elecciones presidenciales en el todavía muy lejano año 2018.

Mientras todo esto ocurre, sin embargo, las principales fuerzas económicas y políticas del país: partidos políticos registrados, clases empresariales, burocracia política y gobiernos (entrante y saliente) realizan negociaciones, pactos y componendas internas y privadas tendientes a impulsar las eufemísticamente llamadas "reformas estructurales": laboral, energética, hacendaria y fiscal; todas ellas de marcado carácter neoliberal y mercantilista supuestamente encaminadas a contrarrestar las dificultades económicas del país y a garantizar la creación de empleos para la población. Es decir, para el nuevo gobierno que comandará el nuevo bloque de poder bajo la batuta del PRI y de la partidocracia mexicana, lo fundamental, lo estratégico, es ajustar la economía nacional a las condiciones imperantes en el capitalismo globalizado, el cual exige profundas reformas y ajustes estructurales políticos y sociales como esta ocurriendo de manera intensa y particular en los países de la Unión Europea (UE) que en los últimos dos años han intensificado el deterioro de las condiciones de vida, sanidad y trabajo de la mayoría de la población.

La punta de lanza, luego de la contienda electoral, ha sido justamente el envío por parte del Presidente de la República —y con carácter de "preferente"— de la Iniciativa de Reforma Laboral al Congreso con el fin de que éste en breve la analice y, en su caso, apruebe, para reformar las principales leyes laborales consagradas en el artículo 123 constitucional y en su ley reglamentaria: la Ley Federal del Trabajo (LFT) que, entre otras medidas, contempla la flexibilización de la compra y venta de la fuerza de trabajo, la ampliación de los contratos a prueba, la anulación de los tribunales del trabajo como los de Conciliación y Arbitraje, la legalización del outsourcing (o subcontratación que ya involucra a alrededor de 2.5 millones de trabajadores) que precariza el trabajo y liquida sus derechos laborales y contractuales; la reivindicación del "derecho patronal" a contratar y despedir libremente a sus trabajadores —de hecho esto es la flexibilidad—; el pago por horas, el abaratamiento de la indemnización por concepto de despido y/o liquidación por cualquier otra causa que lo provoque.

La "necesidad" de esta reforma laboral es ya un viejo reclamo del capital y del empresariado en México, pero hasta la fecha no se ha concretado, entre otras razones, debido a la oposición interpuesta por las principales fuerzas del sindicalismo conocido como independiente, el cual ha mostrado fuerte activismo y desplegado acciones de resistencia, movilización y lucha para impedir su imposición por parte de la patronal y del Estado.

Desde esta perspectiva, debemos recalcar que los anteproyectos e iniciativas de reforma a la ley laboral, que hasta ahora se han presentado, en esencia no se distinguen de esta Iniciativa que presenta el gobierno panista.

En efecto, desde la Iniciativa de Reformas al Artículo 123 Constitucional y a la Ley Federal del Trabajo del Partido Acción Nacional (PAN) del 12 de julio de 1995; el Anteproyecto de Reforma a la Legislación Laboral del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de 1998 y la Exposición de motivos de la Iniciativa de Decreto por el que se Reforman Diversas Disposiciones de la Ley Federal del Trabajo de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) suscrita conjuntamente con los partidos Verde Ecologista, Convergencia Democrática, del Trabajo, de la Revolución Democrática, el Barzón y el Congreso Agrario Permanente, y dada a conocer el 31 de octubre de 2012; las posteriores Ley Abascal y la más reciente Ley Lozano, las principales fuerzas político-electorales en el fondo coinciden en que no cuestionan el régimen de explotación del trabajo vigente en México, sino, más bien, lo "actualizan", "modernizan" y "perfeccionan" en concordancia con los tiempos neoliberales que vivimos y de la globalización capitalista a ultranza que reclama, con creces y sin premuras, el abaratamiento del valor de la fuerza de trabajo para ser "competitivos", su flexibilidad y precarización con el fin de disponer de las masas de valor y de plusvalor requeridas por el capital en sus procesos de acumulación y de reproducción. No atender a esta premisa histórica de la globalización capitalista es, según entienden los ideólogos patronales, desfasarse del mercado y de sus "beneficios".

