domingo, 17 de noviembre de 2013

La Garrapata en el Chuncerro, cuna del EZLN

El 17 de noviembre de 1983, tres responsables de la dirección de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). Germán, Rodrigo y Elisa y tres insurgentes indígenas hablantes del Chol, Javier, Jorge y Frank, fundaron en la Selva Lacandona el segundo Núcleo Guerrillero padre/madre del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Después de los golpes policíaco-militares de 1974 (Monterrey, Nepantla y El Chilar-Ocosingo), las FLN ocuparon 9 años para su recomposición y establecer el segundo núcleo guerrillero en la Selva Lacandona, base y origen del proceso organizativo, político y militar, del EZLN en Chiapas. Habían sobrevivido a la “guerra sucia” y “apertura” política del presidente Luis Echeverria (1970-1976) y dejaron pasar la “reforma política” y la amnistía para los “delincuentes con motivaciones sociales”, del presidente José López Portillo (1976 – 1982).

“ A partir de 1969, las FLN adoptaron una estructura organizativa en función de sus enmarcados de diagnóstico y pronóstico sobre la realidad nacional, y éstos tuvieron un carácter fijo y poco permeable a las condiciones del entorno, lo que explica la persistencia de su proyecto después del golpe devastador de 74 e incluso de la reforma política de 77. Asimismo, sus marcos motivacionales se beneficiaron del triunfo de la revolución sandinista de 79, que parecía la evidencia más tangible de que la revolución no sólo era deseable sino también posible.”

En 1976, el contexto histórico estaba marcado por: Un profundo deterioro institucional. La primera crisis económica en más de veinte años. La ausencia de rivales políticos en la contienda presidencial. Una importante capacidad operativa de las guerrillas El golpe a la libertad de expresión del periódico Excélsior. La desarticulación de la Tendencia Democrática del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM). La existencia de regiones rurales devastadas por la contrainsurgencia y el clima de terror en el que vivían amplios sectores de la población. Resultado de la verdadera política del Estado mexicano después de 1968 o… la otra cara de “la apertura democrática que Luis Echeverría había anunciado al principiar su mandato.”

Sus convicciones ideológico-políticas, la brutal represión de 1974 y el profundo respeto a sus compañeros caídos, mantuvo a los militantes de las FLN leales a sus objetivos que, en 1979 seguían siendo: “construir un ejército popular, hacer una guerra de guerrillas e instaurar el socialismo en México”.

A finales de la década de 1970 había varios grupos armados dispersos. En las ciudades los únicos que contaban con una estructura real eran la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), las FLN y la Unión del Pueblo que, fusionada con los restos del Partido de los Pobres de Guerrero, en 1978 se constituyó en Partido Obrero Campesino Unión del Pueblo, PROCUP. Organizaciones como el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FRAP), las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) estaban en franca desbandada. .

Los años de 1974 a 1980 fueron, quizás, los más complicados para las FLN y se caracterizaron por los esfuerzos para resolver desde los problemas de “infraestructura más básica, hasta los problemas internos como deserciones, ajusticiamientos y escisiones. (…) por los intentos que realizaron las FLN por regresar a Chiapas.

(…) del invierno de 1974 al otoño de 1977 (…) realizaron al menos dos expediciones con campamentos móviles , en las que hubo una profunda inspección de las Cañadas, una intensa búsqueda de los desaparecidos y de un lugar seguro para reinstalar el núcleo guerrillero. Hasta ese momento, los dirigentes de las FLN mantenían el interés en Chiapas por cuestiones de estrategia y táctica militar y estaban escasamente compenetrados con las problemáticas regionales.”

Hacia la fundación del segundo Núcleo Guerrillero de las FLN en Chiapas

En un marco de disputas internas y escisiones, persecución y hostigamiento de las fuerzas armadas federales, se realizaron al menos cuatro intentos para retornar a Chiapas:

“El segundo intento por reinsertarse en la selva lo encabezó Alfredo a principios de 1977, acompañado de Leo, Ismael, Ana, Urbano y Mario. En un inhóspito lugar de las Cañadas, no revelado aún, hicieron los trabajos preparatorios para montar un campamento.”

En 1978, “Se hizo un nuevo balance de la situación nacional, se tomó la determinación de formar un Buró Político y se conformó un nuevo grupo explorador, dirigido por Leo, el cual hizo un tercer intento por regresar a la selva en agosto de 1978, el cual también languideció a causa de una deserción.”

A comienzos de 1980 se iniciaron los preparativos para que Raúl, Ismael y Alicia se trasladaran a la Selva Lacandona. La trágica “muerte de Ismael - a manos de dos de sus ex compañeros -, frustraron los planes de fundar el Núcleo Guerrillero y la subida se pospuso indefinidamente”

Dos años después se retomó la iniciativa y, “Desde 1982 la Dirección Nacional dispuso que los tres responsables nacionales, Raúl, Víctor y Alicia (que para entonces cambiaron sus pseudónimos por Germán, Rodrigo y Elisa), y tres insurgentes, Javier, Jorge y Frank (que tenían cinco años viviendo en casas de seguridad y quizá eran los cuadros mejor entrenados) fueran los que hicieran el viaje fundacional a la selva. El trabajo de exploración previo sirvió para sondear la conveniencia del lugar y el desempeño de los candidatos propuestos, antes de mandar al núcleo permanente.

Los viajes desde distintas casas de seguridad hacia Ocosingo se iniciaron el 10 de noviembre y el periplo a la selva arrancó el día 15. Los pioneros se internaron por la cañada de Patihuitz e hicieron un largo trayecto nocturno, en un camión de redilas. Su primera parada fue a la altura de la Sierra Livingstone y pernoctaron en las orillas del Río Jataté, cerca del ejido La Sultana. El 16 iniciaron intensas caminatas con pesadas cargas a cuestas (veinticinco kilos en promedio), bajo un camuflaje como técnicos de PEMEX. Con la ayuda de tres guías choles de Tierra y Libertad, que les llevaron caballos para transportar la carga, se adentraron a la cañada de San Quintín. Caminaron hasta arribar a un punto próximo a la laguna de Miramar, a la altura de Emiliano Zapata (donde quizá alguien les dio de comer), se siguieron hacia las inmediaciones de Tierra y Libertad, rumbo al este y escalaron la montaña del Chuncerro. Después de tomar las medidas de seguridad y de supervivencia que practicaban desde años atrás, sin ceremonia ni protocolo de por medio, el 17 de noviembre quedó instalado el primer campamento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, al que denominaron La garrapata. Más tarde se movieron selva adentro, a una distancia considerable, con dirección al Río Negro, y en sus márgenes establecieron el campamento que probablemente se denominó La cójola. Al parecer, permanecieron en la zona alrededor de seis meses, cambiando de posición, pero en este lapso hubo dos elementos que “subían y bajaban” a la ciudad para realizar labores de correo y abastecimiento y llegaron otros indígenas y mestizos, que conformaron una base de siete elementos. Tras la salida de Germán y Rodrigo, Elisa quedó al frente de la Comandancia del EZLN.”

Lo que siguió fue una intensa actividad política de contacto e inserción y de “acumulación de fuerzas en silencio”. El reclutamiento de cuadros indígenas y su formación político-militar se dio principalmente en el territorio de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Población indígena que habían pasado por una diversidad de procesos de formación política y organización bajo la dirección de la Iglesia de los pobres con la Teología de la Liberación y/o de alguna organización revolucionaria de corte marxista-leninista, trotskista, maoísta o agrupaciones revolucionarias armadas de corte castro-guevaristas, maoísta, vietnamita. Algunas de estas agrupaciones crearon importantes organizaciones indígenas de masas como fueron: la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ), la Pajal Yacaltic.

Sin chocar con estas agrupaciones indígenas y sin interrumpir la vida cotidiana de los pueblos y comunidades, las FLN-EZLN construyeron una enorme base de apoyo en la Lacandona, en Los Altos, Norte y Frontera de Chiapas. Los pueblos fueron organizados militarmente para su defensa en el Ejercito Mexicano de Milicias, y los insurgentes en las filas del EZLN.

El contexto actual y el EZLN 

El contexto histórico en el que se desarrolla la Autonomía de los pueblos zapatistas del EZLN es claramente más complicado que en 1983 y se caracteriza: estructuralmente, por la crisis económica y financiera mundial; el proceso de desruralización que conlleva el quiebre de la llamada economía campesina, la pobreza y la migración. Esta última, particularmente, de la población joven.

Militarmente lo define el teatro de operaciones y los planes de guerra promovidos por los Estados Unidos en la región de América Latina y el Caribe: Plan Colombia, Iniciativa Mérida y Plan de Seguridad Centroamericana. Particularmente, el Frente de Guerra en la Frontera Sur de México y la militarización de Chiapas y del territorio zapatista en los últimos 17 años. Es probable la rehabilitación de grupos paramilitares.

El poder político está en manos de la derecha panista y se prevé que en 2012 lo recupere la derecha priísta. La izquierda institucionalizada no es otra cosa que la izquierda de la derecha. Se ha fortalecido la alianza: charro-gobierno-patrón y la lucha sindical en el país está prácticamente neutralizada. El Estado neoliberal desmantela y liquida empresas, y despide a miles de trabajadores. Políticamente, podemos percibir un importante aislamiento, el repliegue de bases de apoyo y el hostigamiento a los pueblos y comunidades zapatistas de grupos indígenas no zapatistas y ex zapatistas. De llegar al poder político la dupla Salinas-Peña Nieto en 2012, es de esperarse que Salinas traiga en el bolsillo una factura por cobrar al EZLN por el levantamiento de 1994 que partió en dos el proyecto neoliberal salinista.

México vive una emergencia nacional estructural y todo puede suceder. La táctica que para el periodo diseñe el EZLN lo será todo para la sobrevivencia de la Autonomía Zapatista en los próximos dos años. 

Gaspar Morquecho.

*La información para este artículo fue obtenida de la estupenda tesis de la joven historiadora Adela Cedillo par obtener el grado de Maestra en Estudios Latinoamericanos, titulada como: El suspiro del silencio. De la reconstrucción de las Fuerzas de Liberación Nacional a la fundación del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (1974-1983). Programa de Posgrado de Estudios Latinoamericanos. UNAM. 2010.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La libertad según los zapatistas

Desde que los medios dejaron de prestarle atención, muchos creen que la rebelión zapatista ya no existe. En silencio, lejos de los focos y las cámaras, han profundizado los rasgos de su construcción autonómica al punto que ya se puede hablar de una sociedad diferente, regida por reglas, códigos y leyes distintas a las del mundo dominante.

Desde sus seis años de altura, Carlos Manuel abraza la cintura de su padre como si nunca se fuera a despegar. Mira el techo y sonríe. Julián, su padre, intenta zafarse. El niño cede pero permanece junto al padre. Irma, su hermana de unos ocho años, observa desde un rincón de la cocina donde su madre, Esther, trabaja sobre el fogón dando vuelta las tortillas de maíz que siguen siendo el alimento principal de las familias rurales.

