En respuesta al desafío que significó para el Estado mexicano, para el poder político y económico oligárquicos, para la clase política toda, el alzamiento del EZLN en 1994, el Estado mexicano reaccionó incluyendo a la derecha y la izquierda electorales y les abrió la puerta a gubernaturas, escaños, curules y con, Fox, a la presidencia.
Fue una hábil jugada contrainsurgente, como se ve a la distancia: El PAN que había luchado por años contra el PRI- Gobierno se convirtió en un PAN- Gobierno igualmente tramposo, usando el poder presidencial de Fox para intervenir en la elección de 2006 y cometiendo un fraude como los que antes el PRI realizó contra el PAN, el PRD y otros partidos, negándoles hasta las presidencias municipales.
La izquierda electoral se puso del lado del poder, no en 2006, como denuncia tardíamente López Obrador –se tardó cuatro años, de complicidad culpable, según sus cuentas– sino en 1994, cuando una reforma electoral le permitió, al igual que al PAN, alcanzar cuotas de poder, la más importante quizá: la alcaldía de la Ciudad de México, la cual les ha servido de trampolín para crear mediáticamente las figuras presidenciables de AMLO y Ebrard.
Pero en cada lugar donde la derecha panista y la izquierda (PRD-PT-Convergencia) alcanzó el poder, el Estado ganó, y ganaron también los grupos empresariales, incluso los herederos del salinismo, quienes jamás dejaron de ser el poder en la ciudad de México, ni con la alcaldía perredista, ni siquiera con la de AMLO.
Son apenas la punta del iceberg, los escandalosos casos de Guerrero, donde la muerte de militantes y políticos perredistas arroja la sombra de duda sobre el gobierno perredista, y algunos militantes perredistas le piden al gobierno federal –al que en las calles llamaban “espurio”– atraer la investigación, porque no confían en el gobierno bajos sus siglas perredistas en Guerrero; y la escandalosa corrupción de los gobiernos perredistas en Baja California Sur, que se destapa por estos días en los medios con las acusaciones a Narciso Agúndez Montaño, gobernador de extracción panista –que llegó al poder por las siglas PRD- PT, sucesor de Cota Montaño–, acusado de haber abierto la puerta al crimen organizado para hacer negocios con un aeródromo.
En Chiapas, la falsa transición se dio con un candidato de extracción priista, electo bajo una alianza PAN-PRD-PT y partidos locales, Pablo Salazar Mendiguchía, y se corroboró con la candidatura de otro priista, ahora con el apoyo de AMLO y su maquinaria electoral PRD-PT- Convergencia, el actual represor Juan Sabines.
Lo que el PRI y el PAN consiguieron en prácticamente todos los estados gobernados por ex priistas, ex panistas o ex socialistas bajo siglas perredistas (y en más de un caso en alianza con el PAN) fue que los partidos electorales de “izquierda” se aliaran a la contrainsurgencia y la represión de los movimientos sociales: Atenco, Guerrero, Michoacán, y en estos momentos, de manera aguda, en Chiapas y Oaxaca.
No contento con haber reactivado y dado nuevos impulsos al paramilitarismo en Chiapas, atizando una violencia que amenaza con un nuevo Acteal, el gobernador por el PRD-PT-Convergencia y AMLO, Sabines Guerrero, ha apoyado totalmente las agresiones de Calderón contra los zapatistas, contra la Otra Campaña, contra toda oposición, contra la prensa y los medios libres, contra el FNLS, contra los indígenas, los maestros, los graffiteros y todo lo que no quiera someterse.
La foto que puede verse en el blog Observatorio Ciudadano – http://escrutiniopublico.blogspot.com/, del periodista Isaín Mandujano–, donde los paramilitares del Ejército de Dios, con mantas, apoyan abiertamente a Calderón y acusan al Centro de Derechos Humanos de la violencia que ellos, los paramilitares, han desatado contra los ejidatarios de Mitzitón, es muy reveladora. Sin embargo, jamás el PRD ni AMLO se han deslindado del calderonista Juan Sabines, y sus intelectuales orgánicos, como Elena Poniatowska y Luis Mandoki, no han desdeñado recibir premios y apoyos a sus producciones, respectivamente, de Sabines. Ni La Jornada ha desdeñado las gacetillas de ese gobierno de falsa transición en Chiapas.
El más reciente reporte de los ejidatarios de San Sebastián Bachajón, en rueda de prensa en el local de Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, desde San Cristóbal, alerta sobre la presencia de cientos de policías estatales y federales vestidos de civil en la zona donde los ejidatarios resisten al proyecto de una carretera que afecta sus tierras de labor: La contrainsurgencia en Chiapas está más fuerte que nunca bajo la falsa transición, con la complicidad de la derecha y la izquierda electorales.