En otra oportunidad tocaremos este tema tan importante y trascendente para el movimiento obrero y los trabajadores de nuestro país. Sólo nos basta con recalcar que, independientemente de que esta reforma se imponga en breve, ella ha sido posibilitada dado el profundo nivel de reflujo en que se encuentra el movimiento social y los sindicatos, cuestión que ha sido bien aprovechada para insistir en su aprobación con miras a obtener los resultados esperados por el gobierno y por el gran capital al que aquel obedece.

Y lo mismo podemos decir para las otras reformas llamadas estructurales, léase privatización de los energéticos mediante la afluencia a ese sector de las inversiones del gran capital nacional y extranjero; la reforma hacendaria que justificaría el aumento y generalización del IVA en medicinas y alimentos, dejando una pírrica "canasta básica" exenta del mismo y, por último, la fiscal tendiente, entre otras cosas, a gravar con impuestos al llamado sector informal —léase subempleo— de la economía nacional que ya cubre más del 50% de la PEA del país.

El soporte material de este envalentonamiento de las patronales y del gobierno, radica en la débil oposición del llamado "movimiento progresista" durante el proceso electoral y en la ilusión que sembró en una fracción de la sociedad que inclinó su voto por su candidato respecto a su perseverancia en la impugnación de la elección presidencial debido a la realización de un presunto "fraude" que habría llevado a cabo el candidato priísta en contubernio con el gobierno panista y con el duopolio televisivo privado del país.

Si todavía había sombras de duda respecto al triunfo del candidato priísta antes de estos acontecimientos, sin embargo, a partir de la proclamación legal del triunfo del PRI por el TEPJF, del reconocimiento implícito de los gobernadores del llamado movimiento progresista que ganaron la elección gubernamental en el Distrito Federal y en los Estados de Morelos y Tabasco, así como de la toma de posesión de sus curules millonarios por parte de senadores y diputados de las mal llamadas "izquierdas" y, por último, del anuncio unipersonal de la separación del ex-candidato del llamado "movimiento progresista" de su propio partido (el PRD) y de los partidos que conformaron dicho movimiento que lo postuló a la presidencia de la República en el mitin celebrado el domingo 9 septiembre en el Zócalo de la Ciudad de México, estos acontecimientos terminaron por esfumar y frustrar todo indicio de protesta ante el presunto fraude electoral, mientras que el otrora partido contendiente en la elección presidencial, el PAN, —que aparentemente había marcado su distancia y manifestado su disgusto frente al cúmulo de irregularidades habidas en la campaña, principalmente por el PRI— reconocía explícitamente el triunfo del candidato de este último partido, y no solamente eso, sino que, además, se tomaba la foto y sellaba nuevamente su histórica alianza entre ambos partidos para impulsar conjuntamente las reformas estructurales.

Es evidente que aquí, en esta nueva coyuntura, los partidos de las llamadas "izquierdas" no harán otra cosa más que convalidar y legitimar la imposición de dichas reformas en la medida en que aún en el caso de que formalmente se opongan en las votaciones respectivas en el Congreso a su aprobación, sin embargo, enviarán a la sociedad las señales suficientes, a través de los medios de comunicación, de que en México existe "democracia" y que está efectivamente representa a las "mayorías", las cuales manifiestan su consenso a través de sus "representantes" libremente elegidos para que sean aprobadas y entren en vigencia, aún con su profundo contenido anti-obrero y anti-popular que las caracteriza.