Los otros tres hijos, incluyendo al mayor, Francisco, de 16, observan la escena que se repite durante las comidas como si fuera un ritual. La cocina es el lugar de pláticas que se esparcen tan lentas como el humo que asciende sobre los techos de zinc. Las palabras son tan frugales y sabrosas como la comida : frijol, maíz, café, plátanos y alguna hortaliza. Todo sembrado sin químicos, cosechado y elaborado a mano. Criado a campo abierto el pollo tiene un sabor diferente, como toda la comida en esta comunidad tojolabal.

Al terminar la comida cada uno lava sus platos y cubiertos, incluso el padre que por momentos colabora en la preparación de la comida. Pregunto si eso es lo normal en estas tierras. Responden que es costumbre en las comunidades zapatistas, no así en las del “mal gobierno”, en referencia a los que, sin sorna, denominan “hermanos priístas”. Esas comunidades, vecinas a las que empuñan la estrella roja sobre fondo negro, reciben bonos y alimentos del gobierno, que les construye casas de bloques y suelo de material.

En toda la semana no hubo el menor gesto de agresividad entre el padre, la madre y los hijos. Ni siquiera gestos de mal humor o reproche. Al parecer, la prohibición del consumo de alcohol suaviza las relaciones humanas. Las mujeres son las que más disfrutan los cambios. “Distingo a los zapatistas por la forma en que se paran, sobre todo las mujeres”, comenta el experimentado periodista Hermann Bellinghausen.

El día del fin del mundo

La nueva etapa que está transitando el zapatismo comenzó el 21 de diciembre de 2012, día marcado por los medios como el fin del mundo que para los mayas es el comienzo de una nueva era. Decenas de miles de bases de apoyo del EZLN se concentraron en cinco cabeceras municipales de Chiapas, las mismas que habían tomado el 1 de enero de 1994.

La reaparición del zapatismo conmocionó a buena parte de la sociedad mexicana. No sólo no habían desaparecido sino que resurgían con más fuerza, mostrando que eran capaces de movilizar una cantidad importante de personas en formación militar, aunque sin armas.

En el comunicado del 30 de diciembre el subcomandante Marcos asegura que “en estos años nos hemos fortalecido y hemos mejorado significativamente nuestras condiciones de vida. Nuestro nivel de vida es superior al de las comunidades indígenas afines gobiernos de turno, que reciben limosnas y las derrochan en alcohol y artículos inútiles”.

Agrega que a diferencia de lo que sucede en las comunidades afines del PRI, en las zapatistas “las mujeres no son vendidas como mercancías” y que “los indígenas priístas van a nuestros hospitales, clínicas y laboratorios porque en los del gobierno no hay medicina, ni aparatos, ni doctores ni personal calificado”. 

Algo de todo eso pudieron comprobar quienes acudieron a la primera escuelita entre el 12 y el 16 de agosto. En realidad fueron convocados sólo los compañeros de ruta, lo que supone un viraje profundo en sus modos de relacionarse con la sociedad civil : “A partir de ahora, nuestra palabra empezará a ser selectiva en su destinatario y, salvo en contadas ocasiones, sólo podrá ser comprendida por quienes con nosotros han caminado y caminan, sin rendirse a las modas mediáticas y coyunturales”, reza el comunicado. 

Agrega que “muy pocos tendrán el privilegio” de conocer la otra forma de hacer política. En una serie de comunicados titulados “Ellos y nosotros” enfatizaron en las diferencias entre la cultura de los políticos del sistema y la cultura de abajo o zapatista, asegurando que no se proponen “construir una gran organización con un centro rector, un mando centralizado, un jefe, sea individual o colegiado”.

Destacan que la unidad de acción debe respetar la heterogeneidad de los modos de hacer : “Todo intento de homogeneidad no es más que un intento fascista de dominación, así se oculte con un lenguaje revolucionario, esotérico, religioso o similares. Cuando se habla de “unidad”, se omite señalar que esa “unidad” es bajo la jefatura del alguien o algo, individual o colectivo. En el falaz altar de la “unidad” no sólo se sacrifican las diferencias, también se esconde la supervivencia de todos los pequeños mundos de tiranías e injusticias que padecemos”.

Para comprender este enfoque, que llevó al zapatismo a promover la escuelita de agosto, deben comprenderse los problemas que atravesaron las relaciones con la izquierda electoral y con personas que, en su opinión, “aparecen cuando hay templetes y se desaparecen a la hora del trabajo sin bulla”.

La lógica de la escuelita es opuesta a la de esa cultura política. No se trata de ir a escuchar a los comandantes indios ni al subcomandante Marcos, sino a compartir la vida cotidiana con la gente común. No se trata de la trasmisión discursiva y racional de un saber codificado. La cosa va por otro lado : vivenciar una realidad a la que sólo se puede acceder a través de un ritual de compromiso, o sea estando y compartiendo.

Una vida nueva

“Ya no tenemos dificultades”, dice Julián, sentado en un taburete de madera rústica, en su casa de techo de chapa, paredes de madera y suelo de tierra apisonada. Lo dice con naturalidad frente a quien lleva cuatro días durmiendo sobre tablas de madera, apenas cubiertas con una manta fina. Julián ingresó en 1989 en la organización clandestina. Marcelino, mi guardián o Votán, ingresó poco antes, en 1987.

Con fruición relatan las reuniones clandestinas en remotas cuevas en la montaña, a las que decenas de zapatistas llegaban por la noche, mientras los patrones y sus capangas dormían. Caminaban toda la noche y apenas regresaban al amanecer para incorporarse al trabajo. Las mujeres les cocinaban tortillas a oscuras, para no levantar sospechas. Bien mirado, tiene razón cuando dice que lo peor quedó atrás. El látigo del hacendado, la humillación, el hambre, la violencia y las violaciones de las hijas.

El 1 de enero de 1994 los hacendados huyeron y los capangas corrieron detrás. La “comunidad 8 de Marzo”, a la que llegamos quince forasteros-alumnos (mitad mexicanos, un yanqui de 75 años, un francés, un colombiano, dos argentinas y un uruguayo) está en las tierras que un día fueron ocupadas por Pepe Castellanos, hermano de Absalón, teniente coronel, ex gobernador y propietario de catorce fincas en tierras usurpadas a los indios. Su secuestro, en aquel lejano enero, fue la espita que precipitó la huída de los terratenientes.

La comunidad cuenta con más de mil de hectáreas de buenas tierras, ya no tienen que cultivar en las laderas pedregosas y áridas, cosechan los alimentos tradicional y por recomendación de la comandancia también hortalizas y frutas. No sólo se liberaron del látigo sino que se alimentan mejor y consiguen ahorrar de un modo muy particular. Julián cosecha seis sacos de café, unos 300 kilos, de los cuales deja un saco para el consumo familiar y vende el resto. Según el precio, consigue comprar con cada cosecha entre dos y tres vacas. “Las vacas son el banco y cuando tenemos necesidad vendemos”.

Por necesidad entiende problemas de salud. Su hijo mayor debió someterse a un tratamiento y para sufragarlo vendió un toro. Es la misma lógica que aplica la comunidad. En las tierras comunitarias realizan trabajos colectivos en torno al café y con la cosecha compran caballos y vacas. Entre los animales de las familias y los comunitarios tienen 150 caballos y casi 200 vacunos.

Días antes de llegar los alumnos se estropeó el filtro de agua y para repararlo decidieron vender una vaca. Del mismo modo sostienen la sala de salud, la escuelita y todos los gastos que demandan transporte y alojamiento de los comuneros para cumplir los deberes de los tres niveles del autogobierno : el local o comunitario, los municipios autónomos y las Juntas de Buen Gobierno.

Las mujeres también tienen emprendimientos comunitarios. En esa comunidad tenían un cafetal con el que compraron seis vacas y un gallinero con medio centenar de aves cuyos ahorros utilizan para traslados y gastos de las mujeres que ocupan cargos o asisten a cursos. Los pocos insumos que no producen las familias (sal, azúcar, aceite y jabón) los compran en la cabeceras municipales en tiendas zapatistas, instaladas en locales que ocuparon después del levantamiento de 1994. De ese modo no necesitan acudir al mercado y toda su economía se mantiene dentro de un circuito que controlan, autosuficiente, vinculado al mercado pero sin depender del mismo.

Las tiendas son atendidas de forma rotativa por los comuneros. Julián explica que cada cierto tiempo le toca estar un mes en la tienda de Altamirano (a una hora de la comunidad) lo que lo obliga a dejar la casa. “En ese caso la comunidad te sostiene la milpa durante quince días y yo apoyo del mismo modo al que tiene que ir a la tienda”. Esther fue cargo en la junta, en el caracol Morelia, a media hora de la comunidad, y sus quehaceres fueron cubiertos de la misma manera, que podemos llamar reciprocidad.

Salud y educación 

Cada comunidad, por pequeña que sea, tiene una escuelita y un puesto de salud. En la comunidad 8 de Marzo hay 48 familias, casi todas zapatistas. La asamblea elige a sus autoridades, mitad varones y mitad mujeres, a los maestros y a los encargados de la salud. Nadie puede negarse porque es un servicio a la comunidad.

La escuelita funciona en una sala de la casona abandonada por el hacendado. Aún sobrevive una reja de hierro a través de la que pagaba a sus peones, quienes apenas podían ver una mano que dejaba caer monedas ya que la oscuridad ocultaba el rostro del patrón.

Temprano en la mañana los niños se forman en la cancha de basquetball frente a la casona, marchan en fila con paso marcial guiados por un joven de la comunidad que no debe superar los 25 años. La educación zapatista sufre la falta de infraestructura, los salones son precarios así como las bancas y el mobiliario. Los docentes no cobran sueldo pero son sostenidos por la comunidad al igual que los encargados de la salud. 

Sin embargo tiene enormes ventajas para los alumnos: los maestros son miembros de la comunidad, hablan su lengua y son sus iguales, mientras en las escuelas estatales (las del mal gobierno), los maestros no son indios sino mestizos que no hablan su lengua, incluso la desprecian, viven lejos de la comunidad y mantienen una vertical distancia con los niños. El clima de confianza en las escuelas autónomas habilita vínculos más horizontales y facilita la participación de padres y alumnos en la gestión de la escuela. Los niños participan en muchas de las tareas de la comunidad y, entre ellas, en el sustento de la escuela y de sus maestros. No existe distancia entre escuela y comunidad ya que son parte de un mismo entramado de relaciones sociales.

Si la escuela oficial tiene un currículo oculto a través del cual trasmite valores de individualismo, competencia, organización vertical del sistema educativo y superioridad de los docentes sobres los alumnos, la educación zapatista es el reverso. El currículo se construye en colectivo y se busca que los alumnos se apropien de la historia de su comunidad, para reproducirla y sostenerla.

La transformación y la crítica son permanentes y trabajan para construir de forma colectiva el conocimiento ya que los alumnos suelen trabajar en equipos y buena parte del tiempo escolar transcurre fuera del aula, en contacto con los mismos elementos que configuran su vida cotidiana. Lo que en la educación estatal es separación y jerarquía (maestro-alumno, aula-recreo, saber-no saber), en las escuelas autónomas es integración y complementariedad.

