Hoy hablaremos solamente de dos:
Una es la huelga de hambre que sostienen chiapanecos, mexicanos, muchos de ellos indígenas, si no es que todos, injustamente presos bajo el cacicazgo perredista local de Juan Sabines Guerrero.
Es una situación que clama al cielo. La huelga de hambre, la actual, ya que no es la primera, inició el 29 de septiembre, es decir, que al momento de escribir esto están por cumplir un mes y una semana.
El cinismo de Juan Sabines es enorme. Mantiene una campaña de imagen, pagando por propaganda de Chiapas como receptor de turismo, declarando por todos lados que los zapatistas han hecho una gran aportación a la paz, mientras reactiva a los grupos paramilitares (esos que el gobierno federal dice que en México no existen) de viejo cuño como Paz y Justicia, que se suman a los muy activos de nuevo cuño como la OPDDIC, Alas de Águila- Ejército de Dios, la ORCAO y otros grupos de choque contra zapatistas y no zapatistas. Además, las cárceles en Chiapas siguen siendo lo que han sido: lugar del castigo no del delito sino de la pobreza, y sobre todo de la disidencia y la oposición política.
La vergüenza de la izquierda institucional (PRD-PT-Convergencia) que llevó al poder a Sabines no se borra con su silencio cómplice: se agrava. Y claro, Sabines se engalla: Traslada arbitrariamente al más emblemático de los presos de conciencia, el profesor Alberto Patishtán, a Guasave, Sinaloa, haciendo más penosa su situación al tratar de aislarlo de la solidaridad en Chiapas.
El 7 de noviembre, habrá una jornada en Chiapas, en México y a nivel internacional para apoyar a estos presos que padecen hambre de justicia, bajo el gobierno represor de Juan Sabines, y ayunan para romper el cerco mediático que se ha tendido alrededor de ellos, con la complicidad de derechas e izquierdas electoreras.
Por otra parte, precisamente este jueves 3 de noviembre se realizará en Xalapa una marcha que partirá de Humanidades, a las cuatro de la tarde, y se dirigirá a la Plaza Lerdo, por estos días ocupada constantemente por quienes piden paz, alto a la guerra, la violencia y la represión. Esta vez, la Asamblea Estudiantil Xalapeña, que ha estado en el calendario internacional como el pasado 15 de octubre en la jornada de indignación mundial, se suma a la marcha nacional contra los asesinatos y desapariciones de estudiantes. En México, DF, a esa misma hora, también marcharán estudiantes y organizaciones sociales contra el asesinato de Carlos Sinhué Cuevas Mejía, ultimado a tiros cerca de su propio hogar, tesista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y activista social por la paz y contra la militarización. A todas luces un asesinato político.
Además, agresión agravada por el contexto de desapariciones de estudiantes como la de Adriana Eugenia Morlett Espinoza y la de Jesús Israel Moreno Pérez, ambos de la FFyL de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, agresión agravada por el contexto de desapariciones de estudiantes como la de Adriana Eugenia Morlett Espinoza y la de Jesús Israel Moreno Pérez, ambos de la FFyL de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por si fuera poco, desapariciones y asesinatos de universitarios en la que la izquierda oficial llama "la ciudad más segura" del país, ocultando la violencia represiva contra los estudiantes con los grupos de choque porriles cuya complicidad con gobiernos perredistas ya viene de tiempo (el tiempo que lleva el PRD en el poder en la ciudad).
Dos movilizaciones, dos jornadas de lucha, en medio de un clima de violencia contra la gente, especialmente la que resiste, como la represión a golpes y detención arbitraria de manifestantes del frente Plural Ciudadano en Ciudad Juárez: Ya pedir paz es un delito, los puede balear un policía federal como a Darío en Juárez, los pueden asesinar como a Carlos Sinhué en México, desaparecer, o detener como a las personas presas de conciencia ahora en Juárez.
Y en Guerrero, donde para no variar el gobierno del PRD tampoco significó el fin de la represión y la contrainsurgencia, porque también ha colaborado con la militarización impulsada por el panismo y el priismo, el ejército ingresa al territorio comunitario, precisamente a uno de los pocos lugares en el país donde hay una experiencia autónoma, del pueblo, de seguridad ciudadana y comunitaria, con la Policía Comunitaria y el Consejo Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC). En lugar de reconocer que ese modelo sí funciona para combatir el delito respetando los derechos humanos, y además defendiendo el territorio contra los destructores proyectos de minería a cielo abierto, el gobierno federal ataca a las comunidades militarizando el lugar, y con la detención de Agustín Barrera Cosme, quien fuera acusado de ¡un delito ambiental!, cuando ellos precisamente defienden el territorio de las empresas mineras que lo quieren destruir como hicieron en el Cerro de San Pedro en San Luis Potosí. Ya fue liberado, pero la militarización persiste.
Y en Guerrero, donde para no variar el gobierno del PRD tampoco significó el fin de la represión y la contrainsurgencia, porque también ha colaborado con la militarización impulsada por el panismo y el priismo, el ejército ingresa al territorio comunitario, precisamente a uno de los pocos lugares en el país donde hay una experiencia autónoma, del pueblo, de seguridad ciudadana y comunitaria, con la Policía Comunitaria y el Consejo Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC). En lugar de reconocer que ese modelo sí funciona para combatir el delito respetando los derechos humanos, y además defendiendo el territorio contra los destructores proyectos de minería a cielo abierto, el gobierno federal ataca a las comunidades militarizando el lugar, y con la detención de Agustín Barrera Cosme, quien fuera acusado de ¡un delito ambiental!, cuando ellos precisamente defienden el territorio de las empresas mineras que lo quieren destruir como hicieron en el Cerro de San Pedro en San Luis Potosí. Ya fue liberado, pero la militarización persiste.
Mal hacen los gobiernos, de todos los colores, reprimiendo a quienes piden paz, como en Juárez, el DF, y atacando a los pueblos que construyen su autonomía como en Chiapas y Guerrero, así que marchar en Xalapa, en México, donde estemos, es muy importante, es una respuesta a la "madre de todas las emergencias".
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