Es cierto que lo apresurado del envío por parte del gobierno en funciones de la reforma laboral para que ésta sea aprobada antes del inicio del nuevo gobierno, el 01 diciembre 2012, constituye una especie de hándicap pero que, obviamente, el presidente electo y su equipo de asesores habrán de valorar su pertinencia en este momento, por lo que es probable que tire línea a sus legisladores en el Congreso de la Unión para que la reforma laboral sea postergada hasta que tome posesión del cargo y se convierta en presidente de México.

Es cuestión de tiempo, de cualquier manera a largo o mediano plazos las reformas neoliberales se habrán de concretar ante una "oposición" débil y fragmentada que no tendrá otro efecto más que el de dejar inerme a los trabajadores y la sociedad frente a los embates del Estado y del gran capital que ahora contarán con la suficiente fuerza y legitimidad que les confiere la democracia burguesa tanto dentro como fuera del Congreso para garantizar y reproducir sus intereses de clase e imponerlos como como consecuencia de la inexistencia en el país de una oposición anticapitalista a sus designios.

Por ello, una vez despejado el camino y advertida la cruda realidad económica, social y política que se avecina en el contorno de la intensa crisis estructural del capitalismo global y nacional, nuevamente tendrán que ser las organizaciones de clase, de los trabajadores, los campesinos, los indígenas y los estudiantes quienes asumirán las riendas de sus destinos para plantearse organizadamente los caminos comunes que habrán de construir para erigir verdaderamente una oposición que le ponga coto a las políticas neoliberales y se plantee en serio la necesidad de construir e impulsar una estrategia y una alternativa anticapitalistas que coadyuven a resolver sus intereses y demandas.

Pero este tema es motivo de otra reflexión.

Adrián Sotelo

lunes, 17 de septiembre de 2012

Celebración del funeral

No terminaban aún las exequias cuando algunos corrieron a vestir y perfumar el cadáver de la democracia para hacer creer que seguía viva.

El sostén de la religión democrática es muy extraño. Aristóteles consideraba ya que la democracia es una forma corrupta e indeseable de gobierno; que las elecciones favorecen a quienes pueden comprar votos; que la riqueza, más que el mérito, es la clave para entrar al gobierno, y que los ricos, una vez en el poder, gobiernan sólo para su propio provecho, no para el bien común. ¡Una buena descripción de nuestra situación! Una mayoría de personas razonables compartió ese punto de vista hasta bien entrado el siglo XIX. En 1988 Octave Mirbeau no ocultaba su desprecio por el votante, "ese animal irracional, inorgánico, alucinante", que le parecía peor que los corderos, los cuales también van dócilmente al matadero, "pero al menos no votan por el matarife que los sacrificará ni por el burgués que se los comerá" (en Jappe, Crédito a muerte, p. 61).

En el siglo XX la experiencia de los regímenes autoritarios y totalitarios, que en México tomó la forma de la dictadura perfecta establecida por el PRI, hizo atractiva la democracia. Las clases gobernantes perdieron el miedo al sufragio universal porque lo controlaron rápidamente los partidos, ninguno de los cuales puede presumir seriamente de efectiva democracia interna. Todo esto se sabe. Como se sabe que en una sociedad capitalista las élites partidarias y corporativas controlan los procesos democráticos y los aparatos de gobierno, en función del monto de dinero al que tienen acceso.

Pero la gente sigue votando. Según Anselm Jappe, el votante de derechas no es tan tonto: obtiene a menudo lo que quiere. El que vendió su voto y vota por el candidato que va a contratar a su hijo u obtener subvenciones para los campesinos de su pueblo es, finalmente, el más racional. Jappe no perdona al votante de izquierdas: “Aunque jamás ha obtenido aquello por lo que vota, persiste. No obtiene ni el gran cambio ni las sobras… Votar todavía por la izquierda… entra en lo patológico” (p. 63).

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no se recupera aún de la resaca de una borrachera que ni siquiera disfrutó. La depresión lo fragmenta. Unos se cuelgan aún del líder para averiguar qué es eso de la desobediencia civil institucional o soñar en el 2018, mientras otros empiezan a buscar una puerta digna de salida. La fe democrática que compartían se ha convertido en mera superstición, una fe fuera de lugar, un dios ridículo. Pero se reza aún ese catecismo.