En la salita de salud conviven medicamentos de la industria farmacéutica con una amplia variedad de plantas medicinales. Una chica muy joven se encarga de procesar jarabes y pomadas con esas plantas. La sala cuenta con una huesera y una partera, que completan el equipo básico de salud en todas las comunidades zapatistas. En general, atienden situaciones relativamente simples y cuando se ven desbordados trasladan al paciente a la clínica del caracol. Cuando no pueden resolver, acuden al hospital estatal de Altamirano.

La salud y la educación están escalonadas en los mismos tres niveles que el poder autónomo zapatista. En los caracoles suelen funcionar las clínicas más avanzadas, incluyendo un que cuenta con quirófano y practican operaciones. En los caracoles, que albergan las Juntas de Buen Gobierno, también suelen estar las escuelas secundarias autónomas.

La Escuelita 

Siete horas demandó recorrer los cien kilómetros que separan San Cristóbal del caracol Morelia. La caravana de treinta camiones y coches salió tarde y avanza a paso de tortuga. Sobre las dos de la madrugada llegamos al caracol, un recinto donde se asienta un entramado de construcciones que albergan a las instituciones de la región autónoma : tres municipios, doce regiones y decenas de comunidades, gobernadas por la Junta de Buen Gobierno.

Además hay una escuela secundaria y un hospital en construcción, clínicas, anfiteatros, tiendas, comedores, zapatería y otros emprendimientos productivos.

Pese a la hora, una larga fila de varones y otra de mujeres nos esperaban engalanados con sus paliacates. Nos formamos por sexos y uno a uno fuimos conociendo a nuestros Votán. Marcelino alarga la mano y pide que lo acompañe. Vamos hasta el enorme salón de actos directo a dormir sobre los durísimos bancos.

A la mañana café, frijoles y tortillas. Luego hablan los miembros de la junta y explican cómo va a funcionar la escuelita. Por la tarde, casi de noche, salimos hacia la comunidad. Entre los alumnos pudimos ver a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo, y a Hugo Blanco, dirigente campesino y ex guerrillero peruano, ambos pisando los 80.

Llegamos a la comunidad hacia medianoche luego de media hora a los tumbos sobre la caja de un pequeño camión. Toda la comunidad, formada en filas de hombres, mujeres y niños con sus pasamontañas, nos recibe puño en alto. Nos dan la bienvenida y a cada alumno le presentan la familia donde vivirá. Julián se presenta y cuando ya todos reconocieron a su familia, marchamos a dormir.

Primera sorpresa. Dividieron la casa con un tabique, dejaron una habitación para el huésped con puerta propia y los siete miembros de la familia se amontonaron en una superficie similar. Nos despiertan con las primeras luces para desayunar. Luego vamos a trabajar en la limpieza del cafetal familiar, machete en mano, hasta la hora de la comida.

El segundo día tocó enlazar ganado para ser vacunado y el tercero la limpieza del cafetal comunitario. Así cada día, combinando el trabajo con explicaciones detalladas de la vida comunitaria. Por las tardes tocaba leer los cuatro cuadernos que repartieron sobre Gobierno Autónomo, Resistencia Autónoma y Participación de las Mujeres en el Gobierno Autónomo, con relatos de indígenas y autoridades.

Cada alumno podía formular las más variadas preguntas, lo que no quiere decir que siempre fueran respondidas. Pudimos convivir con una cultura política diferente a la que conocemos: cuando se les formula una pregunta, se miran, dialogan en voz baja y, finalmente, uno responde por todos. Fue una experiencia maravillosa, de aprender haciendo, compartiendo, saboreando la vida cotidiana de pueblos que están construyendo un mundo nuevo.

Raúl Zibechi.

viernes, 23 de agosto de 2013

Las escuelitas de abajo

Habrá un antes y un después de la escuelita zapatista. De la reciente y de las que vendrán. Será un impacto lento, difuso, que se hará sentir en algunos años pero marcará la vida de los de abajo durante décadas. Lo que vivimos fue una educación no institucional, donde la comunidad es el sujeto educativo. Autoeducación cara a cara, aprendiendo con el alma y con el cuerpo, como diría el poeta.

Se trata de una no pedagogía inspirada en la cultura campesina: seleccionar las mejores semillas, esparcirlas en suelos fértiles y regar la tierra para que se produzca el milagro de la germinación, que nunca es segura ni se puede planificar.

La escuelita zapatista, por la que pasamos más de mil alumnos en comunidades autónomas, fue un modo diferente de aprendizaje y de enseñanza, sin aulas ni pizarras, sin maestros ni profesores, sin currícula ni calificaciones. La verdadera enseñanza comienza con la creación de un clima de hermanamiento entre una pluralidad de sujetos antes que con la división entre un educador, con poder y saber, y alumnos ignorantes a los que se deben inculcar conocimientos.

Entre los muchos aprendizajes, imposibles de resumir en pocas líneas, quiero destacar cinco aspectos, quizá influenciado por la coyuntura que atravesamos en el sur del continente.

La primera es que los zapatistas derrotaron las políticas sociales contrainsurgentes, que son el modo encontrado por los de arriba para dividir, cooptar y someter a los pueblos que se rebelan. Al lado de cada comunidad zapatista hay comunidades afines al mal gobierno con sus casitas de bloques, que reciben bonos y casi no trabajan la tierra. Miles de familias sucumbieron, algo común en todas partes, y aceptaron regalos de arriba. Pero lo notable, lo excepcional, es que otras miles siguen adelante sin aceptar nada.

No conozco otro proceso, en toda América Latina, que haya conseguido neutralizar las políticas sociales. Este es un mérito mayor del zapatismo, conseguido con firmeza militante, claridad política y una inagotable capacidad de sacrificio. Esta es la primera enseñanza: es posible derrotar las políticas sociales.

La autonomía es la segunda enseñanza. Hace años escuchamos discursos sobre la autonomía en los más diversos movimientos, algo valioso por cierto. En los municipios autónomos y en las comunidades que integran el caracol Morelia, puedo dar fe de que construyeron autonomía económica, de salud, de educación y de poder. O sea, una autonomía integral que abarca todos los aspectos de la vida. No tengo la menor duda de que lo mismo sucede en los otros cuatro caracoles.

Un par de palabras sobre la economía, o la vida material. Las familias de las comunidades no tocan la economía capitalista. Apenas bordean el mercado. Producen todos sus alimentos, incluyendo una buena dosis de proteínas. Compran lo que no producen (sal, aceite, jabón, azúcar) en tiendas zapatistas. Los excedentes familiares y comunitarios los ahorran en ganado, con base en la venta de café. Cuando hay necesidad, por salud o para la lucha, venden alguna cabeza.

La autonomía en la educación y en la salud se asienta en el control comunitario. La comunidad elige quiénes enseñarán a sus hijos e hijas y quiénes cuidarán la salud. En cada comunidad hay una escuela, en el puesto de salud conviven parteras, hueseras y quienes se especializan en plantas medicinales. La comunidad los sostiene, como sostiene a sus autoridades.

La tercera enseñanza se relaciona con el trabajo colectivo. Como dijo un Votán: Los trabajos colectivos son el motor del proceso. Las comunidades tienen tierras propias gracias a la expropiación de los expropiadores, primer paso ineludible para crear un mundo nuevo. Varones y mujeres tienen sus propios trabajos y espacios colectivos.

Los trabajos colectivos son uno de los cimientos de la autonomía, cuyos frutos suelen volcar en hospitales, clínicas, educación primaria y secundaria, en fortalecer los municipios y las juntas de guen gobierno. Nada de lo mucho que se ha construido sería posible sin el trabajo colectivo, de hombres, mujeres, niños, niñas y ancianos.

La cuarta cuestión es la nueva cultura política, que se arraiga en las relaciones familiares y se difumina en toda la sociedad zapatista. Los varones colaboran en el trabajo doméstico que sigue recayendo en las mujeres, cuidan a sus hijos cuando ellas salen de la comunidad para sus trabajos de autoridades. Las relaciones entre padres e hijos son de cariño y respeto, en un clima general de armonía y buen humor. No observé un sólo gesto de violencia o agresividad en el hogar.

La inmensa mayoría de los zapatistas son jóvenes o muy jóvenes, y hay tantas mujeres como varones. La revolución no la pueden hacer sino los muy jóvenes, y eso no tiene discusión. Los que mandan, obedecen, y no es un discurso. Ponen el cuerpo, que es otra de las claves de la nueva cultura política.

El espejo es el quinto punto. Las comunidades son un doble espejo: en el que podemos mirarnos y donde podemos verlas. Pero no una o la otra, sino las dos en simultáneo. Nos vemos viéndolas. En ese ir y venir aprendemos trabajando juntos, durmiendo y comiendo bajo el mismo techo, en las mismas condiciones, usando las mismas letrinas, pisando el mismo lodo y mojándonos en la misma lluvia.

Es la primera vez que un movimiento revolucionario realiza una experiencia de este tipo. Hasta ahora la enseñanza entre los revolucionarios reproducía los moldes intelectuales de la academia, con un arriba y un abajo estratificados, y congelados. Esto es otra cosa. Aprendemos con la piel y los sentidos.

Por último, una cuestión de método o de forma de trabajo. El EZLN nació en el campo de concentración que representaban las relaciones verticales y violentas impuestas por los hacendados. Aprendieron a trabajar familia por familia y en secreto, innovando el modo de trabajo de los movimientos antisistémicos. Cuando el mundo se parece cada vez más a un campo de concentración, sus métodos pueden ser muy útiles para quienes seguimos empeñados en crear un mundo nuevo.

Raúl Zibechi

martes, 23 de julio de 2013

Máquinas de guerra: Blackwater, Monsanto y Bill Gates

Un reporte de Jeremy Scahill publicado en The Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) reveló que el ejército mercenario más grande del mundo, Blackwater (ahora llamado Xe Services) le vendió servicios clandestinos de espionaje a la trasnacional Monsanto. Blackwater cambió de nombre en 2009, luego de hacerse famosa en el mundo por las denuncias sobre sus abusos en Irak, incluidas masacres de civiles. Sigue siendo el mayor contratista privado del Departamento de Estado de Estados Unidos en servicios de seguridad, es decir para practicar el terrorismo de Estado dándole al gobierno la posibilidad de negarlo. 

Muchos militares y ex oficiales de la CIA trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para desviar la atención de su mala fama y generar más lucros vendiendo sus nefastos servicios –que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo político y entrenamiento paramilitar– a otros gobiernos, bancos y empresas trasnacionales. Según Scahill los negocios con trasnacionales –como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y Deutsche Bank– se canalizan a través de dos empresas que son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater: Total Intelligence Solutions y Terrorism Research Center. Éstas comparten oficiales y directivos de Blackwater.

