No entenderán porque, para ellos, tres o cuatro decenas de miles de muertos son poca cosa comparada con el mal infernal, perverso y sin salvación que son las drogas. Para los adoradores de la guerra contra las drogas, el dogma y el tabú son claros. Todo aquello que borre esa barrera entre lo blanco y lo negro o la enturbie, es anatemizable. Es un pensamiento tan simple, que pedirles que lean un texto de Javier Sicilia, que normalmente rebasan la infranqueable barrera de la cuartilla, es demasiado.
Lo que más me preocupa es la incapacidad de leer, entender y adherir de los “progres”. Tal vez tanto comer curas y eructar rosarios y hostias les hace desconfiar porque Sicilia es creyente: “Si cree en Dios ha de ser un pederasta”, dicen quizá los cazadores de sotanas, para quienes el mal intrínseco y sin salvación no son las drogas sino el opio del pueblo: la religión.
¿Cómo puede ser un buen “pastor de masas” alguien que no cita a Marx y a Lenin a cada párrafo? (Hasta se atrevió a citar a Heidegger y San Agustín, el muy pequeñoburgués) Y claro: Gandhi e Iván Illich no figuran en las bibliografías de ninguna escuela de formación de cuadros.
Esos son los casos extremos. Y creo que ahí los grados de incomprensión son tales que hay todavía esperanza, porque quizá cuando entiendan… Que 40 mil muertos y sus correspondientes 40 mil lutos de huérfanos, viudas, deudos, son algo más grave que marchar al lado de un creyente o confiar en alguien que opina que si legalizamos las drogas será menor el daño a la sociedad que si sigue la matanza.
Me preocupan más los que dicen querer “No más sangre”, pero no entienden a Sicilia porque tienen un análisis de la realidad que “compite” con el de Sicilia, y con otros, porque ellos sí quieren llevara a su caudillo a la presidencia. En este caso, Edgar González Ruiz no es del todo inútil, sirve para mal ejemplo. Su artículo elegantemente titulado “El gobierno de Fecal y el movimiento de Sicilia” es un perfecto ejemplo de lectura mal hecha porque la óptica partidaria le impide ver las cosas. Con ellos está más difícil que entiendan porque tienen todo solucionado: “Los culpables son los de enfrente, yo voté por AMLO”
Su lectura es tan simple como la de quien piensa que la droga es el mal. Solamente que para González Ruiz lo evidente e incuestionado, su dogma y tabú, es que Andrés Manuel López Obrador es el bien en sí, y todo el que no se arrodille ante él es el mal y lo malo. Dice Edgar González: “En el caso del EZ, llama la atención el contraste entre la férrea oposición que hace cinco años manifestaron contra el movimiento de AMLO y el apoyo absoluto que ahora brindan al de Sicilia, quien a su vez en muchos de sus discursos y proclamas, manifiesta un respeto demasiado grande, e incomprensible, hacia el gobierno ilegítimo de Calderón.” (http://contra-la-derecha.blogspot.com/)
A ello lo que se puede contestar es lo siguiente: El interlocutor a quien se le puede demandar el alto a la guerra es Felipe Calderón, porque es él quien está en el poder. El “Gobierno Legítimo” de AMLO fue una especie de farsa que nunca ejerció un contrapeso real en el sexenio y ahora tiene que cambiar de etiqueta para evitar el ridículo de que su campaña electoral pida: “Vote por el Presidente Legítimo para presidente”.
En 2006, después del fraude electoral –que el vocero del EZLN fue la primera persona en llamar por su nombre, en el programa Política de Banqueta, por la radio chilanga 6.20–, AMLO y el bloque electoral que lo apoyó tenían dos salidas:
1) La que explicó el ex perredista Adolfo Gilly: Crear una crisis institucional, no tomando posesión de ninguno de los cargos obtenidos electoralmente hasta que no se corrigiera el fraude. Eso hubiera sido el inicio de una desobediencia civil y.. eso jamás, porque AMLO mandó “al diablo las instituciones”, pero sólo de palabra: En los hechos todos los integrantes del PRD, PT y Convergencia tomaron posesión de sus cargos, y tuvieron gubernaturas, como en Chiapas, en el DF, en Michoacán, así como diputaciones y senadurías, desde donde de hecho reconocieron a Calderón, gobernaron junto con él, y nunca fueron un contrapeso eficaz a la militarización: La farsa de la guerra contra el narco inició en Michoacán bajo un gobierno perredista y el sexenio cerró con alianzas electorales PRD- PAN.
2) El otro camino, el que explicó el ex perredista Marco Rascón, era el de asumir la responsabilidad de ser, contando el fraude, la primera fuerza electoral del país, y poniéndolo entre paréntesis, la segunda fuerza electoral del país. Eso significaba: Sin mí no puedes gobernar, si quieres hacerlo tienes que consensuar conmigo.
El camino que tomó esa fuerza electoral fue el más cómodo: Asumir todos sus cargos de gobierno, reconocer a Calderón en los hechos, aunque algunos como AMLO, Ebrard y González Ruiz lo llamen “Fecal” y demás, pero no le impidieron gobernar: La guerra de Calderón cuenta con el apoyo de todos los gobernadores, con la aprobación del presupuesto en el Congreso. Jamás se opusieron a ella, ni siquiera fue prioritaria en su agenda: Palideció ante temas con más filón mediático electoral como la “defensa” del petróleo.