Algunos desbalagados de esa tradición caerán en la Convención Nacional contra la Imposición que se celebrará esta semana en Oaxaca. Se sentirán incómodos en la compañía de quienes comparten su obsesión por conquistar los podridos aparatos gubernamentales pero propondrán armas en vez de votos para conseguirlo.

La mayoría de los delegados se repartirán en mesas para examinar la coyuntura y acordar la estructura y plan de acción del movimiento.

En nombre de demandas legítimas se propondrá pedir peras al olmo. Puede ser inevitable o conveniente presentar exigencias a los gobiernos. El problema está en la manera y condiciones de hacerlo. ¿Cómo evitar que así se entregue la primogenitura por un plato de lentejas, legitimando lo inaceptable?

Será fundamental identificar maneras de reaccionar ante las agresiones que se multiplican. ¿Cómo reaccionar ante hechos como los de Comandante Abel o Cherán? Sabemos ya que no bastan manifiestos de solidaridad. ¿Cómo expresar prácticamente el principio de que tocar a uno es tocar a todos? ¿Cómo hacer valer esa inmensa fuerza organizada de cuantos participan en la convención?

Un desafío central será definir la estructura. Algunos insistirán en la forma partido, con estructuras verticales y centralizadas. Otros sólo aceptarán una organización que respete la autonomía de cada quien y mantenga el carácter horizontal de las decisiones y los mecanismos de acción. Quieren estar juntos, pero no revueltos, y mucho menos sometidos.

Acostumbradas a ver sólo hacia arriba, algunas organizaciones despreciarán las acciones concretas de la gente común que configura transgresiones más allá del capitalismo, empieza a construir la nueva sociedad y contiene un vigoroso plan de acción por el cambio radical y la acumulación de fuerzas.

Quienes se preparan a recibir a los miles de delegados, en Oaxaca, saben de su responsabilidad. Alimentan la esperanza de que la convención transforme la resistencia en construcción creativa de un mundo propio, en formas de vida y de gobierno organizadas desde abajo, como las de quienes en barrios y pueblos han sabido siempre lo que es la democracia de los políticos y practican su propia democracia, la auténtica. 

Gustavo Esteva

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cómo enfrentarse a un encapsulamiento policial.


Un kettling o encapsulamiento es una táctica policial utilizada contra manifestantes pacíficos consistente en cercarlos policialmente y tratarlos como ganado. Una vez cercados los policías identifican, acosan, molestan, provocan, golpean y/o simplemente dejan pasar el tiempo hasta que los manifestantes se meen encima. La gente queda atrapada, inmovilizada o pastoreada hasta que, o bien la policía los va dejando salir de uno en uno tras identificarlos, o bien no aguantan más e intentan romper el cordón, dando así la imagen parcial falsa de unos manifestantes violentos que intentan desbordar la línea policial.

En ambos caso la policía gana y la protesta pacífica es neutralizada.

Sufrir un encapsulamiento policial es muy frustrante y deja una gran sensación de impotencia. Sencillamente no conozco a nadie que sepa cómo hacer frente, vencer o al menos neutralizar esta táctica de una manera efectiva.

Obviamente hay una manera de romper el Kettling que es encapsular a la policía con un nuevo cordón externo de manifestantes tal y como sucedió por ejemplo en el desalojo de Plaza de Catalunya el #27M, pero esta táctica es muy costosa en tanto en cuanto hay que movilizar en el exterior del círculo policial a al menos 1 decena de manifestantes por cada manifestante encapsulado. Así que, la inmensa mayoría de las veces, ellos ganan.

Había pensado mucho en la cuestión para cuando el día de #OcupaLaAlmudena vi aparecer de repente esta foto.


Fue un bombazo. Vi como, en pocos minutos, daba varias veces vuelta al planeta. Estoy seguro de que del otro lado se arrepintieron de haber ordenado ese encapsulamiento y de habernos dado esa foto.