Uno de ellos, Cofer Black, conocido por su brutalidad siendo uno de los directores de la CIA, fue quien hizo contacto con Monsanto en 2008 como directivo de Total Intelligence, concertando el contrato con la compañía, para espiar e infiltrar a organizaciones de activistas por los derechos de los animales, contra los transgénicos y otras sucias actividades del gigante biotecnológico.

Contactado por Scahill, el ejecutivo Kevin Wilson de Monsanto se negó a hablar, pero posteriormente confirmó a The Nation que habían contratado a Total Intelligence en 2008 y 2009, según Monsanto solamente para hacer seguimiento de información pública de sus opositores. Dijo además, que Total Intelligence era una entidad totalmente separada de Blackwater.

Sin embargo, Scahill cuenta con copias de los correos electrónicos de Cofer Black posteriores a la reunión con Wilson de Monsanto, donde les explica a otros ex agentes de la CIA, usando sus direcciones electrónicas de Blackwater, que la discusión con Wilson fue que Total Intelligence se convertiría en el brazo de inteligencia de Monsanto, espiando activistas y otras acciones, incluido que nuestra gente se integre legalmente a esos grupos. Monsanto pagó a Total Intelligence 127 mil dólares en 2008 y 105 mil dólares en 2009.

No asombra que una empresa de ciencias de la muerte como Monsanto, que se ha dedicado desde sus orígenes a producir tóxicos y desparramar venenos, desde el Agente Naranja hasta los PCB (policlorobifenilos), agrotóxicos, hormonas y semillas transgénicas, se asocie con otra empresa de matones. 

Casi al mismo tiempo que la publicación de este artículo en The Nation, la Vía Campesina denunció la compra de 500 mil acciones de Monsanto, por más de 23 millones de dólares por la Fundación Bill y Melinda Gates, que con esto se terminó de sacar su careta de filantrópica. Otra asociación que no sorprende.

Se trata de un casamiento entre los dos monopolios más brutales de la historia del industrialismo: Bill Gates controla más de 90 por ciento del mercado de programas patentados de computación y Monsanto cerca de 90 por ciento del mercado mundial de semillas transgénicas y la mayoría del mercado global de semillas comerciales. No existen en ningún otro rubro industrial monopolios tan vastos, cuya propia existencia es una negación del cacareado principio de competencia de mercado del capitalismo. Tanto Gates como Monsanto son muy agresivos en la defensa de sus mal habidos monopolios.

Aunque Bill Gates intente decir que la Fundación no está ligada a sus actividades comerciales, todo lo que ésta hace demuestra lo contrario: gran parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, además de que en realidad no dona nada, sino que en lugar de pagar impuestos a las arcas públicas, invierte sus ganancias donde le favorezca económicamente, incluida como propaganda de sus supuestas buenas intenciones. Por el contrario, sus donaciones financian proyectos tan destructivos como la geoingeniería o la sustitución de medicinas naturales y comunitarias por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo. Qué coincidencia, el ex secretario de Salud Julio Frenk y Ernesto Zedillo son consejeros de la Fundación.

Al igual que Monsanto, Gates se dedica también a tratar de destruir la agricultura campesina en todo el planeta, principalmente a través de la llamada Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA). Ésta funciona como caballo de Troya para despojar a los campesinos africanos pobres de sus semillas tradicionales, sustituyéndolas por semillas de las empresas primero, y finalmente por transgénicos. Para ello, la Fundación contrató en 2006, justamente a Robert Horsch, un director de Monsanto. Ahora Gates, venteando mayores ganancias, se fue directo a la fuente.

Blackwater, Monsanto y Gates son tres caras de la misma figura: la máquina de guerra contra el planeta y la mayoría de la gente que lo habita, sean campesinos y campesinas, indígenas, comunidades locales, gente que quiere compartir información y conocimientos o cualquier otro que no quiera estar en la égida de lucro y destrucción del capitalismo.

Silvia Ribeiro 
Investigadora del Grupo ETC

 

lunes, 22 de julio de 2013

Resistencias ante el presente: cuatro notas sobre el sujeto

1. En la extensa entrevista audiovisual El abecedario de Gilles Deleuze (1988), producida y realizada por Pierre André Boutang, se le formula al autor la siguiente pregunta, refiriéndose a algunas figuras intelectuales (artistas, filósofos y científicos): “¿A qué resisten exactamente?”. Deleuze en su respuesta se encarga de matizar que no se trata invariablemente de «resistencia». La posición ambigua de las ciencias en el actual contexto no parece ocultable, aunque sean muchos y muchas aquellos que resisten “(…) al arrastre y a los deseos de la opinión corriente, a todo ese dominio de interrogación imbécil”. Por su parte, también el arte [aunque mejor sería decir cierto arte] consiste “(…) en liberar la vida que el hombre ha encarcelado”.

La ecuación sería la siguiente: crear –en el sentido radical del término- es resistir. Citando a Primo Levi (superviviente de los campos de exterminio nazi), Deleuze señala que uno de los motivos del arte y el pensamiento es una “cierta vergüenza a ser un hombre”. No se refiere al tópico de que “todos somos asesinos”. La idea de una «culpabilidad colectiva» disuelve responsabilidades desiguales. Incluso si admitiéramos algún grado de complicidad con lo existente, ello no niega niveles asimétricos de responsabilidad en la construcción social del presente. Semejante generalización sería una confusión burda entre víctimas y verdugos. La vergüenza de ser humano, con todo, persiste incluso entre las víctimas del nazismo: vergüenza por que algo semejante al exterminio haya sido posible para otros humanos; vergüenza de mí por haber transigido ante lo que esos otros hacían: “No me he convertido en verdugo, pero he transigido bastante para haber sobrevivido”. Y, en tercer lugar, vergüenza por haber sobrevivido “yo” y no cualquier otro.

Reformulemos, pues, la afirmación de Deleuze en nuestro contexto discursivo: la creación intelectual puede devenir una forma específica de resistencia, esto es, un modo de afrontar la vergüenza que sentimos. Por lo demás, no tenemos por qué confinar la «creación» al campo artístico o al campo intelectual, aun si reclamáramos a sus participantes responsabilidades específicas en la actual configuración social. Podemos resistir creando otras posibilidades en cualquier campo de la actividad humana, al menos, en cuanto nos salimos de “ese dominio de interrogación imbécil” en el que habitualmente nos movemos. Así planteadas las cosas, no sólo no deberíamos dar por descontada esa resistencia -intelectual, ética o política- sino que sería preciso dar cuenta, simultáneamente, de otras respuestas sociales marcadas por la resignación, el conformismo y la indiferencia ante las atrocidades que se repiten en el presente.

2. La objeción es previsible: puede que esas víctimas se hayan sentido avergonzadas ante lo que (les) ocurrió. Pero, al fin de cuentas, los campos de exterminio son cosa del pasado, algo ignominioso que ha quedado atrás y que no nos atañe directamente. No bien mencionemos los CIE, los campos de refugiados, Guantánamo o las cárceles secretas de la CIA, nos replicarán que no es lo mismo. Si procuramos nombrar las vejaciones del presente –torturas, asesinatos selectivos o en masa, atentados, persecuciones ideológicas, guerras imperiales, espionaje masivo, etc.- insistirán en que, a pesar de todo, hoy se las condena de forma rotunda a diferencia de otros tiempos.

Es cierto que podríamos replicar que esa condena moral universal no existe o que es completamente insuficiente. El problema, sin embargo, es mucho más grave: además de persistir la «lógica del campo» (2), tras las variaciones fenomenológicas, la fuerza de lo atroz mantiene su vigor. Lanzados a este círculo de supervivencia, incluso lo mortífero –esto es, males sociales endémicos como la desnutrición infantil y las hambrunas, la destrucción medioambiental, el desempleo y la explotación, la marginación social y la pobreza, el incremento de las asimetrías de poder, etc.- termina siendo minimizado no sólo por los poderes estatales, mediáticos y económicos, sino también por buena parte de la propia ciudadanía, atrapada por el pánico a perder lo que (no) tiene. La globalización de la catástrofe convierte los pequeños desastres diarios en riesgos presuntamente inevitables de la vida. Puestos en la lógica binaria de la vida o la muerte, sobrevivir podría resultar para muchos un mal menor. Naturalizada la exclusión social, el problema suele quedar reducido a quiénes son los que quedan fuera, sin reparar siquiera en que se puede estar “dentro” de modos diferentes, incluyendo esos modos que excluyen la posibilidad de otra vida.

Situados en una perspectiva histórica, esta naturalización muestra una diferencia sustantiva: hasta tiempos relativamente recientes, las sociedades europeas mantenían intacta la ilusión de que todo ese horror innombrable estaba demasiado lejos para afectarlas. Lo atroz es lo que ocurría con el Otro, por no decir que, según esa percepción dominante, lo atroz era el Otro a secas. Pero también esa ilusión ha estallado: la otredad es parte de la mismidad. Los males se multiplican de manera irrefrenable en las propias periferias europeas. En la proliferación de la miseria, la estafa planificada, la transferencia de recursos públicos a las elites empresariales y bancarias, el latrocinio monumental propiciado por la alianza entre sistema político y sistema económico-financiero, la primacía de una cultura cínica que claudica en sus compromisos inclusivos a la vez que exacerba su individualismo hedonista.

Lo atroz quizás ya no puede nombrarse de forma exhaustiva. Escapa al concepto. No por exceso de profundidad sino por multiplicación de facetas, por su existencia banal y extendida. La enumeración falla. Siempre hay más. Lo relevante es la matriz que produce esas atrocidades en las que vivimos. Las que a fuerza de repetición dejan de escandalizar, las que se instalan como parte estable de un capitalismo en ruinas, que se reproduce haciendo estragos, abatiendo ingentes masas sociales de las que cada cual, de forma más ilusoria que real, se autoexcluye, como si estuviéramos a salvo en el reparto de las desigualdades.

3. Resistir es crear otras posibilidades vitales: convertir la vergüenza en un sentimiento revolucionario que nos permita dejar de transigir, esto es, no ceder a la política de resignación que hegemoniza nuestro presente. Por eso la indignación no puede bastar si no deviene rebelión. Mucho menos la queja privada que, además de pasivizar al sujeto, permite de manera indefinida su coexistencia con el mal que lo aqueja. Desafiar esa resignación es movilizar nuestra energía política. Articular frentes de lucha en común en torno a proyectos colectivos que pongan en crisis la formación capitalista misma (y no sólo su variante neoconservadora).

La vergüenza es parte de nuestra experiencia social. No hemos hecho más que otros para evitar la maquinaria del sacrificio. No somos verdugos, pero permitimos que ellos sigan haciéndolo. Llámese saqueo visible, crimen organizado, expolio, corrupción sistémica, impunidad. Claro que no bien queremos identificar ese “ellos”, los rostros también se hacen múltiples. No están del otro lado. Ni lejos. No es una cuestión irrelevante si preguntamos a cada cual qué está haciendo (qué estamos haciendo) para no permitir lo atroz. Para no conformarnos con estar dentro, aunque se trate de un mal-estar, de una presencia al límite de lo presente. En particular, ante el déficit de reflexión en torno a lo que Bourdieu llama especialistas en el manejo de los capitales simbólicos, resulta de vital importancia preguntarse qué están haciendo esos sujetos para no comportarse como verdugos. Puesto que los «intelectuales» no constituyen una categoría independiente y autónoma de individuos, sino que pertenecen a grupos sociales determinados, no sólo no es lícito presuponer su participación en prácticas sociales transformadoras, sino que también exige indagar cómo participan en la producción de hegemonía.

