Alguna vez comentamos esa especie de aforismo graffitero, leído en el Aleph de nuestros días, internet: "Procura que el presente que construyes se parezca al futuro que deseas construir."
Es una manera de expresar las sabia máxima de que los medios son los que tienen que justificar a los fines y no a la inversa. Es decir, que por el camino que se llega a lograr algo importa tanto como lo que se quiere logar. De hecho, intentar alcanzar un fin siguiendo los métodos que destruyen ese fin es simplemente un contrasentido.
Lo retomamos porque en la más reciente carta del subcomandante Marcos, del EZLN, a Luis Villoro, la tercera de una serie, en la cual dirige unos apartados a Javier Sicilia, del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, es una de las ideas que destaca.
Dice Marcos: "Nosotros pensábamos que tal vez era posible que se levantara un movimiento que detuviera esta guerra absurda. No parece que así sea (o no todavía).
"Pero lo que sí se puede apreciar, desde ya, es que hizo tangibles a las víctimas.
"Las sacó de la nota roja, de las estadísticas, de los míticos “triunfos” del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, de la culpa, del olvido.
"Gracias a esa movilización, las víctimas comienzan a tener nombre e historia. Y la patraña del “combate al crimen organizado” se desmorona.
"Cierto que todavía no entendemos el por qué se dedican tanta energía y esfuerzos a la interlocución con una clase política que, desde hace tiempo, perdió toda voluntad de gobierno y no es más que una pandilla de facinerosos. Tal vez lo irán descubriendo por sí mismos.
"Nosotros no juzgamos y, por lo tanto, ni condenamos ni absolvemos. Tratamos de entender sus pasos y el anhelo que los anima.
"En suma, el digno dolor que los acuerpa y mueve, merece y tiene nuestro respeto y admiración.
"Pensamos que es lógico que se dialogue con los responsables de los problemas. En esta guerra, es razonable dirigirse a quien la desató y la escala. Quienes critican que se dialogue con Felipe Calderón Hinojosa olvidan esto tan elemental.
"Sobre las formas que ha tomado ese diálogo, han llovido críticas de todo tipo.
No creo que a Javier Sicilia le desvelen las críticas ruines de, por ejemplo, el Paty Chapoy de La Jornada, Jaime Avilés (igual de frívolo e histérico), o las vilezas del Doctor ORA (de quien en ningún lugar se dice que sea de izquierda ni que sea congruente) a quien sólo le falta decir que Sicilia mandó matar a su hijo para “impulsar” la imagen de Felipe Calderón Hinojosa; o los señalamientos que le reprochan no ser radical, hechos precisamente por quienes enarbolan como un logro el “no haber roto ni un vidrio”.
"En su correspondencia (y me parece que en algunos actos públicos), Javier Sicilia gusta de recordar un poema de Kavafis, en especial el verso que dice: “No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón”. Y esos críticos histéricos no llegan ni de lejos a eso, así que los patéticos rencores de esos hombrecitos no llegan más allá de sus pocos lectores.
"Lo real es que ese movimiento está haciendo algo por las víctimas. Y eso es algo que ninguno de sus “jueces” puede alegar a favor propio."
Pero, sobre todo, usa una frase que usó ya en 1994, cuando hablaba del alzamiento zapatista: "Ellos pueden decir, con razón, que se pueden cuestionar las formas y los métodos, pero no las causas."
La validez del movimiento contra la guerra queda expresada: las causas.
Y Javier Sicilia ha contestado con una carta difundida por CENCOS: "La paz, querido Subcomandante, es, como decía Gandhi, “el camino”, un camino que sólo se hace con todas y todos. Ustedes, hace 17 anos, al lado de la sociedad civil, nos lo enseñaron no sólo al visibilizar y dignificar el pasado negado y humillado de nuestra tradición indígena, sino también cuando, a partir de la escucha y del dialogo, abrieron el debate de lo que, en medio de la crisis de las instituciones, podría ser una nueva esperanza de reconstrucción de la nación: las autonomías.
"Por desgracia, el poder, que es ciego; los intereses, que no escuchan los latidos del corazón de la historia, y el egoísmo, esa forma atroz del yo que rompe los vínculos con los otros, no los escucharon –cambiar el corazón del poder es siempre largo y doloroso–. La consecuencia es la espantosa emergencia nacional que vive actualmente el país, cuyo epicentro, como una ironía de la sordera, se encuentra en Juárez, en la frontera norte del país."
"Así, caminar, dialogar abrazar y besar es hacerlo, desde nuestro dolor, por y para nuestros muertos–a quienes olvidamos darles ese amor–, por y para nuestros jóvenes, nuestros niños y niñas, nuestros indígenas, nuestros migrantes, nuestros periodistas, nuestros defensores de derechos humanos, nuestros hombres y mujeres, es decir, por y para todos. Es, de alguna manera, evitar que la indolencia, la imbecilidad y la miseria del alma, nos condenen a todos a la muerte, a la corrupción y al olvido.
"Como usted dijo bien al referirse al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad –una frase que también empleo hace años en relación con el zapatismo–: “Podrán cuestionar los métodos, pero no las causas”. Es por ellas, por esas causas, que detener la guerra es tarea de todos y de todas."
Es decir: la causa es la misma, la paz con justicia y dignidad, los métodos son diferentes, son caminos diferentes: Los zapatistas hicieron durante doce días la guerra, por meses y años dialogaron, cuando el gobierno y toda la clase política no cumplió lo pactado rompieron y comenzaron a construir su autonomía, la cual hoy defienden en medio de un cerco militar, paramilitar, burocrático y mediático.
Pero esa misma causa, la paz con justicia y dignidad la persigue el movimiento pacifista de hoy, que quiere inspirarse en Gandhi. Así lo expresa Sicilia en su carta: "compartimos los mismos anhelos y esperanzas, las de “un mundo en el que quepan muchos mundos”, compartimos los mismos anhelos y esperanzas, las de “un mundo en el que quepan muchos mundos”."
La mezquindad de muchos actores aprovechará ahora esas palabras para tratar de ensuciar los nombres de ambos corresponsales, algunos de los trolls contra todo movimiento no cooptado por ellos los menciona Marcos: Jaime Avilés, Octavio Rodríguez Araujo, tinterillos del líder que dice que su movimiento "no ha roto ni un cristal", aunque ha ayudado a reciclar a lo peor de la clase política priista en Chiapas y en otros lugares (los resabios del salinismo en el DF, por ejemplo). A los mismos autores de campañas de linchamiento en La Jornada los denunció Marco Rascón, y a él lo orillaron a dejar ese medio.
Pero esa causa por la que no han movido un dedo esos jueces del Movimiento por la Paz sigue siendo legítima, y hoy más, cuando el estado de sitio que hasta ahora ha funcionado ilegalmente, lo intentan "legalizar" y volver permanente mediante una ley de Seguridad Nacional que instalaría el estado policiaco militar en México para mucho tiempo.
Así que los medios que pueden justificar el fin (y no viceversa) son los de la autonomía, que construyen en Chiapas los zapatistas, y los de la paz, que con muchas dificultades comienzan a promover el Movimiento Nacional por la Paz y otros actores. Tratar de hacer añicos esa propuesta viene principalmente (aparte de algunas almas puras y algo disecadas) de quienes necesitan la guerra para chantajearnos en las elecciones: "Nosotros o el caos".
El camino puede parecer algo distinto, pero las causas no han perdido su vigencia. Excepto en las cabezas de los citados "comisarios del pensamiento".
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