Recordé también esta otra foto del desalojo de Kukutxa y entendí entonces por qué no nos dejan siquiera sentarnos cuando estamos encapsulados: sentarse deja al descubierto a hombres armados con fusiles de asalto.

Se trata simplemente de conseguir que la escena parezca lo que es: un acto de violencia policial. Simplemente se trata de eso: todos de rodillas con las manos en la cabeza. Esta es la táctica que propongo para tratar de “romper” el kettling. Para empezar la situación de los encapsulados no empeorará en ese momento. Si la policía ordena ponerse en pie y amenaza violentamente se obedece, pero se demora la obediencia lo máximo posible para aumentar las posibilidades de que la escena haya sido grabada. Eso deberá ser suficiente para subir los costes del ketling la próxima vez.

Las únicas armas que conozco capaces de garantizar la integridad física de los manifestantes pacíficos frente a la violencia policial, o al menos de minimizar los riesgos, son: la propia disposición y movilidad del grupo y la información. Los policías se comportan de manera muy diferente cuando creen que pueden estar siendo grabados.

¿Cómo lo veis? ¿Creéis que podría funcionar?

Fuente: Francotirador Social.

sábado, 15 de septiembre de 2012

La reactivación de Paz y Justicia

El reciente ataque armado contra la comunidad Comandante Abel, conformada por bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la zona norte de Chiapas, es parte de la reactivación flagrante del grupo paramilitar Paz y Justicia, auspiciado por los gobiernos en turno, tanto estatales como federales, desde 1995, cuando se reconfiguró el mapa de la militarización y paramilitarización en el estado, con el fin de aniquilar la resistencia y autonomía de los pueblos zapatistas.

Es importante señalar que franjas importantes de ese grupo, nacido bajo el cobijo, financiamiento y entrenamiento del PRI, del ejército y de los gobiernos, y que ha cambiado de nombre o inventado nuevas nomenclaturas para su visibilidad, son parte ahora del Partido Verde Ecologista, que conforma la alianza con la que asumirá el poder el próximo gobernador, Manuel Velasco Coello.

A pesar de las múltiples pruebas de la violencia extrema perpetrada por Paz y Justicia, esta agrupación nunca dejó de existir, ni mucho menos sus integrantes fueron desarmados, aunque algunos de sus líderes hayan pisado la cárcel a principios de la década pasada (y no por paramilitares, sino por delitos comunes). 

Paz y Justicia nació en la zona norte de Chiapas, en la región ch’ol, y entre 1995 y el año 2000, de acuerdo a un informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), su actividad violenta, apoyada por el ejército y la seguridad pública, arrojó miles de desplazados y decenas de desaparecidos, torturados y ejecutados.

Con presencia en los municipios de Tila, Tumbalá, Sabanilla, Yajalón y Salto de Agua, Paz y Justicia mantuvo durante unos años un relativo bajo perfil, pero nunca fueron desactivados. En este contexto se inscriben las agresiones a la comunidad zapatista de San Patricio, fundada en 1995 dentro del municipio autónomo La Dignidad, caracol de Roberto Barrios, sobre tierras recuperadas con el levantamiento de 1994.

Debido a las constantes agresiones, la resistencia zapatista llevó a las bases de apoyo a trasladarse, en mayo pasado, a otro predio cercano, al que denominaron nuevo poblado Comandante Abel, y hasta ahí los volvieron a perseguir las armas de Paz y Justicia.

"Considerando que se sigue resistiendo y paralelamente construyendo un espacio digno y rebelde por parte de las bases de apoyo zapatistas", se ha abierto una campaña de acopio en San Cristóbal de las Casas. La gente o colectivos que se encuentren en otras geografías y quieran apoyar pueden escribir al correo: elcor.chiapas@gmail.com.