En Oaxaca ocurrió recientemente lo mismo con Gabino Cue Monteagudo, quien ya había sido candidato en 2004 por una alianza PAN- PRD-Convergencia, pero apenas recientemente llegó al poder por la alianza PAN- PRD-Convergencia-PT, y de quien no se deslindan ni reniegan ni López Obrador, que lo considera un “hombre bueno” (le dijo en entrevista a Aristegui) ni el panista Javier Corral Jurado, quien opina lo mismo que AMLO.
Desde antes de llegar al poder, las opiniones de Gabino Cue en la prensa eran que la autonomía promovida por el MULTI en Copala no tendría futuro, pero sí regresaría la paz (que en el lenguaje del poder significa “control”).
Gabino ya recibió a Calderón y le dio todo su reconocimiento y apoyo, como han hecho explícitamente casi todos los gobernadores que han llegado por el PRD e implícitamente, todos. Mientras Gabino Cue –bendito por Corral y AMLO– brindaba con Calderón, la policía federal y estatal reprimían las manifestaciones de protesta contra la visita de Calderón.
Ahora está desaparecido, después de haber sido golpeado por priistas a la puerta de su propio hogar, el periodista Roger Valle, quien ha reportado para diversos medios como Prensa Indígena, Noticias de Oaxaca, AIPIM –agencia a su cargo– y APIA, las agresiones paramilitares priistas que ocurren en la región de la mixteca oaxaqueña, incluidas las de la priista UBISORT contra Copala.
Roger Valle participó en la caravana que intentó romper el cerco paramilitar a San Juan Copala, caravana agredida con disparos de la UBISORT que segaron la vida de Jyri Jaakola y de la mixteca Bety Cariño, crímenes que siguen impunes.
En esa ocasión, a Roger Valle le robaron documentación y lo amenazaron. Hoy está desaparecido, bajo un gobierno de “transición” PAN – PRD.
La opción perredista que fueron a promover Alejandro Encinas y su personal, incluido David Cilia Olmos, resultó también cómplice de la violencia. Sin olvidar las denuncias de fraude de los trabajadores del El Periódico contra sus ex patrones Alejandro Encinas y Laura Itzel Castillo.
Los pueblos no han ganado con esas falsas transiciones, pero el poder ha logrado un mayor espacio de maniobra para la represión. En los hechos están unidos, aunque en las urnas se disputen la dirección de esa república que se llama Represión e Impunidad SA.
Fue una hábil jugada contrainsurgente, como se ve a la distancia: El PAN que había luchado por años contra el PRI- Gobierno se convirtió en un PAN- Gobierno igualmente tramposo, usando el poder presidencial de Fox para intervenir en la elección de 2006 y cometiendo un fraude como los que antes el PRI realizó contra el PAN, el PRD y otros partidos, negándoles hasta las presidencias municipales.
La izquierda electoral se puso del lado del poder, no en 2006, como denuncia tardíamente López Obrador –se tardó cuatro años, de complicidad culpable, según sus cuentas– sino en 1994, cuando una reforma electoral le permitió, al igual que al PAN, alcanzar cuotas de poder, la más importante quizá: la alcaldía de la Ciudad de México, la cual les ha servido de trampolín para crear mediáticamente las figuras presidenciables de AMLO y Ebrard.
Pero en cada lugar donde la derecha panista y la izquierda (PRD-PT-Convergencia) alcanzó el poder, el Estado ganó, y ganaron también los grupos empresariales, incluso los herederos del salinismo, quienes jamás dejaron de ser el poder en la ciudad de México, ni con la alcaldía perredista, ni siquiera con la de AMLO.
Son apenas la punta del iceberg, los escandalosos casos de Guerrero, donde la muerte de militantes y políticos perredistas arroja la sombra de duda sobre el gobierno perredista, y algunos militantes perredistas le piden al gobierno federal –al que en las calles llamaban “espurio”– atraer la investigación, porque no confían en el gobierno bajos sus siglas perredistas en Guerrero; y la escandalosa corrupción de los gobiernos perredistas en Baja California Sur, que se destapa por estos días en los medios con las acusaciones a Narciso Agúndez Montaño, gobernador de extracción panista –que llegó al poder por las siglas PRD- PT, sucesor de Cota Montaño–, acusado de haber abierto la puerta al crimen organizado para hacer negocios con un aeródromo.
En Chiapas, la falsa transición se dio con un candidato de extracción priista, electo bajo una alianza PAN-PRD-PT y partidos locales, Pablo Salazar Mendiguchía, y se corroboró con la candidatura de otro priista, ahora con el apoyo de AMLO y su maquinaria electoral PRD-PT- Convergencia, el actual represor Juan Sabines.