Para decirlo de un modo inclusivo: ante la ofensiva radical del capitalismo financiero, ¿qué estamos haciendo los sujetos académicos, científicos, artísticos y filosóficos? ¿Cómo resistimos, si lo hacemos, quienes participamos en el trabajo intelectual, incluyendo a los periodistas como supuestos “profesionales de la (des)información”? Las preguntas no se detienen ahí: ¿qué ocurre con los millones de trabajadores y trabajadoras, con los parados y paradas, con los movimientos estudiantiles, con los movimientos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, con los diferentes sindicatos, los colectivos inmigrantes y refugiados, en suma, con los cientos de miles de humanos afectados por una política de lo atroz?

4. Sería un error suponer que la baja participación en las protestas públicas responde sola o principalmente a la desafección ciudadana, la despolitización y el escepticismo ante manifestaciones colectivas desoídas de forma sistemática por gobiernos autistas o el apoyo vergonzante a las actuales direcciones gubernamentales. No hay por qué descartar algo más desconcertante: la perplejidad extendida ante una «política de shock» globalitaria que no cesa de expandirse.

No es preciso disociar esas dimensiones. Probablemente, el irregular nivel de movilización sea síntoma de unos consensos mayoritarios erosionados pero persistentes y, simultáneamente, de una perplejidad política de los que, de formas diferenciadas, somos damnificados. ¿No es precisamente ese estado de ánimo colectivo lo que bloquea la articulación crítica de una práctica política radical, con fuerza suficiente para poner en crisis la hegemonía actual? ¿No habría incluso que ir más allá de lo que es inmediatamente reconocido como «político», para desplazarse al análisis crítico de nuestras formas colectivas de vida?

Tal vez sea preciso insistir en el punto: nadie escapa de ese estado como no sea mediante un trabajo (auto)crítico que nunca está asegurado. Dicho de otra manera, no hay posibilidad de rebelión sin el cuestionamiento radical del mundo, de nuestras formas de existencia y de nosotros mismos. Todavía seguiría siendo una mera coartada si a ese espectro de la crítica no le exigiéramos la encarnación en una práctica social transformadora. Ante la vergüenza de nuestra complicidad que la crítica hace manifiesta, nos queda la posibilidad del acto: la creación de una praxis colectiva que interrumpa su permisividad, incluso aquella que se justifica teóricamente.

No se trata, en este sentido, de un llamado simple a la acción. No todo activismo es de por sí mejor. De forma complementaria, la tesis marxiana de la autodestrucción del capitalismo a partir de las contradicciones de su ley de desarrollo histórico es, de mínima, dudosa. No hay nada que indique que la formación capitalista no pueda reproducirse en medio de los escombros, incluso si ello supusiera una mutación histórica radical a partir de la institucionalización de una gobernanza supranacional sustraída a los poderes democráticos. En última instancia, la condición de existencia de nuestra formación social es la producción de un mundo arruinado en el que sobreabundancia y carencia coexisten.

En ese contexto, reflexionar sobre nuestras posibilidades de acción y su articulación con otras prácticas a nivel global se convierte en una necesidad política de primer orden. Es parte de nuestra responsabilidad ante una exigencia de justicia. No basta cuestionar las actuales estructuras políticas, económicas y culturales si no cuestionamos, simultáneamente, a los «sujetos» individuales y colectivos que las sostienen. Cuestionar ciertas teorías del sujeto, entonces, no habilita a clausurar la reflexión en torno a éste. El sujeto no es un mero soporte pasivo de estructuras cerradas, sino «agente» que participa en la reproducción/ transformación del presente. Demasiado a menudo olvidamos -a pesar de algunos filósofos- que no sólo la historia nos hace sino que también nosotros hacemos la historia efectiva. La concepción (objetivista) de una «historia sin sujeto» se limita a invertir el idealismo (subjetivista) de un «sujeto sin historia», pero no permite subvertir a los «sujetos históricos» que, en condiciones materiales específicas, plantean una relación determinada con lo que heredan. Incluso si fuéramos “moscas atrapadas en una telaraña”, nuestro deseo de salir no perdería fuerza.

La vergüenza sigue ahí. “Estamos auto-divididos, auto-alienados, somos esquizoides. Nosotros los-que-gritamos somos también nosotros-los-que-consentimos” (3). La vergüenza de consentir es también la que nos incita a gritar. Precisamente porque las grietas de la realidad social son cada vez más numerosas, es a nosotros a quienes atañe convertir esos gritos colectivos en nuevas intervenciones históricas que nos lleven más allá de la desolación del presente.

Arturo Borra. 

Notas:

(1) Si bien Gramsci utilizó la noción de «bloque histórico» para referirse primordialmente a las alianzas de clase, en un sentido amplio «bloque» alude aquí a un tejido de alianzas inestables entre sujetos sociales más o menos heterogéneos que participan en la producción de una dirección política, moral e intelectual a nivel colectivo. Dichas alianzas son condición de existencia de la articulación hegemónica de diversas demandas que no son coincidentes a priori (de lo contrario, sería superflua la articulación misma). Hay articulación porque el bloque histórico mismo es inestable y está atravesado por conflictos.

(2) Para un análisis obre la «lógica del campo» puede consultarse Giorgio Agamben, Medios sin fin, Pretextos, Valencia, 2010.

(3) Holloway, John, Cambiar el mundo sin tomar el poder, El Viejo Topo, España, 2002, p. 201.

jueves, 13 de junio de 2013

El suicidio de Rambo

Durante los últimos doce años el suicidio entre los militares estadounidenses en activo ha ido aumentando sostenidamente, alcanzando un récord de 349 (únicamente suicidios confirmados) en 2012. De acuerdo a cifras preliminares, parece que alcanzará un nuevo record en 2013.

La preocupación del gobierno norteamericano se acentúa con el hecho de que en cada uno de los últimos tres años el número de bajas por suicidio entre los militares ha sido superior a la cifra de los que mueren en combate. En 2012 murieron 310 soldados estadounidenses en Afganistán y se suicidaron, como hemos dicho, 349. Sólo el Cuerpo de Infantería de Marina registró 48 autoeliminados en 2012, un aumento del 50% respecto a 2011. Cada 65 minutos en promedio, un veterano de las fuerzas armadas estadounidenses comete suicidio (uno cada día aproximadamente entre los que están en servicio activo).

Se considera, sin embargo, que la verdadera cifra es bastante mayor pues debido al estigma asociado al suicidio, muchas muertes, sobre todo las que se producen por envenenamiento, sobredosis de estupefacientes y caídas desde alturas, se clasifican como accidentes aunque, con toda seguridad, una parte de ellas son acciones suicidas.

De todos modos, la situación es tan grave y escandalosa que el Secretario de Defensa León Panetta afirmó en un comité del Congreso en Julio de 2012 que los militares de Estados Unidos se enfrentan a una "epidemia" de suicidios y que se necesita mejorar los servicios de salud mental para las tropas. Panetta indicó que los suicidios constituyen uno de los problemas "más complejos" y "urgentes" que enfrentan los militares estadounidenses y es "uno de los retos más frustrantes" ya que "a pesar del aumento de esfuerzos y el incremento de la atención, la tendencia continúa avanzando en una problemática y trágica dirección".

En los últimos tres años se incrementó (hasta unos 9,000) el número de psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y enfermeras especializadas en salud mental, en hospitales y clínicas militares, un incremento del 35%.

Si se tiene en cuenta la experiencia israelí (la tasa de suicidios es también alta entre los militares de Israel) el suicidio entre los veteranos es favorecido por las leyes que permiten, prácticamente sin control, la tenencia de armas de fuego. En Israel, la principal forma de suicidio era por disparo de arma de fuego los fines de semana y días festivos. En 2006, una orden administrativa que prohibió a los soldados llevar el arma a casa redujo de inmediato la tasa de suicidios en más de un 40%.

Medidas como ésta, sin embargo, tocan solamente la superficie del problema, el cual tiene raíces considerablemente más extensas y profundas. Muchos veteranos, víctimas ellos también de tantas guerras sin sentido, prefieren quitarse la vida a vivir con las secuelas de las terribles experiencias vividas como invasores en países que, muy probablemente, no sabían siquiera situar en un mapa.

El aumento de la tasa de suicidios obligó a la Casa Blanca en 2011 a levantar la prohibición, impuesta por la administración de George W. Bush, para el envío de cartas de condolencia a nombre del presidente a las familias de los miembros del servicio que se suicidan.

Al escándalo del suicidio entre los militares se suma el escándalo de los asaltos sexuales: una de cada cinco mujeres de uniforme es asaltada sexualmente por sus compañeros, y la cifra va en aumento. Alrededor de 20,000 asaltos sexuales tienen lugar cada año en las fuerzas armadas de Estados Unidos, pero menos de cien (menos del 0.5 %) de los violadores son llevados a corte marcial y esto, generalmente, sólo cuando han actuado con excesiva brutalidad y el hecho ha trascendido al público. Si los militares estadounidenses violan a sus propias compañeras, ¿qué no harán con las mujeres civiles indefensas en los territorios ocupados? 

Rambo viola, Rambo tortura, Rambo asesina, Rambo se suicida porque, no busquen otra causa, su degradación es el resultado de violentar la naturaleza humana dentro de una horrible maquinaria de destrucción y muerte al servicio del complejo militar-industrial y de la élite imperial gobernante. Nota: La cifras que se ofrecen son desclasificadas.

Fuentes: informes anuales del Departamento de Defensa y del "Department of Veteran Affairs".

Salvador Capote.

miércoles, 12 de junio de 2013

Somos lo que comemos -La comunidad del maíz-

La frase que se enuncia en el título es de lo más conocida y sea quizás una buena forma de enmarcar el espíritu de este post. Es cierto que lo mismo podríamos hacer con la agricultura en general pero en estas tierras mesoamericanas el sentimiento de ser hijos e hijas del maíz es profundo y su domesticación creó una forma de ser en sociedad tan fuerte que creemos que ese solo hecho merece especial atención, sobre todo ahora que crece la introducción de semillas transgénicas en el centro de origen de esta planta.

El maíz es de los alimentos más utilizados en las dietas del mundo, después del trigo y el arroz. Los datos que sustentan el momento de su domesticación son muy variados pero se cree que alrededor de unos tres mil años antes de nuestra era los antiguos habitantes de estas tierras comenzaron con esta tarea. En un principio la planta daba frutos muy pequeños, del tamaño del dedo chico de una mano. Su progresiva integración en la alimentación cotidiana de los que algunos creen fueron los primeros en cultivarlo, los olmecas, hizo que sus características fueran cambiando hacia la forma y tamaño con el que lo conocemos hoy en día.