Gloria Muñóz Ramírez

El derecho a protestar

Protestar es un derecho, reprimir es un delito. Los gobiernos autoritarios reprimen la protesta social, violando los derechos políticos de la sociedad que quiere participar en las decisiones que afectan la vida social.

La protección del derecho a la protesta se basa en el reconocimiento y la protección de una serie de derechos que incluyen la libertad de expresión y opinión, la libertad de asociación, la libertad de reunión pacífica y los derechos sindicales, Pactos, Protocolos y Convenios firmados desde 1948 a la fecha por México en la ONU.

A lo largo de la historia, las protestas y manifestaciones han sido motores de cambio y factores importantes que contribuyeron a la promoción de los derechos humanos. En todas las regiones del mundo y en todas las épocas de la historia, defensoras y defensores anónimos y activistas reconocidos han liderado e inspirado movimientos de protesta que prepararon el terreno para los logros conseguidos en la esfera de los derechos humanos.

En el momento actual se vive en nuestro país una crisis política y social que está incrementando las protestas de diversos sectores. La inconformidad crece día a día. Mayores protestas se encuentran en el horizonte inmediato. El derecho a protestar es un elemento fundamental del derecho de participación en toda estructura democrática. La intervención de la policía por la fuerza desproporcionada e innecesaria ante manifestaciones pacíficas ha sido condenada en diversos tribunales internacionales.

Una democracia cuartelaría, como la que nos quieren seguir imponiendo, sólo trae consigo violencia, injusticia, desigualdad, pobreza. ¿Cómo no protestar cuando el gobierno ha tolerado un grave deterioro en la protección de los derechos humanos y ha hecho caso omiso a las miles de víctimas de violaciones que se han atrevido a denunciar los abusos y reclamar justicia? El llamado de la alerta contra la violencia feminicida, que como respuesta solo obtuvo el silencio ¿Cómo no rechazar una política de seguridad pública para enfrentar militarmente a grupos del crimen organizado, que agravó la violencia, sin contar con una estrategia para frenarla y garantizar la seguridad para las poblaciones afectadas?

Se ha mantenido una política represiva sobre el despliegue masivo y rutinario de las Fuerzas Armadas en tareas policiales, la cual generó un aumento escalofriante en las denuncias de violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad, como detenciones arbitrarias, tortura, ejecuciones extrajudiciales, y desapariciones forzadas. ¿Acaso esperan que toda la sociedad aplauda estas medidas? El gobierno y las fuerzas de seguridad con frecuencia han intentado minimizar el impacto de la violencia, acusando a las víctimas de los abusos cometidos por el ejército y la policía de ser criminales. Sin embargo, en su gran mayoría no eran criminales sino personas comunes que han sufrido las consecuencias de la política de seguridad del gobierno mexicano.

Derecho a protestar, establecido en la Constitución mediante el ejercicio de la libertad de expresión, manifestación y organización, que se ve severamente cuestionado por las propias autoridades que tratan de imponer la idea de que no son responsables por el aumento de la inseguridad, y promueven por todos los medios medidas autoritarias. Por ejemplo, sobre la jurisdicción militar, las procuradurías generales de justicia, las investigaciones internas de las instituciones imputadas y las comisiones estatales de derechos humanos han dejado en el desamparo a las víctimas. Ante esta política de negación, no es sorprendente que el gobierno no sea capaz de ver las alarmantes dimensiones de los abusos, la desesperada situación de las víctimas ni de encontrar a los responsables. La introducción del arraigo a la Constitución, un mecanismo arbitrario y abusivo que debilita la justicia y no la refuerza. Es tal vez uno de los retrocesos más significativos impulsados por el gobierno en los últimos años. Este retroceso se ha dado ignorando las recomendaciones de las Naciones Unidas de abolirlo.

Un gobierno que ignora a la sociedad civil como impulsora de la democracia efectiva, y que no atiende su reclamo de justicia, esta destinado a fracasar en el fortalecimiento del estado de derecho y la protección de derechos humanos.