Por si fuera poco, López Obrador tenía contemplado usar al ejército en tareas de policía para “combatir al narco” como le dijo al embajador de Estados Unidos. Según Blanche Petrich reseñó de algunos cables filtrados por Wikileaks, AMLO le dijo al republicano Anthony Garza que si fuera presidente daría “más poder al ejército”. Así lo escribió en La Jornada, el martes 5 de abril de 2011 en la página 2. (Cf: “EU no veía mal la llegada de López Obrador a Los Pinos: http://www.jornada.unam.mx/2011/04/05/index.php?section=politica&article=002n1pol):
“En el tema de la seguridad, Garza señaló de entrada que la próxima administración en México debía dar prioridad al “combate al narcotráfico y al terrorismo”. López Obrador explicó su estrategia de dos carriles. Primero, una reforma constitucional para otorgar al Ejército “más poder y autoridad” en la lucha contra los traficantes de drogas porque –dijo, según este reporte– “los militares son menos corruptos que las demás agencias de seguridad y pueden ser más efectivos”. Esto, añadió, también acotaría la influencia de la PGR, “demasiado corrupta”, según la redacción del cable.
“En el tema de la seguridad, Garza señaló de entrada que la próxima administración en México debía dar prioridad al “combate al narcotráfico y al terrorismo”. López Obrador explicó su estrategia de dos carriles. Primero, una reforma constitucional para otorgar al Ejército “más poder y autoridad” en la lucha contra los traficantes de drogas porque –dijo, según este reporte– “los militares son menos corruptos que las demás agencias de seguridad y pueden ser más efectivos”. Esto, añadió, también acotaría la influencia de la PGR, “demasiado corrupta”, según la redacción del cable.
“Segundo, AMLO se proponía una restructuración total del aparato de justicia, consolidando todas las agencias, incluida la policía federal y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, teniendo como eje a la Secretaría de Gobernación.”
Es por ese tipo de “detalles menores” que para parar la guerra de Calderón el interlocutor no es AMLO, sino quien está en el gobierno, de facto, sí, pero es quien “comanda” las fuerzas armadas.
No es necesario llamar a Calderón “Fecal” a cada rato para cuestionarlo: Y el movimiento contra la guerra de Calderón que encabeza Sicilia es quien ha cuestionado a Calderón de manera más frontal, radical y con mejores y más sólidos argumentos. Es quien ha puesto el dedo en la llaga.
Lo que debían hacer y no hicieron los políticos de “oposición”, lo está haciendo un movimiento ciudadano, exigir que pare la masacre, pedir justicia para las víctimas y castigo a los asesinos, pedir que cambie la estrategia frente a las drogas para que México deje de ser el rehén de los Estados Unidos.
No es necesario llamar a Calderón “Fecal” a cada rato para cuestionarlo: Y el movimiento contra la guerra de Calderón que encabeza Sicilia es quien ha cuestionado a Calderón de manera más frontal, radical y con mejores y más sólidos argumentos. Es quien ha puesto el dedo en la llaga.
Lo que debían hacer y no hicieron los políticos de “oposición”, lo está haciendo un movimiento ciudadano, exigir que pare la masacre, pedir justicia para las víctimas y castigo a los asesinos, pedir que cambie la estrategia frente a las drogas para que México deje de ser el rehén de los Estados Unidos.
Cuando el dolor tocó a la puerta del hogar de Sicilia, supo a dónde dirigir su reclamo. No iba a ser tan “ingenuo” como AMLO y escribirle una carta a Obama, un “presidente legítimo”. Tampoco iba a escribirle una carta a algún campeón sin corona. Su carta fue dirigida a los políticos y los criminales, y les dijo: Estamos hasta la madre de ustedes.
Textualmente, de los políticos dijo: “Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida”…
De eso son responsables también (junto con los priistas y panistas) los líderes de la eterna candidatura de AMLO, hoy llamada “Morena”. No supieron ser una oposición real y ahora usan, como los demás candidatos y partidos, la guerra como chantaje: Si no votan por mí, viene el caos. Han votado por ellos y han sido incapaces de hacer valer la voluntad ciudadana.
No podrán entender la estrategia del pacto ciudadano por la paz y la necesidad de la unidad ciudadana para derrotar a la guerra –ni mucho menos la posible fase de resistencia civil pacífica que podría implicar un boicot a las elecciones–, mientras partan del dogma: AMLO es la izquierda, o peor: AMLO es el bien.
Desde una perspectiva de las víctimas de su impotencia política, las elecciones no traen consigo ninguna alternativa. El que más debería temer llegar al boicot electoral es el PRI, que se apresta a regresar a Los Pinos… pero González Ruiz y correligionarios pueden lavar su conciencia poniéndole a Peña Nieto un apodo como el que le pusieron a Calderón y buscando culpables a sus derrotas políticas. Mientras tanto, otros ciudadanos apoyaremos al Movimiento Nacional por la Paz, y como dijera el propio Sicilia, “esta vez no iremos alrededor de ningún pinche candidato”.
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