Para algunos investigadores mexicanos la agricultura podría ser el resultado de “una larga historia de manejar in situ la vegetación natural”. Por aquel entonces los primeros cazadores-recolectores realizaron una labor de observación, selección y cuidado de plantas de maíz silvestres eligiendo entre ellas a las de mejor fruto en sabor y tamaño y cuidando su entorno para asegurar su crecimiento y reproducción. Estos cuidados hicieron que sobrevivieran gran variedad y diversidad del granos que sin el factor humano hubieran desaparecido. 

Más allá de estos datos empíricos lo que se creó con la siembra y domesticación del maíz fue una forma de hacer sociedad y de relacionarse. De hecho es muy habitual que para hablar del origen de la planta y cómo empezó a formar parte de la vida de las personas se citen mitos cosmogónicos fundacionales. Así en el libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, se dice que 

Los dioses hicieron de barro a los primeros mayas-quichés. Poco duraron. Eran blandos, sin fuerza; se desmoronaron antes de caminar. Luego probaron con la madera. Los muñecos de palo hablaron y anduvieron, pero eran secos; no tenían sangre ni sustancia, memoria ni rumbo. No sabían hablar con los dioses o no encontraban nada que decirles. Entonces los dioses hicieron de maíz a las madres y a los padres. Con maíz amarillo y maíz blanco amasaron su carne. Las mujeres y los hombres de maíz veían como los dioses, su mirada se extendía sobre el mundo entero. Los dioses echaron un vaho y les dejaron los ojos nublados para siempre, porque no querían que las personas vieran más allá del horizonte. 

Los mexicas, con su Leyenda de los Soles reflejan una simbología muy similar. Para éstos y todos los demás pueblos de la región, esta planta ocupó uno de los momentos más importantes de su historia dando comienzo a la vida civilizatoria tal y como la conoceríamos luego.

También se tienen evidencias de un sistema avanzado de agricultura de maíz en el imperio Inca, en la región de los Andes sudamericanos con lo que se evidencia el importante flujo e intercambio con el que se desarrollaban las culturas de aquellos tiempos. En realidad lo que eso nos dice es que el intercambio de esos conocimientos adquiridos de la experiencia eran profundamente necesarios para la supervivencia de las comunidades y se daba de manera natural y fluida. Compartir conocimientos permitió crear esas civilizaciones que hoy nos siguen maravillando.

Más tarde el maíz se fue cultivando en forma de milpa, es decir junto con otros alimentos como frijol, calabaza o chile, complejizando aún más la dieta y los cuidados de acuerdo a las zonas de cultivo y las estaciones del año. Según un artículo escrito para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por César Carrillo Trueba “
el resultado de este proceso fue la formación de aproximadamente 250 pueblos de diferente lengua, habitando un territorio de gran diversidad natural y unidos por una forma de vida tejida alrededor del cultivo del maíz”.

Su presencia es tan fuerte y cíclica en la vida de las poblaciones que se llegaron a generar procesos de conocimiento sumamente complejos y especializados que se hicieron visibles en la estructura jerarquizada de las sociedades. “La forma como se lleva a cabo su cultivo, de manera colectiva, en pequeños grupos, ha impreso características propias a la organización social”. La historia de su domesticación y difusión hacia otras culturas mesoamericanas y sudamericanas establece un factor fundamental en la unidad de los pueblos de esta parte del mundo.

Es común pensar que el maíz fue la base material de la resistencia indígena durante más de 500 años, después de la destrucción de muchas de sus formas de vida ancestrales tras la conquista y colonización del continente. Así los campesinos, campesinas e indígenas se han convertido en los guardianes de esa riqueza genética que generaron e hicieron crecer durante todos estos siglos. Son los guardianes de un patrimonio colectivo construido colectivamente. Son ellos quienes han creado y recreado reglas y formas que han permitido que ese alimento llegue hasta nuestros días. Proteger el maíz nativo implica reconocer esas formas de cuidado integrales que se construyeron a su alrededor.

Sobre las semillas transgénicas 

Esta larga introducción tiene vinculación con diversas voces que se están haciendo escuchar cada vez más alto en la defensa de las semillas criollas contra la introducción de semillas transgénicas. La experiencia de la India tras la siembra de semillas transgénicas de algodón es por demás contundente: en palabras de Vandana Shiva esto ha desembocado en suicidios masivos por el ahogo económico que produce el coste de semillas no-nativas (las cifras hablan de un suicidio cada 30 minutos).

Históricamente las semillas han sido consideradas un bien común, un commons cuidado, protegido y mejorado por las propias comunidades. El intercambio de semillas y de los conocimientos sobre la mejor forma “de crecerlas” era compartido abiertamente. Sin embargo, después con la acumulación originaria de la que hablaba Marx ha seguido un continuo proceso de separación entre productores, productoras y consumidores, comsumidoras que ha derivado en lo que David Harvey llamó acumulación por desposesión. 

Hoy por hoy el maíz es de las plantas más domesticadas, adaptadas y productivas. No sólo se utiliza para preparar alimentos y derivados sin que es un ingrediente esencial de una gran cantidad de productos que nada tienen que ver con la alimentación y que van desde cosméticos hasta combustibles.

Esa enorme adaptabilidad que le permitió a las primeras civilizaciones americanas cientos de variedades de las semillas y gran cantidad de alimentos derivados es hoy uno de sus principales problemas por el enorme interés que existe por parte de las empresas agroindustriales de quedarse con este suculento negocio. La tendencia desde esos sectores es ver al maíz absolutamente separado de sus comunidades.

Para Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC, “todas las guerras tratan de destruir las fuentes de alimentación del enemigo… Y aunque para las trasnacionales los campesinos y la gente en general no somos enemigos sino clientes potenciales (en realidad sólo les interesa la ganancia), apropiarse de las bases de la alimentación les da ambas ventajas: fabricar dependencia y destruir resistencia”.

Las semillas transgénicas generan una enorme dependencia y rompen con las soberanías alimentarias que por ende rompen con todas las demás formas de soberanías subsecuentes. Las semillas transgénicas rompen de raíz estas cadenas de valor, de conocimiento y de unión creadas durante siglos porque para crecer no necesitan ya de un bastón plantador, de un cuidado directo personal ni de las relaciones sociales que comparten. Bastan grandes extensiones de tierra y una buena dosis de fertilizantes artificiales y herbicidas de laboratorio para “hacerlos crecer”. Y por supuesto una buena cantidad de dinero para comprar semillas en cada nueva siembra, porque las de la cosecha anterior no servirán ya que son estériles. Eso sin mencionar los estudios realizados de forma más independiente (la mayoría de los estudios de este tipo son pagados por las mismas trasnacionales de la agroindustria por lo que los resultados nunca contradecirán su negocio) que ya demuestran lo que campesinos y campesinas viene diciendo desde hace décadas: que los transgénicos son dañinos para la salud humana.

La mentira más común para favorecer estos cultivos dice que los transgénicos terminarán con el hambre en el mundo. A esto un campesino aragonés respondió que es “curioso combatir el hambre con cultivos que solo come la ganadería de los países ricos”.

Pese a la enorme penetración que estos cultivos han tenido en el mercado, el 70% de la alimentación de la humanidad sigue estando en manos de la agricultura campesina y de pequeña escala mientras la agroindustria produce alimentos que especulan en la Bolsa.

Sí, somos lo que comemos y comer es algo que no podemos dejar de hacer. Por eso la importancia de defender el cultivo de semillas criollas debería estar en la base de todas nuestras luchas. No importa si nos dedicamos al campo, a la informática, el deporte o la contemplación. Según Pat Mooney la importancia es aún mayor porque “ésta es la primera vez en la que uno de los cultivos más importantes para la alimentación en el mundo es amenazado en su centro de origen y diversificación”. El hecho de aprobar siembras experimentales en estas zonas implica que más tarde o más temprano los cultivos nativos se contaminarán. Esto es así porque el maíz “es un cultivo de polinización cruzada, a diferencia de los otros cereales básicos como el trigo y el arroz que se autopolinizan. Cuando el maíz se reproduce el polen de una planta fecunda a las plantas vecinas (…) Bajo condiciones favorables el polen puede trasladarse grandes distancias y ser efectiva su fertilización”. Es así como habiendo una plantación transgénica en los alrededores, una cosecha nativa cuidada y cultiva de forma ecológica puede verse contaminada de todos modos. Si los transgénicos en general atentan contra los cultivos nativos en el caso del maíz lo hacen de una manera más contundente. 

Por eso la lucha contra los transgénicos está siendo un gran ejercicio colectivo en el que participan sectores de los más variopintos: campesinos y campesinas, activistas sociales y ecologistas pero sobre todo nos encontraremos con personas de a pie, consumidores y consumidoras preocupados (como para no estarlo) sobre qué nos llevamos a la boca. Por eso crecen día con día procesos ciudadanizados de apropiación de esta lucha: cooperativas de consumo, mercados solidarios, huertos urbanos (y huertos caseros) que a la vez muchas veces dinamizan todo un modelo a su alrededor: monedas locales, intercambio de semillas criollas, talleres de autoconsumo, tecnologías apropiadas, manejo sustentable de aguas, etc.

A veces algunas buenas noticias llegan de manos de legislaciones y Gobiernos de turno. Un ejemplo reciente es el haber confirmado a Ecuador como país libre de semillas transgénicas. Esto, lejos de dejar de ser un motivo para celebrar (más bien creemos que es una acción sensata de aquellas que velan “por la seguridad y la integridad de toda la población”) nos pone en el camino de seguir haciendo lo que estamos haciendo: organizarnos junto a otras personas y procesos que trabajan cotidianamente alternativas a este modelo de desarrollo propuesto por grandes compañías como Monsanto (la mayor empresa trasnacional de la agroindustria) y que se proponen una vez más como las únicas capaces de sacarnos de las crisis que nos rodean. Todavía podríamos creerles de no ser por estar ampliamente comprobado que este modelo solo conlleva más centralización y uniformidad. Dos características que distan mucho de ser sociales y saludables.

No estamos solas, solos en esta recuperación/afianzamiento de la soberanía alimentaria por eso el pasado 25 de Mayo se levantó una sola voz en todo el planeta en el Día de Acción Mundial contra los Transgénicos en el que participaron 40 países, miles de personas en las calles y además tuvo alguna que otra ayudita virtual de la mano de Anonymous. Tampoco parecemos ser solo personas en esta pelea. La naturaleza hace otro aporte cuando el amaranto (una planta de muy altos valores nutricionales) devora transgénicos de Monsanto.

Es evidente que las luchas se tornan cada vez más integrales, sobre todo porque a estas alturas de la historia aquella famosa cita latina que dice Mens sana in corpore sano parece quedar definitivamente de cabeza. Nuestros cuerpos (el territorio-cuerpo) son lo primero a defender, sin ellos no podremos defender esos otros territorios que necesitan de nuestros cuerpos y nuestras mentes para ser liberados. 