Las protestas relacionadas con la exigencia de elecciones libres y justas, impugnar los resultados y denunciar las irregularidades y fraudes, no deben concluir en represión policiaca. Recordamos precisamente que posteriormente al fraude electoral de 1988 fue desaparecido nuestro compañero José Ramón García Gómez en Cuautla durante el gobierno de Antonio Riva Palacio y Salinas de Gortari. Tenemos memoria. El pueblo no olvida.

José Martínez Cruz
Roberto Mendoza Delgado

La masacre olvidada

Persisten los recuerdos, por supuesto. El hombre que perdió a su familia en un matanza anterior y luego vio cómo los jóvenes de Chatila eran formados después de la nueva masacre y los hacían marchar hacia la muerte. Pero –al igual que la mugre acumulada en el basurero, entre las casuchas–, la peste de la injusticia persiste en los campamentos donde mil 700 palestinos fueron ejecutados hace 30 años, fecha que se cumple la semana próxima.

Nadie ha sido juzgado ni sentenciado por aquella carnicería, que hasta un escritor israelí comparó en ese tiempo con la matanza de yugoslavos por simpatizantes nazis en la Segunda Guerra Mundial. Sabra y Chatila son un monumento a los criminales que evadieron la justicia y salieron impunes.

Jaled Abú Noor era un adolescente que había dejado el campamento para ir a las montañas a adiestrarse en la milicia antes que los falangistas aliados de Israel entraran en Sabra y Chatila. ¿Siente culpa por ello, por no haberse quedado a luchar con los violadores y asesinos? "Lo que siento hoy es depresión", comenta. “Exigimos justicia, procesos en tribunales internacionales… pero no hubo nada. Nadie fue declarado responsable, nadie compareció ante la justicia. Y por eso tuvimos que sufrir en la guerra de los campamentos de 1986 (a manos de libaneses chiítas), y por eso los israelíes pudieron dar muerte a tantos palestinos en la guerra de Gaza de 2008-2009. Si se hubiera juzgado a los asesinos de hace 30 años, esas otras matanzas no habrían ocurrido.”

No le falta razón. Mientras en Manhattan presidentes y primeros ministros han formado fila para llorar a los muertos en los crímenes de lesa humanidad de 2001 en el World Trade Center, ni un solo gobernante occidental se ha atrevido a visitar las frías y sucias fosas comunes de Sabra y Chatila, donde unos cuantos árboles zarrapastrosos dan sombra a las borrosas fotografías de los muertos. Tampoco, hay que decirlo, en esos 30 años un solo líder árabe se ha molestado en visitar la última morada de al menos 600 de las mil 700 víctimas. Los potentados árabes sangran en el corazón por los palestinos, pero un boleto de avión a Beirut sería demasiado para ellos en estos días… ¿y quién querría ofender a los israelíes o los estadunidenses?

Es una ironía –importante, a final de cuentas– que la única nación que realizó una investigación oficial seria, aunque fallida, sobre la masacre fue Israel. El ejército israelí envió a los asesinos a los campamentos y luego observó, sin hacer nada, mientras se cometía la atrocidad. Un teniente israelí llamado Avi Grabowsky dio la más reveladora evidencia de ello. La Comisión Kahan dictaminó que el entonces ministro de Defensa Ariel Sharon era personalmente responsable por haber enviado a los despiadados falangistas antipalestinos a los campamentos para "limpiarlos de terroristas", los cuales resultaron tan inexistentes como las armas de destrucción masiva de Irak 21 años después.

Sharon perdió el cargo, pero más tarde llegó a primer ministro, hasta que fue víctima de un ataque al corazón al cual sobrevivió, pero lo privó del habla. Elie Hobeika, líder miliciano cristiano libanés que encabezó las matanzas –después de que Sharon dijo a los falangistas que los palestinos acababan de ejecutar a su líder, Bashir Gemayel–, fue asesinado años más tarde en Beirut oriental. Sus enemigos afirmaron que los sirios le dieron muerte, sus amigos culparon a los israelíes. Hobeika, quien se había pasado a los sirios, acababa de anunciar que revelaría todo sobre la atrocidad de Sabra y Chatila ante un tribunal belga que deseaba someter a juicio a Sharon.

