lunes, 13 de febrero de 2012

Ellos luchan por nuestra vida

No se puede hablar de pueblos indios en México sin nombrar su resistencia a lo largo y ancho del país. Son ellos los que protagonizan la lucha real y concreta contra el capitalismo. Son ellos, los pueblos, tribus, naciones y barrios indígenas los que enfrentan, no sin problemas al interior de sus comunidades, los megaproyectos carreteros, mineros, turísticos y un largo etcétera que amenaza sus territorios. Son estas comunidades las que ponen en la mesa la posibilidad real de la auto organización desde abajo, la autonomía y el derecho a sus formas de gobierno.

Desde el Estado a los indios se les aniquila, se les victimiza o se les folcloriza. Mientras, más allá de esta categorización, en sus territorios persiste una cosmogonía diferente, en relación con la naturaleza y con lo sagrado, fuera del mercado que le pone precio al agua, la tierra, las montañas, el aire, el subsuelo, la flora y la fauna.

No son pocos los casos en que el capitalismo salvaje ha penetrado en sus comunidades. Pero tampoco son pocos en los que la resistencia ha predominado, aún a costa de sus vidas. La respuesta a través de la autonomía es su defensa más grande y tiene múltiples expresiones y contextos. A continuación algunos ejemplos:

Como nunca antes el pueblo wixárika logró unir a sus 20 comunidades dispersas en los estados de Durango, Jalisco, Nayarit y Zacatecas. El punto de encuentro fue nada menos que Virikuta, en el desierto de San Luis Potosí, lugar en el que se fundó el Universo. En el cerro El Quemado, centro sagrado, los wixaritari, también conocidos como huicholes, refrendaron la defensa de Virikuta de las empresas mineras que pretenden apostarse en su territorio.


Virikuta es reserva ecológica, área natural protegida y sujeta a conservación ecológica y está en trámite su reconocimiento como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad. Es aquí en donde el gobierno de México ha otorgado 22 concesiones mineras a la firma canadiense First Majestic Silver para la explotación de plata.

En Michoacán, al mismo tiempo que los wixaritari velaban su territorio, los purhépechas hacían lo propio con una ofrenda a la piedra de El Toro, en el cerro de San Marcos, lugar en el que hace cientos de años se fundó el pueblo de Cherán, hoy conocido por su resistencia frente a los talamontes y el crimen organizado que han saqueado el 80 por ciento de sus bosques, con la indiferencia y/o complicidad de los gobiernos en turno. La ceremonia fue previa a la toma de protesta del nuevo Concejo Mayor Comunal, órgano de gobierno reconocido bajo presión por el Tribunal Federal Electoral. Chérán ahora no sólo reivindica su derecho a la defensa de sus bosques, sino el respeto a sus formas de gobierno.

Frente a una real embestida de las redes del narcotráfico, cuya expansión no se explica sin la complicidad institucional, los pueblos me´phaa y na savi de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero, encabezan la defensa de su territorio. En meses recientes, en la comunidad de El Rincón, municipio de Malinaltepec, con la representación de 56 comunidades, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) ejerció su derecho a la impartición de justicia en el caso de cinco personas ligadas al narcotráfico, por citar un ejemplo de la impartición de justicia autónoma y eficaz.

En esta región, los proyectos mineros son considerados más peligrosos que la delincuencia organizada y es por eso que la Policía Comunitaria, que tiene presencia en 70 comunidades de 12 municipios de la Montaña y Costa Chica, mantiene una campaña contra la explotación minera de las empresas Hochschild y Camsim.

Y precisamente contra las minas es la lucha que se libra también en San José del Progreso, en Ocotlán, Oaxaca, desde el 2008, año en el que entró a la comunidad la empresa canadiense Fortuna Silver, mejor conocida como Minera Cuzcatlán. La resistencia desde entonces la encabeza la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (Copuvo), quien advirtió en un comunicado reciente que, de acuerdo con estimaciones de la empresa, la mina produce anualmente cinco millones de onzas de plata, lo que representa 124 millones de dólares de ganancias al año: “Queremos manifestar que estas ganancias excesivas no se han traducido en mejores condiciones de vida para el municipio de San José del Progreso. Por el contrario, se encuentra amenazado el principal recurso natural con el que contamos: el agua, y se ha provocado un conflicto social que tiende a agravarse”.

Muchas otras resistencias protagonizan los pueblos indios de México. Mención aparte ameritan las comunidades zapatistas de Chiapas, donde tzotziles, tzeltales, zoques, choles, tojolabales y mames, enfrentan día con día los intentos de invasión y despojo. La autonomía y la organización siguen siendo sus mejores armas, además de que mantienen una lucha nacional y son las únicas que cuentan con un ejército.

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