Fuente: http://sursiendo.com/blog/2013/06/somos-lo-que-comemos-la-comunidad-del-maiz/

lunes, 20 de mayo de 2013

Alterinstructivo: ¿Qué hacer si tu gobierno bloquea internet?

Con la trilogía revolucionara que se ha vivido en África durante este 2011, durante la cual han sido ya derrocados dos gobiernos (Túnez y Egipto) y uno más se encuentra en graves aprietos como es el caso de Argelia, dos de estos regimenes recurrieron a bloquear o apagar internet para evitar que las herramientas digitales pudiesen ser aprovechadas por los manifestantes. Al parecer ya todos los gobiernos han confirmado el “empoderamiento” con el que internet puede dotar a una población inconforme, además de permitirle acceder a formas mucho más eficaces e inmediatas de organización.

Como antecedentes a estos dos casos en los que el gobierno del ex dictador egipcio Hosni Mubarak intentó frenar, evidentemente sin éxito, las explosivas protestas en su contra bloqueando el acceso a internet en el país, y un par de semanas después lo mismo hizo el actual régimen de Argelia ante la intensificación de violentas manifestaciones, se encuentra a una serie de países que han estado pujando por obtener autorización legal para tener el derecho de suspender los servicios de internet en su territorio en caso de que lo consideren apropiado. Más allá del caso de China, cuya intensa censura digital debiera de considerarse como un caso aparte, los gobiernos de Estados Unidos, España, y Venezuela, entre otros, ya pueden disponer de esta medida.

El punto es que cualquiera de nosotros podríamos enfrentar esta situación, por más lejana que parezca en el caso de algunos de nuestros países, y en este sentido resulta de gran utilidad conocer las medidas apropiadas para contrarrestar los bloques gubernamentales a la señal de internet. A continuación algunas recomendaciones compiladas por el sitio enter.co:

Acudir a otros países. 

Usted se puede saltar la restricción utilizando un Proveedor de Acceso a Internet (ISP) de otro país. Aunque puede ser una herramienta costosa, el usuario podrá acceder normalmente a la Red y de esta manera no viola ninguna ley. A esta herramienta se puede acudir a través de proveedores de acceso telefónico de países vecinos o logrando un acceso a Internet vía satélite de 2-vías.

Mensajes.

A propósito del bloqueo de Internet en Egipto, Google y Twitter presentaron una herramienta que les permite a los usuarios dejar mensajes en la red de microblogging a través de llamadas telefónicas. Sumado a esto, una buena herramienta que, en el caso de las redes sociales, se puede poner en práctica son los mensajes de texto. Este servicio se puede configurar desde las propias redes. (Claro, visionarios como el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, también podrían caer en cuenta de esto y bloquear, junto a Internet, la señal de los operadores celulares).

Un servidor proxy.

Con este servidor el usuario podrá camuflar su ubicación en Internet desviando el tráfico que se genera en un equipo que esté en otra ubicación. Sin embargo, estos sitios (en su mayoría) son anónimos y requieren de la instalación de una barra de publicidad en el navegador como parte de financiamiento.

Estos son algunos de los servidores en el formato “hostname:port”, el más utilizado. 

- www-proxy.t-online.de:80 (Bonn, Alemania).

– cair.res.in:80 (Bangalore, India).

– esjv.com.hk:80 (Hong Kong).

– mail.unisol.com.ar:80 (Argentina).

– souththornlieps.wa.edu.au:3128 (Perth, Australia).

– proxy.olimpo.com.br:8080 (Rio de Janeiro, Brasil).

– 203.77.236.3:8080 (Jakarta, Indonesia).

Correo electrónico.

Programas como Agora y www4email están disponibles y pueden ser utilizados para superar cualquier barrera de censura. Tiempo atrás eran utilizados para acceder a Internet a través del correo electrónico cuando el “www” todavía no estaba posicionado. La herramienta puede funcionar si el usuario está suscrito a cualquier proveedor gratuito de correo que permita conexiones SSL.

Métodos antiguos: 

Los ‘ciberactivistas’ en casos de censura o bloqueo la Red acuden a las conexiones con métodos antiguos. Uno de ellos es la conexión con la línea telefónica, y funciona utilizando un módem y una línea. La llamada tiene un costo, pero la transmisión de datos no. En varios países del mundo las compañías ofrecen conexiones a Internet gratuitas a través de este método. En Egipto, la mayoría de los pocos usuarios que lograron conectarse a la Red lo hicieron con su antiguo módem.

Messenger.

Establecer un contacto con Microsoft podría ser muy efectivo para lograr el uso de Messenger en los casos más extremos. Un usuario puede solicitar al gigante del software que ponga en funcionamiento un cliente web.

VPN.

Este es uno de los métodos más efectivos. La red privada virtual (VPN) permite que un equipo en un determinado punto se pueda conectar a otro que esté en cualquier lugar como si estuvieran en la misma Red, inclusive en otro país. Una de las ventajas es la seguridad que ofrece la conexión.

El servicio, utilizado también para dispositivos móviles, puede ser instalado por el usuario de forma independiente o contratado por alguna empresa. Además de la conexión a Internet, la VPN permite el intercambio de archivos.

Por otro lado, también se ha ido popularizando por parte de distintos gobiernos, entre ellos el estadounidense, el bloque o censura de diversos sitios. Sin duda el caso más conocido por todos es lo que ocurrió a WikiLeaks, sitio que tras la publicación masiva de cables diplomáticos confidenciales hace un par de meses tuvo que recurrir a un sitio espejo para continuar ofreciendo acceso a sus contenidos. Es importante recordar que el sistema que asigna y administra los dominios en internet, así como las vías de transmisión de datos, es un organismo centralizado sobre el cual tienen una significativa ingerencia gobiernos y corporaciones. Por esta razón, y aprovechando el estado de ánimo de este artículo, revisaremos algunos métodos a los cuales podrá recurrir en el caso de que seas víctima de censura ante la intención de publicar o transmitir cierta información o contenido:

Espejos: Publicar la información en muchos sitios, para que sea prácticamente imposible bloquear todos los servidores. Esta opción la pusieron en práctica ‘hacktivistas’ en defensa de WikiLeaks recién se desató el escándalo que afectaba a la diplomacia estadounidense.

Camuflar el contenido peligroso: Guardar los contenidos como imágenes puede hacerles más difíciles las cosas a los rastreadores que bloquean los sitios.

Utilizar one-time-addresses: se trata de direcciones web (URL) que tienen validez durante un período corto de tiempo. Por lo general, se utilizan para hacer descargas de pagos.

Para concluir, queremos compartirles una reflexión que a fin de cuentas termina por ser una amable invitación: es importante desprendernos ya de la idea de que internet es una arena repleta de libertad, como si se tratase de un risueño campo decorado con flores digitales, donde lo único que importa es la comunión y el sentido de colectividad. Lo cierto es que, si bien la Red nos ha servido como un increíble recordatorio generacional del poder que tenemos como comunidad sintonizada, a fin de cuentas se trata de un sistema centralizado, monitoreado, y controlado, por aquellos intereses y agendas que históricamente han decidido buena parte de los rumbos adoptados por la sociedad humana, y los cuales se encuentran icónicamente representados por dos instituciones: gobiernos y corporaciones.

La información quiere ser libre, y en nosotros esta la posibilidad de responderle a su naturaleza virginalmente caótica. Las sugerencias anteriores son recursos de supervivencia digital ante el actual escenario, sin embargo algunas e las más lúcidas mentes de la actualidad han sido claras al denunciar la necesidad de un internet nuevo, libre, descentralizado, y operado por un sistema de nodos interconectados, encarnando una estructura geométricamente incontrolable.

martes, 19 de marzo de 2013

El rostro de la guerra: fotografías de soldados antes, durante y después de Afganistán

La serie ‘We Are The Not Dead’: Soldiers on Afghan Mission, del fotógrafo escocés Lalage Snow, retrata, literalmente, los devastadores efectos de una guerra sobre la psique de los combatientes.

Mucho se ha hablado sobre la guerra, sobre su esencia ligada a una intención –tal vez primitiva– de dominar, sobre los desmoralizantes efectos que imprime en una sociedad y el monumental costo financiero, ético, psicológico y vivencial que implica. Hoy imaginamos, con relativa fidelidad y gracias a ciertos reportajes, filmes, y crónicas, que el participar en una guerra puede ser, comprensiblemente, un evento devastador para la naturaleza humana. Pero lo cierto es que pocos documentos retratan de manera tan contundente las implicaciones que una experiencia bélica puede tener en la psique de una persona, como la serie ‘We Are The Not Dead’: Soldiers on Afghan Mission, del fotógrafo escocés Lalage Snow.

A lo largo de ocho meses, Snow retrató a soldados británicos del 1er Batallón pertenecientes al Regimiento Real de Escocia, enfatizando en tres momentos claves: antes de que partieran a la guerra, durante su estancia ahí, y una vez que regresaron a sus hogares. Cada secuencia fotográfica se acompaña de los pensamientos y sentimientos emitidos por los soldados participantes.

Llama la atención un determinado patrón que envuelve a las secuencias y que pudiese ser descrito de la siguiente manera:

El antes: observamos a jóvenes escoceses, algunos con un cierto halo de ingenuidad, de frescura, y aunque en la mayoría se puede percibir una cierta decisión ante su provenir, también denotan expectación y, particularmente, temor…

El durante: observamos a estos mismos soldados pero ahora parecen inmersos en una especie de trance, de hipnosis dinámica que endurece notablemente sus rostros. En sus miradas se puede percibir una cierta fiereza, una sobre estimulación alieneante que tal vez enmascara un presente aterrador.

El después: si tuviésemos que sintetizar en una sola palabra los “después” de estos soldados, esta sería perturbación. Prácticamente todos comparten una cierta malicia que resulta inquietante, y que se combina con un destello de desolación…

Chris MacGregor, 24.

Sean Patterson, 19.

Michael Swan, 20.

viernes, 15 de marzo de 2013

ELLOS Y NOSOTROS VII.- L@s más pequeñ@s 7 y último. Dudas, sombras y un resumen en una palabra.

ELLOS Y NOSOTROS. 

VII.- L@s más pequeñ@s 7 y último.

7.- Dudas, sombras y un resumen en una palabra. 

Marzo del 2013.

Las Dudas. 

Si después de leer los fragmentos de la palabra de las compañeras y compañeros del EZLN, usted todavía sostiene que los indígenas zapatistas son manipulados por la mente perversa del supmarcos (y ahora también del subcomandante insurgente Moisés) y que nada ha cambiado en territorio zapatista desde 1994, entonces usted no tiene remedio.

No le recomendamos que apague la televisión, o que deje de repetir las ruedas de molino que la intelectualidad suele repartir entre sus feligreses, porque se le quedaría la mente en blanco. Siga usted creyendo que la reciente ley de telecomunicaciones va a democratizar la información, que elevará la calidad de la programación, y que mejorará el servicio de telefonía celular.

