Cuando en 2006 ocurrió una grave represión que implicó de facto la instauración del estado de sitio, es decir, la suspensión de las garantías individuales en Atenco (después en Oaxaca y luego por todas partes) hubo quienes señalaron que si no se detenía esa violencia, luego sería dirigida contra todos, y quienes dijeron que no, que "no había condiciones para el fascismo en México". Generalmente, a quienes desde los años noventa y especialmente desde los años dos mil anunciaban una metamorfosis del poder en México hacia cada vez mayores autoritarismo y violencia, se les consideraba "alarmistas", pues entonces muchos mexicanos estaban encandilados con la idea de una "suave transición a una democracia sin adjetivos, procedimental", baja en calorías y la único posible después de la caída del muro. Pero el "alarmismo" de ayer es, hoy, fría descripción de los que pasa cotidianamente en las calles.
En la carta más reciente a Luis Villoro, Marcos, vocero del EZLN, menciona un rasgo de corte fascista que es ya modus operandi del poder en México: "Un psicólogo norteamericano, William Ryan, escribió en 1971 un libro llamado “Culpar a la víctima” (“Blaming the Victim”). Aunque su intención inicial era una crítica al llamado “Reporte Moynihan” que pretendía hacer responsable de la pobreza en la población negra en Estados Unidos a conductas y patrones culturales y no a la estructura social, esta idea se ha usado más para casos de sexismo y racismo (más frecuentemente en los casos de violación, donde se acusa a la mujer de haber “provocado” al violador por la ropa, la actitud, el lugar, etc.).
"Aunque nombrándolo de otra forma, Theodor Adorno describió esto de “culpar a la víctima” como una de las características definitorias del fascismo.
"En el México contemporáneo, han sido algunos miembros del alto clero, autoridades gubernamentales, artistas y “líderes de opinión” de los medios de comunicación, quienes han recurrido a esta patraña para condenar a víctimas inocentes (principalmente mujeres y menores de edad).
"La guerra de Felipe Calderón Hinojosa ha convertido ese rasgo fascista en todo un programa de gobierno y de impartición de la justicia. Y no son pocos los medios de comunicación que lo han hecho suyo, permeando así el pensamiento de quienes todavía creen lo que se dice y se escribe en la prensa, la radio y la televisión."
De ese modo, no solamente se violan los derechos de las víctimas suspendiendo sus garantías ciudadanas y vulnerando su dignidad humana mediante la detención- desaparición forzada, la tortura y la ejecución extrajudicial (es decir, el juicio sumario y pena de muerte en un país donde está prohibida por la ley), lo cual implica la suspensión de todos los derechos y de lo que la derecha sigue nombrando en el vacío: "un estado de derecho", además, la víctima no descansa con su muerte, porque la maldición persigue a su nombre y memoria, a sus deudos y familiares sobrevivientes: Se le tatúa el estigma de "delincuente", "sicario", "terrorista", "narcomenudista", "halcón o halcona", persona de reputación dudosa o que se juntaba con las personas "inadecuadas", etcétera.
El fascismo hace de toda ejecución extrajudicial un crimen de odio. Trata de matar no sólo a una persona, sino su memoria, su buen nombre, su reputación, su honra... Desde las mujeres asesinadas en Juárez hasta Facundo Cabral...
Así, después de la enorme movilización de las víctimas que cuestionan la guerra, que exigen el cambio de estrategias y métodos para combatir el crimen y la inseguridad, que piden justicia para las víctimas, esclarecimiento de sus muertes –ejecuciones– y limpiar los nombres de los muchísimos inocentes asesinados y sepultados en la fosa común estadística de los más de 50 mil muertos de la guerra de Calderón (y la CONAGO) y de los cientos o innumerables desaparecidos, la respuesta de los columnistas mercenarios y sus repetidoras, comentadoras y comentadores de radio, por ejemplo, ha sido enlodar la memoria de las víctimas.
Un caso patético es el de Octavio Rodríguez Araujo, "a quien sólo le falta decir que Sicilia mandó matar a su hijo para “impulsar” la imagen de Felipe Calderón Hinojosa", como le criticó, en la carta citada, Marcos. Pero no es nuevo en ORA publicar calumnias y hasta apologías de la represión: Así como intenta hacer pasar a Sicilia como un sujeto de derecha que actúa en favor de Calderón, enlodando el nombre de la víctima y de su deudo, e insinuando que el padre de la víctima ahora apoya al responsable de la política juvenicida, en 2006 ORA distinguió entre las protestas "legítimas" de los seguidores de su "gobierno legítimo" y las "ilegítimas" de la Otra Campaña, cuya represión por el gobierno del DF justificó.