Lo que el PRI y el PAN consiguieron en prácticamente todos los estados gobernados por ex priistas, ex panistas o ex socialistas bajo siglas perredistas (y en más de un caso en alianza con el PAN) fue que los partidos electorales de “izquierda” se aliaran a la contrainsurgencia y la represión de los movimientos sociales: Atenco, Guerrero, Michoacán, y en estos momentos, de manera aguda, en Chiapas y Oaxaca.
No contento con haber reactivado y dado nuevos impulsos al paramilitarismo en Chiapas, atizando una violencia que amenaza con un nuevo Acteal, el gobernador por el PRD-PT-Convergencia y AMLO, Sabines Guerrero, ha apoyado totalmente las agresiones de Calderón contra los zapatistas, contra la Otra Campaña, contra toda oposición, contra la prensa y los medios libres, contra el FNLS, contra los indígenas, los maestros, los graffiteros y todo lo que no quiera someterse.
La foto que puede verse en el blog Observatorio Ciudadano – http://escrutiniopublico.blogspot.com/, del periodista Isaín Mandujano–, donde los paramilitares del Ejército de Dios, con mantas, apoyan abiertamente a Calderón y acusan al Centro de Derechos Humanos de la violencia que ellos, los paramilitares, han desatado contra los ejidatarios de Mitzitón, es muy reveladora. Sin embargo, jamás el PRD ni AMLO se han deslindado del calderonista Juan Sabines, y sus intelectuales orgánicos, como Elena Poniatowska y Luis Mandoki, no han desdeñado recibir premios y apoyos a sus producciones, respectivamente, de Sabines. Ni La Jornada ha desdeñado las gacetillas de ese gobierno de falsa transición en Chiapas.
El más reciente reporte de los ejidatarios de San Sebastián Bachajón, en rueda de prensa en el local de Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, desde San Cristóbal, alerta sobre la presencia de cientos de policías estatales y federales vestidos de civil en la zona donde los ejidatarios resisten al proyecto de una carretera que afecta sus tierras de labor: La contrainsurgencia en Chiapas está más fuerte que nunca bajo la falsa transición, con la complicidad de la derecha y la izquierda electorales.
En Oaxaca ocurrió recientemente lo mismo con Gabino Cue Monteagudo, quien ya había sido candidato en 2004 por una alianza PAN- PRD-Convergencia, pero apenas recientemente llegó al poder por la alianza PAN- PRD-Convergencia-PT, y de quien no se deslindan ni reniegan ni López Obrador, que lo considera un “hombre bueno” (le dijo en entrevista a Aristegui) ni el panista Javier Corral Jurado, quien opina lo mismo que AMLO.
Desde antes de llegar al poder, las opiniones de Gabino Cue en la prensa eran que la autonomía promovida por el MULTI en Copala no tendría futuro, pero sí regresaría la paz (que en el lenguaje del poder significa “control”).
Gabino ya recibió a Calderón y le dio todo su reconocimiento y apoyo, como han hecho explícitamente casi todos los gobernadores que han llegado por el PRD e implícitamente, todos. Mientras Gabino Cue –bendito por Corral y AMLO– brindaba con Calderón, la policía federal y estatal reprimían las manifestaciones de protesta contra la visita de Calderón.
Ahora está desaparecido, después de haber sido golpeado por priistas a la puerta de su propio hogar, el periodista Roger Valle, quien ha reportado para diversos medios como Prensa Indígena, Noticias de Oaxaca, AIPIM –agencia a su cargo– y APIA, las agresiones paramilitares priistas que ocurren en la región de la mixteca oaxaqueña, incluidas las de la priista UBISORT contra Copala.
Roger Valle participó en la caravana que intentó romper el cerco paramilitar a San Juan Copala, caravana agredida con disparos de la UBISORT que segaron la vida de Jyri Jaakola y de la mixteca Bety Cariño, crímenes que siguen impunes.
En esa ocasión, a Roger Valle le robaron documentación y lo amenazaron. Hoy está desaparecido, bajo un gobierno de “transición” PAN – PRD.
La opción perredista que fueron a promover Alejandro Encinas y su personal, incluido David Cilia Olmos, resultó también cómplice de la violencia. Sin olvidar las denuncias de fraude de los trabajadores del El Periódico contra sus ex patrones Alejandro Encinas y Laura Itzel Castillo.
Los pueblos no han ganado con esas falsas transiciones, pero el poder ha logrado un mayor espacio de maniobra para la represión. En los hechos están unidos, aunque en las urnas se disputen la dirección de esa república que se llama Represión e Impunidad SA.
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