Pero si usted pensara así, ni siquiera habría llegado hasta esta parte de la saga “Ellos y Nosotros”, así que, es un supositorio, digamos que usted es una persona que se precia de un coeficiente intelectual promedio y una cultura progresista. Con esas características es muy probable que usted practique la duda metódica frente a todo, así que sería lógico suponer que dude de lo que aquí ha leído. Y dudar no es algo condenable, es uno de los ejercicios intelectuales más sanos (y más olvidados) en la humanidad. Y más cuando se trata de un movimiento como el zapatista o neo-zapatista, sobre el que se han dicho tantas cosas (la mayor parte sin siquiera haberse acercado a lo que somos).

Dejemos de lado un hecho, que fue constatable hasta por los grandes medios de comunicación: decenas de miles de indígenas zapatista tomando, en forma simultánea, 5 cabeceras municipales del suroriental estado mexicano de Chiapas.

Aunque, ya entrados en dudas, si nada ha cambiado en las comunidades indígenas zapatistas, ¿por qué siguen creciendo? ¿No habían dicho todos que era algo del pasado, que los errores del ezetaelene (ok, ok, ok, de marcos) le habían costado su existencia (“mediática”, pero eso no lo dijeron)? ¿No se había desbandado la dirección zapatista? ¿No había desaparecido el EZLN y de él sólo quedaba la empecinada memoria de quienes, fuera de Chiapas, sienten y saben que la lucha no es algo sujeto a los vaivenes de la moda?

Ok, obviemos ese hecho (el ezetaelene creció exponencialmente en estos tiempos en que no estaba de moda), y abandonemos el intento de plantear esas dudas (que sólo servirán para que sus comentarios en los artículos de la prensa nacional sean editados o lo banneen a usted “por siempre jamás”).

Retomemos la duda metódica:

¿Y si esas palabras, que aparecieron en estas páginas como de hombres y mujeres indígenas zapatistas, en realidad son autoría de Marcos?

Es decir, ¿y si Marcos simuló que eran otr@s l@s que hablaban y sentían esas palabras?

¿Y si esas escuelas autónomas en realidad no existen?

¿Y si los hospitales, y las clínicas, y la rendición de cuentas, y las mujeres indígenas con cargo, y la tierra trabajando, y la fuerza aérea zapatista, y …?

En serio: ¿y si nada de lo que ahí dicen esas indígenas, esos indígenas existe realmente?

En resumen, ¿y si todo no es nada más que una monumental mentira, levantada por marcos (y Moisés, ya que en ésas estamos) para consolar con quimeras a l@s izquierdistas (suci@s, fe@s, mal@s, irreverentes, no lo olvide) que nunca faltan y que siempre son unos cuantos, pocos, poquísimos, una minoría despreciable? ¿Y si el supmarcos inventó todo esto?

¿No sería bueno confrontar esas dudas y su sano escepticismo con la realidad?

¿Y si fuera posible que usted viera directamente esas escuelas, esas clínicas y hospitales, esos proyectos, esas mujeres y esos hombres?

¿Y si usted pudiera escuchar directamente a esos hombres y mujeres, mexican@s, indígenas, zapatistas, esforzándose por hablarle en español y explicándole, contándole su historia, no para convencerlo o para reclutarlo, sólo para que usted entienda que el mundo es grande y tiene muchos mundos en su interior?

¿Y si pudiera usted concentrarse sólo en mirar y escuchar, sin hablar, sin opinar?

¿Tomaría usted ese reto o seguiría usted en el refugio del escepticismo, ese sólido y magnífico castillo de las razones para nada hacer?

¿Solicitaría ser invitado y aceptaría la invitación?

¿Asistiría usted a una escuelita en la que las profesoras y los profesores son indígenas cuya lengua materna está tipificada como “dialecto”?

¿Se aguantaría las ganas de estudiarl@s como objeto de la antropología, la psicología, el derecho, el esoterismo, la historiografía, de hacer un reportaje, de hacerles una entrevista, de decirles su opinión, de darles consejos, órdenes?

¿L@s miraría, es decir, l@s escucharía?

-*-

Las sombras. 

A un lado de esta luz que ahora brilla, no se advierte la forma irregular de las sombras que la han hecho posible. Porque otra de las paradojas del zapatismo es que no es la luz la que produce las sombras, sino son de éstas de las que la luz nace.

Mujeres y hombres de rincones lejanos y cercanos en todo el planeta hicieron posible no sólo lo que se va a mostrar, también enriquecieron con sus miradas el andar de estos hombres y mujeres, indígenas y zapatistas, que ahora levantan de nuevo la bandera de una vida digna.

Individuos, individuas, grupos, colectivos, organizaciones de todo tipo, y en diferente nivel, contribuyeron a que este pequeño paso de l@s más pequeñ@s se realizara.

De los 5 continentes llegaron las miradas que, desde abajo y a la izquierda, ofrecieron respeto y apoyo. Y con estas dos cosas no sólo se levantaron escuelas y hospitales, también se levantó el corazón indígena zapatista que, así, se asomó a todos los rincones del mundo a través de esas ventanas hermanas.

Si hay un lugar cosmopolita en tierras mexicanas, tal vez lo sea la tierra zapatista.

Frente ante tal apoyo, no correspondía menos que un esfuerzo de igual magnitud.

Creo, creemos, que toda esa gente de México y del mundo puede y debe compartir como propia esta pequeña alegría que hoy camina con rostro indígena en las montañas del sureste mexicano.

Sabemos, sé, que no lo esperan, ni lo exigen, ni lo demandan, pero como quiera les mandamos un gran abrazo, que así es como los zapatistas, las zapatistas, agradecemos entre compañer@s (y de manera especial abrazamos a quienes sí supieron ser nadie). Tal vez sin proponérselo, ustedes fueron y son, para todas nosotras, nosotros, la mejor escuela. Y sobra decir que no dejaremos de esforzarnos por conseguir que, sin importar su calendario y su geografía, respondan siempre afirmativamente a la pregunta de si vale la pena.

A todas (lo lamento desde lo profundo de mi esencia machista, pero las mujeres son mayoría cuantitativa y cualitativa), a todos: gracias.

(…)

Y, bueno, hay de sombras a sombras.

Y las más anónimas e imperceptibles son unas mujeres y hombres de baja estatura y de piel del color de la tierra. Dejaron todo lo que tenían, aunque fuera poco, y se convirtieron en guerreras, en guerreros. En silencio y en la oscuridad contribuyeron y contribuyen, como nadie más, a que todo esto sea posible.

Y ahora hablo de las insurgentas y los insurgentes, mis compañer@s.

Van y vienen, viven, luchan y mueren en silencio, sin hacer bulla, sin que nadie, a no ser nosotr@s mism@s, les lleve la cuenta. No tienen rostro ni vida propia. Sus nombres, sus historias, tal vez sólo vengan a la memoria de alguien cuando muchos calendarios se hayan deshojado. Entonces, tal vez en torno a algún fogón, mientras el café hierve en una vieja tetera de peltre y se enciende el fuego de la palabra, alguien o algo salude su memoria.

Y como quiera no importará mucho, porque de lo que se trataba, de lo que se trata, de lo que se ha tratado siempre, es contribuir en algo a construir esas palabras con que suelen comenzar los cuentos, las anécdotas y las historias, reales y ficticias, de las zapatistas, de los zapatistas. Tal y como comenzó lo que ahora es una realidad, es decir, con un:

”Habrá una vez…” 

Vale. Salud y que no falten, nunca, ni el oído ni la mirada.

(ya no continuará)

A nombre de las mujeres, hombres, niños, ancianos, insurgentas e insurgentes del

Ejército Zapatista de Liberación Nacional. 

Desde las montañas del Sureste Mexicano. 

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Marzo del 2013.

P.D. QUE ADELANTA.- Seguirán saliendo escritos, no alegrarse de antemano. Principalmente serán del compañero Subcomandante Insurgente Moisés, referentes a la escuelita: fechas, lugares, invitaciones, inscripciones, propedéuticos, reglamentos, niveles, uniforme, útiles escolares, calificaciones, asesorías, dónde conseguir los exámenes ya resueltos, etc. Pero si preguntan cuántos niveles son y en cuánto tiempo se llega a la graduación, les decimos: nosotras, nosotros llevamos más de 500 años y todavía no terminamos de aprender.

P.D. QUE DA UN CONSEJO PARA ASISTIR A LA ESCUELITA- Eduardo Galeano, un sabio en el difícil arte de mirar y escuchar, escribió, en su libro “Los Hijos de los Días”, en el calendario de marzo, lo siguiente:

“Carlos y Gudrun Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania. En el año de 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo: 

– Venimos a aprender.

Los indígenas callaron. 

Al rato, alguno explicó el silencio: 

– Es la primera vez que alguien nos dice eso. 

Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrun y Carlos, durante año y años. 

De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto del objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, y aprendieron a saludar así: 

– Yo soy otro tú.

– Tú eres otro yo.” 

Hágale caso a Don Galeano. Porque es sabiendo mirar y escuchar, como se aprende.

P.D. QUE EXPLICA ALGO DE CALENDARIOS Y GEOGRAFÍAS.- Dicen nuestros muertos que hay que saber mirar y escuchar todo, pero que en el sur siempre habrá una riqueza especial. Como se habrán dado cuenta quienes pudieron ver los videos (se quedaron no pocos en el bolsillo, a ver si en otra ocasión) que acompañaron los escritos de esta serie de “Ellos y Nosotros”, tratamos de hilar diversos calendarios y geografías, pero hubo un empecinamiento en nuestro respetado sur latinoamericano. No sólo por la Argentina y el Uruguay, tierras sabias en rebeldía, también porque, según nosotras, nosotros, en el pueblo Mapuche no sólo hay dolor y rabia, también entereza en la lucha y una profunda sabiduría para quien sabe mirar y escuchar. Si hay un rincón en el mundo a donde hay que tender puentes, es el territorio Mapuche. Por ese pueblo, y por tod@s las desaparecid@as y pres@s de este adolorido continente, sigue viva la memoria. Porque no sé si del otro lado de estas letras, pero sí de este lado: ¡ni perdón, ni olvido!

P.D. SINTÉTICA.- Sí, lo sabemos, este desafío no ha sido ni será fácil. Vienen grandes amenazas, golpes de todo tipo y de todos lados. Así ha sido y será nuestro caminar. Cosas terribles y maravillosas componen nuestra historia. Y así será. Pero si se nos pregunta cómo podemos resumir en una palabra todo: los dolores, los desvelos, las muertes que nos duelen, los sacrificios, el continuo navegar contra corriente, las soledades, las ausencias, las persecuciones y, sobre todo, este empecinado hacer memoria de quienes nos precedieron y ya no están, entonces es algo que une todos los colores de abajo y a la izquierda, sin importar el calendario o la geografía. Y, más que una palabra, es un grito:

Libertad… ¡Libertad!… ¡LIBERTAD!

Vale de nuez. El sup guardando la compu y caminando, siempre caminando.