Asimismo, columnistas como Carlos Ramírez y Ciro Gómez Leyva, han acusado a la Caravana a Ciudad Juárez del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad de estar formada por "narcomenudistas" e incluso a víctimas como la familia Reyes y la familia Le Barón, de ser familiares de ser, o formar parte de, comunidades de delincuentes. Culpar a la víctima, rasgo fascista que Calderón elevó a política de estado. Y los columnistas, a dogma.
Pero no solamente lo ha hecho Calderón: La defensa de los paramilitares autores de la masacre de Acteal, encabezada por Héctor Aguilar Camín y por algunos abogados, pastores evangélicos y académicos del CIDE, del grupo Nexos y opinadores como Luis González de Alba, consistió en culpar a las víctimas, acusar a los 45 niños, niñas, mujeres, ancianos y hombres asesinados de "guerrilleros". Los defensores de los paramilitares de la masacre de Acteal trajeron a México la estrategia colombiana de "falsos positivos". (El PRD michoacano "solamente" se llevó como asesor al enterrador de Acteal, Uriel Jarquín.)
¿Cómo justificas las masacres y asesinatos de civiles? Los acusas de estar armados y ser parte del "enemigo interno". Luego Calderón y los gobernadores de los estados, así como su prensa venal, sus estenógrafos, y su ejército de columnistas a la carta lo extrapolaron a los civiles asesinados: "todos son delincuentes".
Así habían tratado a las víctimas de Atenco sus agresores: Fox Quesada, Abascal Carranza, Peña Nieto, Eduardo Medina Mora, Abel Villicaña, Wilfrido Robledo, Nazario Gutiérrez... y así los trataron (igual que en la agresión a Oaxaca) columnistas como González de Alba.
Políticos, funcionarios, policías y articulistas del PAN, el PRI y el PRD, "superando" sus diferencias en su coincidencia: culpar a las víctimas.
¿Y qué otra cosa hizo el Gobierno del DF (primero bajo López Obrador y Bernardo Bátiz y luego bajo Marcelo Ebrard y Joel Ortega) sino culpar a la víctima en el caso de la defensora de derechos humanos misanteca Digna Ochoa? No sólo dejaron impunes a los autores materiales e intelectuales de su asesinato, sino que la culparon de "suicidarse" y hurgaron en su psique y en su vida sexual para "probar" la única línea de investigación que garantizaba impunidad a los asesinos y la no confrontación con los poderes de facto a los futuros candidatos. Lo mismo hicieron con el asesinato del estudiante Pável Noel González.
De manera que ese rasgo fascista de culpar a las víctimas no es exclusivo de Calderón y el PAN, lo comparten priistas como Peña Nieto y prácticamente todos los gobernadores priistas del país, y hasta López Obrador, Ebrard y perredistas como Nazario Montiel, y algunos de sus columnistas como Octavio Rodríguez Araujo.
Esa es una de las caras más vergonzosas del fascismo a la mexicana, que no solamente es una cosa de "derechas", sino un acto reflejo de injusticia estructural de la clase política, de todo el espectro electoral. Por ello no es raro que AMLO lleve al poder a Juan Sabines en Chiapas y no se inmute ante la masacre de Chinkultik ni ante los presos y perseguidos políticos de su hombre en Tuxtla Gutiérrez. También es vergonzoso es que no se inmuten sus operadores, proselitistas y propagandistas, y que pretendan exonerarlo, como Jaime Avilés, por ejemplo.
Con este trasfondo, se entiende la campaña contra Javier Sicilia y el movimiento de las víctimas que, Marco Rascón denunció, realizan Rodríguez Araujo y John Ackerman, en La Jornada, de la cual tuvo que irse Rascón por dignidad al no aceptar la censura. Jaime Avilés tuvo una campaña contra el propio Rascón.
Así lo dice el ex articulista de La Jornada: "Para los intelectuales del lopezobradorismo, los muertos y desaparecidos de la violencia del país, no son políticamente correctos y por tanto, su reconocimiento y defensa significan una táctica distractora. Del delirio de Ackerman y Rodríguez Araujo, la aparición de Sicilia en la escena es un acto contra la causa verdadera y es un pecado haber convertido su dolor en una causa ciudadana. Según su tesis, lo políticamente correcto es convertir el dolor en una dieta vitalicia."
Es decir, así como el PRD y los partidos del lópezobradorismo han participado en la represión en Atenco y Oaxaca como las hienas, detrás de la cola del león, sus columnistas han aprendido la táctica priista y panista de culpar a las víctimas. Y eso que aún no toman "el poder", como desean, y lo hacen solamente desde los espacios de poder ya tomados, como La Jornada y el gobierno del DF.
Un movimiento en México que logre parar esa estrategia fascista, la de masacrar a la población y culpar a las víctimas, no tiene asideros en la clase política.
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