Desde luego, quienes entramos en los campamentos en el tercer y último día de la masacre –el 18 de septiembre de 1982– tenemos nuestros propios recuerdos. Yo guardo en la mente la imagen de un hombre tirado en la calle principal, vestido con piyama y con su inocente bastón a su lado; la de dos mujeres y un niño baleados al lado de un caballo de muerto; la de una casa particular en la que me protegí de los asesinos con mi colega Loren Jenkins, del Washington Post, y donde encontramos una mujer que yacía en el patio a nuestro lado. Algunas de las mujeres fueron violadas antes de que las mataran. Los ejércitos de moscas, el hedor de la descomposición… uno se acuerda de esas cosas.

Abú Maher tiene 65 años –como Jaled Abú Noor, en un principio su familia huyó de sus hogares en Safad, en el Israel actual– y permaneció en el campamento durante la masacre. En un principio no daba crédito a los hombres y mujeres que lo apremiaban a huir de su casa. “Una vecina se puso a gritar; me asomé y vi cómo la mataban a tiros. Su hija echó a correr; los asesinos la persiguieron gritando ‘¡Mátenla, mátenla, no la dejen escapar!’ Ella me gritó, pero no pude hacer nada. Al final logró escapar.”

Viajes repetidos de vuelta al campamento, año tras año, han permitido construir una relación en asombroso detalle. Investigaciones de Karsten Tveit, de la radio noruega, y mías han demostrado que muchos hombres a quienes Abú Maher vio que se llevaban vivos después de la primera matanza fueron entregados de nuevo por los israelíes a los asesinos falangistas, quienes los tuvieron prisioneros unos días en Beirut oriental y después, al ver que no podían canjearlos por rehenes cristianos, los ejecutaron junto a las fosas comunes.

Se han presentado despiadados argumentos en pro del olvido. ¿Por qué recordar a unos cientos de palestinos asesinados cuando en Siria han perecido 25 mil personas en 19 meses? Partidarios de Israel y críticos del mundo musulmán me han escrito en años recientes acusándome de hacer continuas referencias a la masacre de Sabra y Chatila, como si mi testimonio presencial de esa atrocidad ya hubieran prescrito. Al comparar esos informes míos con mis relatos sobre la opresión turca, un lector me ha escrito su conclusión de que en este caso (Sabra y Chatila) soy parcial contra Israel, "con base sólo en el número desproporcionado de referencias que hace a esta atrocidad".

Pero, ¿pueden hacerse demasiadas? La doctora Bayan al-Hout, viuda del ex embajador de la OLP en Beirut, ha escrito el recuento más autorizado y detallado de los crímenes de guerra de Sabra y Chatila –porque eso es lo que fueron– y concluye que en los años posteriores la gente temía recordar. “Luego, grupos internacionales comenzaron a hablar e investigar. Debemos recordar que todos somos responsables por lo que ocurrió. Y las víctimas aún llevan las cicatrices de esos sucesos –hasta los que no habían nacido las tienen– y necesitan amor.” En la conclusión de su libro, la doctora Al-Hout hace preguntas difíciles y de hecho peligrosas: "¿Fueron los perpetradores los únicos responsables? ¿Los que ejecutaron los crímenes fueron los únicos criminales? ¿O lo son quienes dieron las órdenes? ¿Quién en verdad es responsable?"

En otras palabras, ¿acaso Líbano no tiene responsabilidad junto con los falangistas, Israel con su ejército, los árabes con su aliado estadunidense? La doctora al-Hout termina su investigación con una cita del rabino Abraham Heschel, quien tronó contra la guerra de Vietnam: "En una sociedad libre algunos son culpables, pero todos somos responsables".

Robert Fisk 
© The Independent